Primero solo Grecia, luego el ¡®sprint¡¯
Llega el turno de reconocer nuestras carencias informativas. El secreto ha sido muy bien guardado.
Llega el turno de reconocer nuestras carencias informativas. El secreto ha sido muy bien guardado. Aunque ahora muchos presumir¨¢n de que ya lo sab¨ªan. No es verdad. Lo sab¨ªan muy pocos. Zapatero coment¨® ayer que lo ten¨ªa bien pensado y planificado hace tiempo. Puede ser cierto. Y es claro y evidente, y hasta l¨®gico, que haya contrastado ese plan varias veces con el nuevo candidato del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. As¨ª ha sido. En esas charlas de la nueva mesa camilla socialista tambi¨¦n ha estado Jos¨¦ Blanco, el ministro portavoz y vicesecretario general del PSOE. Pero no la mayor¨ªa de los actuales miembros del Gabinete ni de la c¨²pula del PSOE.
La escena se produjo ayer dentro del Consejo de Ministros en La Moncloa. Ocurri¨® sobre las 11.45 horas. El presidente terminaba la sesi¨®n cuando saltaron las alarmas de varios m¨®viles de los all¨ª presentes anunciando la fecha de las elecciones para mediados de noviembre. Los ministros se miraron azorados. Nadie coment¨® nada. Zapatero se levant¨®, dijo, para irse a preparar su comparecencia ante la prensa. A su salida, algunos segu¨ªan sin dar cr¨¦dito a la filtraci¨®n. Otros, los m¨¢s enterados, se alegraban de haber logrado meter algunos asuntos de urgencia. Y dejaron el complejo presidencial para iniciar unas vacaciones que este verano ser¨¢n muy cortas. Vuelven el 19.
Zapatero, efectivamente, ha contrastado los pros y contras de esa importante decisi¨®n con un grupo reducido de dirigentes y amigos. Pero no les ha podido concretar el detalle de la simb¨®lica fecha del 20-N porque ese aspecto ha sufrido vaivenes hasta el final, hasta esta semana.
El factor determinante ha sido Grecia. No ha habido otras grandes claves secretas
El factor determinante ha sido Grecia. No ha habido otras grandes claves secretas. ¡°Ni malos rollos ni grandes discusiones, ni por supuesto presiones, lo relevante ten¨ªa que ver con el futuro y la salvaci¨®n de Grecia, por c¨®mo nos pod¨ªa afectar a nosotros¡±. Lo b¨¢sico ocurri¨® en el Consejo Europeo extraordinario del pasado d¨ªa 21 en Bruselas. Zapatero a¨²n lo recuerda aliviado: ¡°Si yo te contara¡±, confiesa a sus pr¨®ximos.
Zapatero, Rubalcaba y Blanco llevaban semanas, si no meses, escrutando las semanas del calendario. Primero, las elecciones del 22 de mayo; luego, la cr¨ªtica proclamaci¨®n del candidato, m¨¢s tarde su salida del Gobierno y finalmente su discurso de presentaci¨®n. Todo resuelto para el s¨¢bado 9 de julio y con muchos meses por delante como para pensar en serio en que se pod¨ªa llegar hasta marzo. Inviable. La idea era otra. De hecho, se fij¨® la convenci¨®n pol¨ªtica para cuadrar el programa electoral a finales de septiembre y primeros de octubre para relanzar ya al candidato al sprint final de la campa?a.
Imponer elecciones en octubre significaba convocar a primeros de septiembre y renunciar a un calendario de reformas en marcha
El ¨²nico dilema no era el mes de las elecciones sino la fecha. Descartado llegar hasta la disoluci¨®n formal en enero, las opciones te¨®ricas eran octubre o noviembre. Octubre gustaba menos al candidato Rubalcaba. Y no porque necesite m¨¢s tiempo para darse a conocer. No le hace falta. Ese no es su problema. Imponer elecciones en octubre significaba convocar a primeros de septiembre y renunciar a un calendario de reformas en marcha del Gobierno (decretos leyes y leyes que parecen menores pero que tienen gran incidencia) que necesitan al menos ese mes para fraguar.
¡°Tal y como est¨¢ el mercado financiero, todo tiene ventajas e inconvenientes¡±, admiten en el entorno del candidato para expresar las dudas que han mantenido hasta el final sobre el d¨ªa concreto. Marzo estaba muy lejos, octubre muy cerca, noviembre en el t¨¦rmino medio que le permite al candidato poner en marcha el tipo de campa?a que a ¨¦l le gusta. Pero hace solo unos d¨ªas, ante el mismo calendario, se ofrec¨ªan otros argumentos.
En fin, el asunto de la fecha ya est¨¢ resuelto. Ni siquiera importa el significado hist¨®rico del 20-N. ¡°Hombre, a m¨ª ese d¨ªa mucho no me gusta¡±, confiesa un ministro. Otro le resta importancia: ¡°Puede verse lo negativo, pero tambi¨¦n lo positivo, la apuesta democr¨¢tica¡±.
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