"La reforma laboral es una aberraci¨®n"

Contar la historia de Inmaculada Garc¨ªa Arias significa condensar cuatro a?os hilando palabras como despido, paro, facturas, banco, hipoteca, cursos, oposiciones, burocracia, frustraci¨®n o esperanza. Una combinaci¨®n que remite a un campo sem¨¢ntico despiadado, el de la crisis, que marca los d¨ªas de esta madrile?a de 47 a?os desde que el Gobierno regional abandonara, en 2007, la gesti¨®n del Parque Warner y los nuevos responsables decidieran externalizar el servicio de limpieza en el que trabajaba.

Garc¨ªa, que vive en San Mart¨ªn de la Vega, al sur de Madrid, perdi¨® su puesto de trabajo pero no se desanim¨®. Estudi¨® escaparatismo, prepar¨® y se present¨® sin ¨¦xito a unas oposiciones convocadas por Metro y trat¨® de formarse como cuidadora de ancianos, aunque la oficina de empleo no logr¨® encontrarle ning¨²n curso "por no dar el perfil", relata.

Pese a las dificultades, Garc¨ªa, que cuenta con un t¨ªtulo de puericultura, consigue hablar con la serenidad y la experiencia propia de quien est¨¢ convencido de haber hecho todo lo que est¨¢ en sus manos y que ahora va a tener que convivir con una reforma laboral que califica de "aberraci¨®n". Cree que el encadenamiento de contratos temporales aprobado por el Ejecutivo la ¨²ltima semana de agosto no la ayudar¨¢ y, adem¨¢s, supone un retroceso social.

"A partir de los 40, desde un punto de vista laboral est¨¢s muerto. Nadie te coge y los gastos se van acumulando. Antes que nada, hay que pagar la hipoteca". Hasta ahora, y despu¨¦s de que se le acabara la prestaci¨®n por desempleo, ha podido hacer frente a las facturas gracias al salario de su marido, vigilante desde hace 15 a?os: "1.200 euros con los que no llegamos, ni siquiera sumando las horas extras".?

Adem¨¢s de inquietud por su situaci¨®n Inmaculada Garc¨ªa tiene que sobrellevar la preocupaci¨®n por el futuro de su hijo mayor, de 20 a?os, que se asoma ahora al mercado del trabajo y para el que todo o casi son "incertidumbres". En cualquier caso, no era la primera vez que ella se quedaba sin empleo. Cuando se cas¨®, relata, trabajaba en el departamento de merchandising de la juguetera Fisher Price. Tras la compra de la empresa por Mattel "nos echaron todos a la calle", recuerda. Pero entonces a¨²n no se hablaba de crisis y consigui¨® salir adelante.?

Hoy las circunstancias han cambiado, y cada d¨ªa, cada plan de ajuste, cada recorte supone para Garc¨ªa una frustraci¨®n. La de alguien que ve c¨®mo el Estado de bienestar se le escapa de las manos. "Y eso con lo que est¨¢bamos consiguiendo. Avanzamos mucho y nos acercamos paso a paso a pa¨ªses como Alemania. Pero no pod¨ªa ser. Parec¨ªa que ten¨ªamos algo y entonces empezamos a desmontarlo con medidas como el encadenamiento indefinido de contratos temporales".?