Pasos adelante y contrapartidas
El comunicado del Colectivo de Presos Pol¨ªticos Vascos (EPPK, en euskera) difundido el pasado viernes anunci¨® su adhesi¨®n al Acuerdo de Gernika suscrito el 25 de septiembre de 2010 por una treintena de partidos, sindicatos y organizaciones soberanistas. En ese listado figuraban Eusko Alkartasuna, Alternatiba y los sectores de la izquierda abertzale procedentes de la disuelta Batasuna que se presentaron formando parte de la coalici¨®n Bildu a las elecciones del 22-M. Aunque salpicado de contrapartidas ¡°intolerables¡± ¡ªseg¨²n el fiscal general, Conde-Pumpido¡ª exigidas al Estado, el comunicado de EPPK se une a la petici¨®n del documento de Gernika a favor del alto el fuego de ETA permanente, unilateral y verificable como expresi¨®n de su voluntad de un definitivo abandono de la actividad armada.
Pero el camino para la disoluci¨®n de ETA como organizaci¨®n clandestina responsable de m¨¢s de 800 asesinatos no est¨¢ trazado de antemano. El amparo dado a esa mort¨ªfera estructura del crimen por una tupida red asociativa (electoral, sindical, cultural, medi¨¢tica, juvenil y deportiva) difumin¨® las fronteras entre la abierta ilegalidad del brazo armado de ETA y la legalidad fraudulenta de su brazo pol¨ªtico. Sin duda, la eficacia policial y judicial en Espa?a y Francia, as¨ª como el cansancio producido en la sociedad vasca por una lucha tan cruel como in¨²til, empiezan a producir fisuras en el monolitismo de la izquierda abertzale pese a su notable respaldo de votos. Pero aunque fuesen apresados todos los activistas de la organizaci¨®n armada y desarticulado hasta su ¨²ltimo comando, la solidaridad familiar y vecinal con la poblaci¨®n reclusa y la expectativa de una futura recomposici¨®n del aparato militar destruido mantendr¨ªan viva su presencia en la sociedad vasca.
Por esa raz¨®n, solo una iniciativa de abandono de la violencia nacida en el interior de la izquierda abertzale y de la propia ETA con el apoyo mayoritario de sus miembros podr¨ªa asegurar la consecuci¨®n de ese objetivo. Pese a los contradictorios pronunciamientos del Constitucional, el Supremo y la Audiencia Nacional sobre la sinceridad del grupo de Arnaldo Otegi al poner en marcha ese proceso a trav¨¦s del Acuerdo de Gernika, Bildu y Sortu, hay razones para conjeturar que el mundo de la izquierda abertzale empieza a moverse en esa direcci¨®n.
El Colectivo de Presos Pol¨ªticos Vascos se adhiere un a?o despu¨¦s al Acuerdo de Gernika
Ahora bien, las promesas de abandono de la violencia del nacionalismo radical no implican la renuncia a sus objetivos program¨¢ticos. La reconciliaci¨®n de la izquierda abertzale con la democracia exige como contrapartida la adopci¨®n de gestos paralelos del Estado de derecho ¡°como primer paso del camino hacia la amnist¨ªa¡±. El listado del Acuerdo de Gernika incluye la derogaci¨®n de la Ley de Partidos de 2002, el traslado de los presos de ETA a establecimientos del Pa¨ªs Vasco, la excarcelaci¨®n de los enfermos graves, la concesi¨®n de libertades provisionales, libertades condicionales y beneficios penitenciarios, el abandono de la doctrina Parot, la revisi¨®n de procesos judiciales y la desaparici¨®n de la Audiencia Nacional. La preparaci¨®n, en suma, de una ¡°paz sin vencedores ni vencidos¡± que recuerda el hist¨®rico abrazo de cristinos y carlistas en Vergara.
Una vez obtenidas esas contrapartidas, se abrir¨ªan espacios de di¨¢logo para abordar las causas y consecuencias del abstracto ¡°conflicto¡± responsable ¡ªseg¨²n la izquierda abertzale¡ª de los m¨¢s de 800 asesinatos concretos ejecutados por ETA. La negociaci¨®n finalizar¨ªa con un ¡°acuerdo incluyente¡± entre todas las culturas pol¨ªticas del pa¨ªs sobre el reconocimiento de la realidad nacional vasca, el derecho a decidir y la relaci¨®n de Euskal Herria con Espa?a y Francia ¡°incluida la independencia¡±.
A primera vista, para este viaje no se necesitaban alforjas: se tratar¨ªa simplemente de conseguir por las buenas lo que la organizaci¨®n terrorista no logr¨® por las malas tras casi cuatro d¨¦cadas de cr¨ªmenes. Sin embargo, tampoco cabe ignorar que la apuesta del Acuerdo de Gernika y del EPPK por un ¡°definitivo abandono¡± de la actividad armada de ETA y por el ¡°reconocimiento, reconciliaci¨®n y reparaci¨®n de todas las v¨ªctimas y la realidad de las m¨²ltiples violencias¡± es un paso hacia adelante.
Ciertamente, los verdugos que pagan en las c¨¢rceles el delito de asesinar al pr¨®jimo ni deben ni pueden ser equiparados con sus v¨ªctimas: la paz sin vencedores ni vencidos de Maroto y Espartero suena a un pasado tan ajeno como irrecuperable. Pero a la vez la reconciliaci¨®n pol¨ªtica y emocional dentro de la desgarrada sociedad vasca quedar¨ªa bloqueada si el vengativo esp¨ªritu de la ley del tali¨®n rompiese los delicados equilibrios que mantienen los principios de la justicia y las necesidades de la paz. El curso del tiempo y la voluntad de acuerdo tal vez puedan lograr a la larga esa cuadratura de c¨ªrculo en apariencia irresoluble, siempre que el PP (llamado con toda probabilidad a ejercer el poder en la pr¨®xima legislatura) y el PSOE se planteasen el problema como una cuesti¨®n de Estado y no utilizasen la lucha contra el terrorismo como munici¨®n partidista.
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