Democracia e inteligencia
La dimensi¨®n de la derrota, sus consecuencias pol¨ªticas y la cercan¨ªa en el tiempo de una nueva y decisiva contienda electoral aconsejan an¨¢lisis y respuestas
Los resultados de las elecciones del 22-M han generado un debate de gran calado en el seno del PSOE. Resulta l¨®gico. Lo contrario hubiera sido sorprendente. La dimensi¨®n de la derrota, las consecuencias pol¨ªticas que de ella se derivan y la cercan¨ªa en el tiempo de una nueva y decisiva contienda electoral aconsejan an¨¢lisis y respuestas tan eficaces como urgentes.
La primera pregunta que nos hacemos en estos d¨ªas los socialistas tiene que ver con las razones que han motivado un castigo tan severo. ?Se ha producido un giro hacia la derecha en los valores y las convicciones pol¨ªticas de los espa?oles? ?Han logrado Rajoy y su equipo ganar la confianza masiva de la ciudadan¨ªa? Cualquier an¨¢lisis pol¨ªtico y sociol¨®gico ponderado arroja una respuesta negativa. El voto perdido por el PSOE ha recalado mayoritariamente en la abstenci¨®n, en el blanco-nulo y en otras formaciones minoritarias. El PSOE mantiene un apoyo potencial subyacente por encima del 40%. Y Rajoy sigue sin ser una expectativa ilusionante de futuro para la gran mayor¨ªa.
?Se ha producido un giro hacia la derecha en los valores y las convicciones pol¨ªticas de los espa?oles?
No, los electores que abandonaron al PSOE el 22-M no se despertaron ese d¨ªa sinti¨¦ndose repentinamente de derechas. Simplemente, en esta ocasi¨®n los socialistas no hemos podido o no hemos sabido ganarnos su apoyo. El argumentario apunta a la crisis. Y la crisis explica, pero no justifica. Muchos electores se han sentido defraudados, porque las respuestas pol¨ªticas a la crisis les han parecido tard¨ªas, equivocadas, ineficaces o demasiado conservadoras. Otros han decidido que al Gobierno de turno le toca pagar los platos rotos de la crisis, el desempleo y el ajuste, independientemente de la pertinencia o no de sus pol¨ªticas. Y un tercer grupo se siente estafado porque la pol¨ªtica al uso le ignora, le asfixia o le repugna, y lo ha hecho pagar sobre quienes representan el poder en mayor medida.
?Y qu¨¦ debemos hacer los socialistas para recuperar la confianza perdida de tantos electores? Evidentemente tomar nota del veredicto ciudadano. No en la ret¨®rica, sino en los hechos. Es decir, cambiar las pol¨ªticas que no funcionan, explicar mejor las que deben mantenerse, y actualizar unas formas de hacer pol¨ªtica que hemos mantenido pr¨¢cticamente invariables desde la fundaci¨®n del PSOE en el siglo XIX. Los ciudadanos que comparten valores de progreso quieren que la pol¨ªtica dirija la econom¨ªa y no a la inversa, quieren que la crisis no castigue a los inocentes sino a los culpables de su g¨¦nesis, quieren que las recetas de unos y de otros adem¨¢s de ser diferentes lo parezcan, quieren equipos solventes en los que poder confiar, y quieren resultados. O les damos lo que quieren o no nos votar¨¢n, a pesar de todas nuestras potencialidades y a pesar del chollo que tenemos en Rajoy.
El argumentario apunta a la crisis. Y la crisis explica, pero no justifica
?C¨®mo hacer todo esto? Algunos compa?eros han entendido que la mejor respuesta consiste en organizar una gran org¨ªa democr¨¢tica. Abramos el proceso de primarias, excitemos la presentaci¨®n de m¨²ltiples candidatos y pas¨¦monos los pr¨®ximos meses divididos entre chaconistas, rubalcabistas, lopezaguilaristas, varistas y no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s. Discutiendo nosotros con nosotros sobre lo nuestro. Mientras los ciudadanos esperan soluciones para lo suyo. Y dando pie para las plataformas de unos y otros se conviertan en coartadas para profundizar las querellas internas. Lo respeto. Es leg¨ªtimo. Pero no lo comparto porque creo que se equivocan.
Otros creemos que se atiende m¨¢s al inter¨¦s general si hacemos confluir voluntades, de manera transparente y democr¨¢tica, para elegir ya como candidato a la presidencia del Gobierno a aquel de nosotros que cuenta con mejor valoraci¨®n social y asegura mejores posibilidades de respaldo ciudadano. Es decir, Rubalcaba, tan y como al parecer han planteado tanto el secretario general del PSOE como sus l¨ªderes regionales. Proporcion¨¢ndole y proporcion¨¢ndonos despu¨¦s las mejores herramientas para afrontar con ¨¦xito el desaf¨ªo de las pr¨®ximas elecciones generales: una nueva estrategia, un programa renovado, un discurso movilizador y un equipo competente, porque la competencia no lo es todo, pero es mucho, y sin competencia todo es m¨¢s dif¨ªcil.
Tan leg¨ªtimo y democr¨¢tico es cumplir las normas fomentando la presentaci¨®n de varios candidatos en unas primarias, como cumplir las normas fomentando abiertamente el consenso
Esto es lo que en su momento plantearon los compa?eros del Pa¨ªs Vasco, y despu¨¦s otros muchos. A m¨ª me parece bien. A la compa?era Chac¨®n no se lo ha parecido tanto, a juzgar por sus palabras ante los medios de comunicaci¨®n. Personalmente valoro su renuncia como un gesto de generosidad, aunque no entiendo algunas de sus supuestas razones, porque a mi juicio las propuestas surgidas inicialmente del PSE ni han quebrado al PSOE, ni han desestabilizado al Gobierno, ni han restado autoridad a nuestro secretario general. Zapatero conserva el respeto, el apoyo y el afecto de todos los socialistas, porque se lo gana cada d¨ªa atendiendo al inter¨¦s de Espa?a.
A¨²n m¨¢s claro. Tan leg¨ªtimo y democr¨¢tico es cumplir las normas fomentando la presentaci¨®n de varios candidatos en unas primarias, como cumplir las normas fomentando abiertamente el consenso en torno al que la mayor¨ªa considera el mejor candidato. Y esto ¨²ltimo es m¨¢s inteligente.
Que adem¨¢s de nombres y de ¡°ismos¡± se hable y se acuerde cambiar de ideas, es imprescindible. Y a esta necesidad responde la Conferencia Pol¨ªtica que ya tenemos en el horizonte. Aunque tampoco parec¨ªa descabellado proponer la celebraci¨®n de ese evento que est¨¢ llamado en nuestra tradici¨®n y en nuestros estatutos para dar salida a las crisis, precisamente. No lo mencionar¨¦ para no molestar. No obstante, proporcionar al candidato y principal referencia social del Partido los instrumentos org¨¢nicos que mejor se adapten a su perfil y a las nuevas estrategias para el ciclo nuevo no solo no ha de extra?arnos. As¨ª lo hemos hecho los socialistas casi siempre. Es verdad que no lo hicimos una vez, con Borrell.
Dicho esto, antepongo el respaldo a lo acordado por nuestros dirigentes sobre cualquier otra consideraci¨®n personal. En el acuerdo tambi¨¦n est¨¢ la fuerza. Su decisi¨®n es la m¨ªa.
El reto es dif¨ªcil, claro que s¨ª. Pero hay tiempo y est¨¢ a nuestro alcance. Nos lo debemos y se lo debemos a los espa?oles. Con democracia, s¨ª. Y con inteligencia, tambi¨¦n.?
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