Interinidad y consenso
El movimiento de personas o de siglas podr¨ªa oxigenar la vida pol¨ªtica
El conocimiento de la fecha de celebraci¨®n de elecciones legislativas ¡ªel pr¨®ximo 20 de noviembre¡ª cierra una fase de interinidad que no era objetivamente buena para los intereses generales del pa¨ªs. En especial para la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica y financiera m¨¢s severa de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Con independencia de la voluntad del Gobierno actual, su capacidad efectiva no solo para adoptar decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica, sino para articular consensos, era ciertamente limitada. Y decreciente a medida que se aproximaba el horizonte, ahora por fin despejado.
En entornos econ¨®micos y financieros tan complejos como el que preside el comportamiento de las econom¨ªas de la eurozona reducir incertidumbre es bueno. Y aun as¨ª, la relativa a la fecha de la convocatoria de elecciones generales no va a significar precisamente una alteraci¨®n significativa de las sombr¨ªas expectativas que pesan sobre el comportamiento de la econom¨ªa espa?ola a corto y medio plazo.
En primer lugar, porque la naturaleza de las condiciones que limitan el crecimiento econ¨®mico espa?ol y la consiguiente reducci¨®n de sus principales desequilibrios no son espec¨ªficas de nuestro pa¨ªs. Claro que tenemos problemas propios graves (el alto desempleo y el tambi¨¦n muy elevado endeudamiento privado son dos de los que en mayor media condicionan la recuperaci¨®n del crecimiento econ¨®mico), pero su soluci¨®n exige una normalizaci¨®n de la estabilidad financiera en la eurozona que est¨¢ lejos de conseguirse.
En segundo lugar, porque es verdad que el margen de maniobra que tendr¨¢ el nuevo Gobierno, con bastante independencia del partido pol¨ªtico que lo conforme, ser¨¢ limitado. Deber¨¢ contar con las severas restricciones presupuestarias que se impusieron el pasado 9 de mayo. Es posible incluso que esa orientaci¨®n contractiva de la ¨²nica pol¨ªtica de demanda disponible se vea acentuada si las tensiones en los mercados de deuda p¨²blica persisten. Y sin crecimiento econ¨®mico, conviene recordarlo, no se pueden pagar las deudas ni, consiguientemente, sanear los balances bancarios.
Claro que el mero movimiento de personas o de siglas pol¨ªticas en las tareas de gobierno podr¨ªa oxigenar la vida pol¨ªtica espa?ola, pero en ausencia de estabilidad financiera su efecto no ser¨ªa duradero. Mucho menor que el que tendr¨ªa la exhibici¨®n del suficiente consenso pol¨ªtico acerca de la capacidad para concretar soluciones a medio plazo a los problemas que siguen castigando la prima de riesgo espa?ola. El saneamiento de las finanzas p¨²blicas y, en particular, la clarificaci¨®n de su organizaci¨®n auton¨®mica, es el m¨¢s importante. La confianza cotizar¨ªa todav¨ªa m¨¢s favorablemente si en ese acuerdo pol¨ªtico se incluyera una reordenaci¨®n del subsector de cajas de ahorros, hasta ahora no ajustada completamente a la racionalidad y a los intereses generales.
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