Un jurista discreto para suceder al ¡®multiministro¡¯
Camacho salta al primer plano tras siete a?os como ¡®n¨²mero dos¡¯ en Interior
Antonio Camacho (Madrid, 1965) lleg¨® a Interior hace siete a?os de la mano de un ministro que no era pol¨ªtico, Jos¨¦ Antonio Alonso, y ¨¦l, que tampoco lo es, concluir¨¢ la legislatura en el puesto de su amigo. Al frente de una de las carteras m¨¢s complicadas del Gobierno. Zapatero empez¨® encomend¨¢ndosela a un juez, la traspas¨® despu¨¦s a una fuerza de la naturaleza capaz de ser a la vez ministro del Interior, vicepresidente primero, portavoz¡ y finalmente sucesor suyo como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. Y se la entrega ahora a un fiscal serio y concienzudo durante los escasos meses que quedan para celebrar las pr¨®ximas elecciones generales.
Como ministro de urgencia, Camacho es una opci¨®n poco arriesgada. Conoce el ministerio de arriba abajo y ha pasado los ¨²ltimos cinco a?os con Rubalcaba. Sabe perfectamente lo que el candidato del PSOE a La Moncloa quiere y c¨®mo lo quiere. En todos los ¨¢mbitos, pero especialmente en el de la lucha antiterrorista, el ¨²nico que podr¨ªa dar alguna sorpresa y el que se ha convertido en uno de los mayores activos de la legislatura.
Camacho, de cuya Secretar¨ªa de Estado penden la Polic¨ªa Nacional y la Guardia Civil, ha trabajado codo con codo con Rubalcaba durante las dos ¨²ltimas treguas de ETA y juntos han logrado, a trav¨¦s de la acci¨®n de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el espectacular debilitamiento de la banda. Y, con Camacho al frente de Interior, el candidato Rubalcaba seguir¨¢ informado al minuto de cada paso que se vaya dando. La lucha contra ETA fue precisamente una de las razones esgrimidas ayer para defender la elecci¨®n por Zapatero, que atribuy¨® al nuevo ministro ¡°parte de los ¨¦xitos¡± y garantiz¨® que preservar¨¢ la ¡°l¨ªnea de presi¨®n¡± y ¡°eficacia¡± contra la banda.
Pero la personalidad de Camacho est¨¢ m¨¢s cerca del discreto Alonso que del torrente Rubalcaba ¡ªque dedic¨® ayer el d¨ªa a despedirse personalmente de la gente en cada uno de los departamentos que ha dirigido durante los ¨²ltimos cinco a?os¡ª. El fiscal es un t¨¦cnico. Buen jurista, riguroso, tranquilo. Poco dado a los saraos pol¨ªticos. Se ha mantenido tan en la sombra que apenas se le conoce en la calle. Era un fiscal de izquierdas con m¨¢s de una d¨¦cada en la carrera ¡ªfue presidente y portavoz de la Uni¨®n Progresista de Fiscales¡ª cuando lleg¨® a Interior en abril de 2004 como secretario de Estado de Seguridad. Un hombre del mundo de la justicia que aterriz¨® en el de la seguridad.
Entre sus defensores y detractores hay consenso sobre algunos puntos: ¡°Es muy serio, discreto y profesional¡±. ¡°El hecho de haber sido fiscal le ha ayudado a comprender mejor este mundo¡±, opina un alto cargo del ministerio. ¡°Y si algo no le ha gustado, lo ha cambiado. Es un hombre de convicciones¡±, a?ade. Capaz de plantarse ante 2.000 inmigrantes internados en un centro canario en plena crisis de los cayucos en 2006 para explicarles que esa no era una forma de entrada en el pa¨ªs que el Gobierno pudiera aceptar.
Act¨²a con cautela. Consciente del cargo que representa y de que no debe mostrar debilidades en la jungla de Interior. ¡°Se abre con su gente, pero su gente es poca¡±, dice un colaborador. Es un hombre culto e ir¨®nico a quien es m¨¢s f¨¢cil imaginar escuchando una sonata de Chopin en el Auditorio Nacional que viendo un partido de f¨²tbol en el bar, deporte que, a diferencia de su predecesor, apenas le interesa. Precisamente la afici¨®n que los pol¨ªticos usan para conectar con la gente. ?l, hasta ahora, no ha tenido necesidad de prodigarse demasiado. Ejerciendo su cargo junto al pol¨ªtico probablemente con m¨¢s personalidad del pa¨ªs, Camacho ha podido permitirse pasar los a?os en un c¨®modo segundo plano.
Su foto apareci¨® en la prensa relacion¨¢ndolo con el caso Fais¨¢n, el presunto chivatazo policial a ETA en 2006 sobre una operaci¨®n en marcha contra la red de extorsi¨®n de la banda. El nombre de Camacho asom¨® a la investigaci¨®n por una serie de llamadas telef¨®nicas que hab¨ªa mantenido esos d¨ªas con el entonces director general de la Polic¨ªa, V¨ªctor Garc¨ªa Hidalgo, imputado en la causa. El juez de la Audiencia Nacional encargado del caso, Pablo Ruz, decidi¨® finalmente no llamarlo a declarar tras considerar las llamadas ¡°irrelevantes¡± y rutinarias.
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