Ciudades m¨¢s saludables
Urbanistas y m¨¦dicos coinciden en que un objetivo primordial debe ser la sustituci¨®n de la urbe pensada para el autom¨®vil por otra en torno al peat¨®n y que integre a la naturaleza
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Si de algo ha servido la pandemia ha sido para darnos cuenta de que, en general, las ciudades no est¨¢n construidas atendiendo a objetivos relacionados con la salud de las personas. La ciudad del autom¨®vil, como se ha llegado a llamar, fomenta el sedentarismo, contamina, inhibe las relaciones sociales y nos aleja de la naturaleza. Incluso se habla del llamado d¨¦ficit de naturaleza para indicar que los problemas de salud no son solo f¨ªsicos sino tambi¨¦n ps¨ªquicos. Lo m¨¢s asombroso es que la ciudad actual es el resultado final del intento de llevar a sus l¨ªmites la soluci¨®n de los problemas sanitarios creados por la Revoluci¨®n Industrial.
Pero de lo que se trata ahora es de incidir en la necesidad de cambiar el modelo. Sigue siendo preciso organizar y construir ciudades eficaces que resuelven los problemas de las personas que las habitan. Tambi¨¦n que sean eficientes, ya que en un momento de emergencia clim¨¢tica hay que conseguir esta eficacia consumiendo la menor cantidad de recursos y contaminando lo menos posible. Incluso que sean bellas. Pero, adem¨¢s, deber¨ªan favorecer la salud de todos. Y este criterio habr¨ªa que ponerlo, por lo menos, a la misma altura que los anteriores. Los equipos de planificaci¨®n suelen estar formados por arquitectos, ingenieros, economistas, soci¨®logos, bi¨®logos, juristas¡ Pero solo en alg¨²n caso excepcional por alg¨²n m¨¦dico. Y la prioridad, en estos momentos, deber¨ªa ser la salud.
Sin embargo, s¨ª que se han reunido varias veces m¨¦dicos y urbanistas en varios congresos y conferencias. Y siempre ha sido interesante este intercambio de opiniones. Ya antes de la pandemia estaba claro que las ciudades actuales eran cualquier cosa, menos saludables. Por supuesto eran m¨¢s saludables que las ciudades de la Revoluci¨®n Industrial, pero presentaban problemas derivados de un modo de vida sedentario, contaminaci¨®n del aire, ruido, falta de lugares donde se produjera una interacci¨®n social efectiva y una naturaleza que, por regla general, quedaba demasiado lejana.
Si le preguntamos a los urbanistas sobre el cambio de modelo hay un consenso bastante generalizado. Tanto desde el punto de vista de aquellos que ponen su prioridad en la sostenibilidad como en aquellos que ponen el acento en la salud. Quiz¨¢s el objetivo primordial para ambos grupos sea la sustituci¨®n de la ciudad del autom¨®vil por la ciudad del peat¨®n. Por muchas razones que van, desde la eficiencia del sistema hasta la de dar la posibilidad de que la mayor parte de los desplazamientos puedan realizarse andando.
Pero conseguir esta ciudad del peat¨®n no es nada sencillo. Sobre todo, si pensamos que nuestras ciudades han sido planificadas de otra forma y ya est¨¢n construidas. Adem¨¢s, en las ciudades peque?as y medias es relativamente sencillo. Hay ejemplos como Pontevedra o Vitoria-Gasteiz que se?alan un camino. Pero tambi¨¦n, incluso en grandes ciudades como Barcelona parece posible. Por ejemplo, mediante supermanzanas que, en determinadas calles, priorizan al peat¨®n y recuperan espacio de calzada tanto para andar como para actividades de intercambio social.
Es la llamada ciudad de proximidad. Carlos Moreno, catedr¨¢tico de La Sorbona de Par¨ªs, la ha puesto de moda con el nombre de ¡°ciudad de los quince minutos¡±. Pero es bastante complicado conseguirla, sobre todo por las inercias anteriores. Se necesitan densidades suficientes, complejidad de todo tipo (de usos, demogr¨¢fica, social¡), y sin discontinuidades geogr¨¢ficas. Pero, adem¨¢s de conseguir ciudades para andar deber¨ªamos tambi¨¦n integrar la naturaleza.
Ya hace a?os que viene siendo un t¨®pico conseguir una zona verde a menos de cuatrocientos metros de cualquier vivienda. Pero, adem¨¢s, estas zonas verdes cercanas deber¨ªan estar unidas entre s¨ª, tanto desde el punto de vista ecol¨®gico como funcional. Son tambi¨¦n maravillosos lugares de encuentro entre vecinos y vecinas de la zona. Todo esto nos indica que tenemos los mimbres. Ahora hay que construir el cesto.
?ltimamente se est¨¢ poniendo de moda la expresi¨®n ¡°urbanismo t¨¢ctico¡± en el sentido de actuaciones limitadas, baratas y reversibles que puedan dar una idea de como podr¨ªa ser la ciudad
Y para construir el cesto necesitamos a la gente. Es necesario vencer inercias, convencer de que otro modelo es necesario. No se trata de suprimir el autom¨®vil. El autom¨®vil es un invento maravilloso que nos ha tra¨ªdo libertad, pero una ciudad no puede estar organizada para el autom¨®vil, tiene que estar organizada para las personas. El autom¨®vil no deber¨ªa ser el objetivo prioritario.
El problema es que en urbanismo es complicado hacer experimentos. Sobre todo, si los experimentos salen mal. Suelen ser muy costosos, pueden traer desgracias a muchas personas y, como en cualquier tema en el que se vea afectada la vida de la gente, las posturas personales son variopintas. ?ltimamente se est¨¢ poniendo de moda la expresi¨®n ¡°urbanismo t¨¢ctico¡± en el sentido de actuaciones limitadas, baratas y reversibles que puedan dar una idea de como podr¨ªa ser la ciudad (o, por lo menos, una parte) en el futuro. Hay muchos ejemplos y, en la mayor¨ªa de los casos, las actuaciones llevadas a cabo han venido para quedarse.
En cualquier caso, estamos en un momento de esperanza en el que se ve que el cambio no solo es necesario sino tambi¨¦n posible. La pandemia ha puesto en primer plano de la vida urbana la salud. Es decir, en el sitio que le corresponde. Pero, para ello, es imprescindible una m¨ªnima complicidad entre t¨¦cnicos, pol¨ªticos, y la sociedad que, al fin y al cabo, es la que se ver¨¢ beneficiada o sufrir¨¢ los aciertos o los errores. Adem¨¢s, ya sabemos que el cambio de modelo no solo es necesario, sino que es imprescindible. Ya ha pasado el momento de planteamientos ut¨®picos, perfectos pero irrealizables. Estamos en una situaci¨®n de urgencia. Milagrosamente, las estrategias para conseguir ciudades saludables son las mismas que para conseguir ciudades sostenibles. Es decir, ya no hay excusa posible.
Jos¨¦ Fari?a Tojo es catedr¨¢tico de Urbanismo y Ordenaci¨®n del Territorio y profesor em¨¦rito de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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