Las caras de la indignaci¨®n
El movimiento 15-M agrupa a estudiantes, parados, mileuristas y trabajadores.
El movimiento 15-M es horizontal, sin jefes. Prefiere las redes sociales al peri¨®dico, Internet al papel. Adopta sus decisiones por consenso, en asamblea, no por mayor¨ªa. Se puede votar pero no vetar. Sus referentes son las asambleas de principio de siglo. Agrupa a estudiantes, parados, mileuristas (en el mejor de los casos) y trabajadores sobradamente preparados. Sus vidas esbozan el descontento de la indignaci¨®n. Estas son sus historias.
?Pablo G¨®mez (33): El bi¨®logo del meg¨¢fono
¡°?Quien dice que la juventud est¨¢ dormida?¡±, se pregunta con tono grave Pablo G¨®mez, doctor en Biolog¨ªa, ex investigador de la Universidad Complutense de Madrid y parado. Harto de la inestabilidad, de encadenar sueldos de 1.000 euros y de confiar en promesas de contratos que nunca llegaron, se siente una v¨ªctima m¨¢s del sistema.?
Naci¨® en Gij¨®n hace 33 a?os. Su trayectoria, como la de muchos titulados superiores, ha basculado entre la inestabilidad y el desconcierto. Perteneci¨® a Precarios, la plataforma que reivindica los derechos de los j¨®venes investigadores, y ahora forma parte del movimiento 15-M, que el domingo clam¨® en media Espa?a contra el paro, el sistema de partidos y la falta de expectativas.
Ex votante de Izquierda Unida, desencantado de los partidos mayoritarios, el joven de frases directas y dial¨¦ctica demoledora asiste desmovilizado al 22-M. ¡°PP y PSOE no encarnan la democracia participativa, nunca les votar¨¦¡±, dice meg¨¢fono en mano. Advierte que trabajar significa tener cuenta bancaria ¨C¡°alimentar a los par¨¢sitos que nos han metido en esto¡±-, y ?rechaza el principio de la vivienda en propiedad. Sus padres le piden que siente la cabeza, que se busque un trabajo estable ¡°en un laboratorio¡± y ¨¦l les responde: ¡°Eso jam¨¢s¡±.
Sue: ¡°Me da verg¨¹enza admitir que me mantienen mis padres¡±
Sue, francesa de 22 a?os, se sorprendi¨® hace a?o y medio cuando lleg¨® a Madrid. ¡°Descubr¨ª que los espa?oles no pasan de la pol¨ªtica¡±, explica en un perfecto castellano. Ella, que viene de un pa¨ªs de tradici¨®n combativa, se felicita del retorno de la pancarta para cargar contra el sistema, el bipartidismo y la bajada de las pensiones.
Admite, con una mezcla de resignaci¨®n y madurez, que la formaci¨®n no le garantiza un futuro. Ella, que habla cinco idiomas, tiene dos carreras, solo ha trabajado de teleoperadora. Fue en Holanda y cobraba 350 euros al mes. Antes como ahora, vive gracias a sus padres. ¡°A veces me da verg¨¹enza admitirlo¡±.
Desencantada de la pol¨ªtica, critica el principio del ¡°voto ¨²til¡±, que le llev¨® en las ¨²ltimas elecciones presidenciales francesas a decantarse por los socialistas. ¡°Fue una idiotez¡±. De Espa?a, le sorprende la ¡°mala imagen¡± de Zapatero, que, asegura, no responde a la concepci¨®n que sobre el presidente espa?ol tienen en su pa¨ªs. ¡°Le ha tocado vivir un momento muy complicado¡±.
?Marcos Garc¨ªa (31): ¡°A todos nos puede pasar¡±
Cuando Marcos Garc¨ªa se enter¨® de la convocatoria del movimiento 15-M escribi¨® en un papel: ¡°Os re¨ªs de nosotros¡±. Fue ese lema, ¡°que combina la indignaci¨®n con la mala leche¡±, el que le acompa?¨® durante toda la manifestaci¨®n en forma de pancarta. Garc¨ªa (Zamora, 1979) se considera un privilegiado, cobra 2.000 euros mensuales por trabajar de ingeniero y acude a las protestas de forma preventiva. ¡°Ma?ana puedo ser yo¡±.
El domingo no votar¨¢. Considera que el sistema excluye a los partidos minoritarios, por lo que reclama que se rebaje el techo para conseguir representaci¨®n. En lo personal, admite que no tendr¨¢ problemas para desarrollar sus planes, que pasan por compartir piso con su novia y, quiz¨¢, tener un hijo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.