No les hagan caso
Urge impedir que se levante una historia heroica y buc¨®lica de ETA que convierta los lobos en ovejas
Entiendo el j¨²bilo de algunos como reacci¨®n de alivio, pero no lo comparto. A¨²n menos comparto la ingenuidad imprudente de quienes, sin tomarse tiempo para la reflexi¨®n, ya est¨¢n dispuestos a abrazar y, por supuesto, a hacer concesiones a diestro y siniestro a fin de quedarse tranquilos.
ETA persiste con sus arsenales, su propaganda, su objetivo f¨¦rreo y sus pasamonta?as. Dicha realidad no cambia un ¨¢pice por el simple hecho de que, con grotesca escenograf¨ªa y verba falaz, tres tipos sin cara hayan anunciado el cese de la ¨²nica actividad que continuar¨¢ dando su raz¨®n de ser a la banda terrorista mientras esta no se disuelva o sea disuelta: matar y hacer sufrir a la gente para consumar unos fines m¨¢s o menos pol¨ªticos. Al verlos pens¨¦ de inmediato en el lobo de Caperucita. ?Qu¨¦ boina m¨¢s grande tienes!
ETA no tiene ning¨²n sentido fuera del crimen. No lo ha tenido nunca. ETA no es una asociaci¨®n deportiva ni una cofrad¨ªa para el fomento de las bellas artes. Fue fundada para lo que ha hecho. Su mera existencia, aunque sea en grado de congelaci¨®n (a saber hasta cu¨¢ndo), implica una potencialidad criminal continua, punteada en el pasado de un sinn¨²mero de atentados cuyas sangrientas consecuencias todos conocemos y algunos, las v¨ªctimas, siguen padeciendo.
Tuvo fuerza hasta que a un juez se le ocurri¨® un d¨ªa mirar con lupa el funcionamiento del cotarro. ETA no era, no es, como pensaron muchos, un grupo, mucho menos un grupo cerrado. Era, es, la parte ejecutante de un procedimiento colectivo de actuaci¨®n encaminado a obtener la conversi¨®n en Estado de un territorio. Todo lo que no sea la consumaci¨®n de dicho objetivo no es democracia. Por eso, dicen (ellos o los que profesan sus mismos ideales), la democracia espa?ola, a pesar de sus comicios, sus partidos, sus tribunales de justicia y su prensa libre, no es democracia. En estos niveles de debate nos movemos los vascos desde hace m¨¢s de 40 a?os.
El referido procedimiento de actuaci¨®n no depende directamente de los individuos implicados. Cualquiera pod¨ªa, puede, incorporarse a ¨¦l, incluso sin necesidad de entrar en estructura organizativa alguna. Quemar autobuses por cuenta propia, pegar carteles, golpear a un periodista, amedrentar de cualquier manera a la ciudadan¨ªa, todo era, es, v¨¢lido siempre que empujase la causa en la direcci¨®n adecuada. Solo la procura de fondos ha mantenido ocupada a mucha gente que, como no empu?aba armas (obtenidas, eso s¨ª, con su recaudaci¨®n), se considera limpia de delito.
Con una punzada de verg¨¹enza he comprobado en ocasiones que a numerosos ciudadanos espa?oles ETA les parec¨ªa una cosa lejana, de vascos de por all¨¢ arriba, sin percatarse de que esta gente brutal ha estado atacando sin descanso el sistema democr¨¢tico que, con todos los defectos y excesos que se le quieran imputar, disfrutan los espa?oles desde hace unas cuantas d¨¦cadas. Hay que estar muy poco versado en historia de Espa?a para ignorar la suerte que hemos tenido los contempor¨¢neos de la ¨¦poca actual. Quien albergue dudas al respecto que eche un vistazo atr¨¢s.
ETA ha matado en todas partes. En Palma de Mallorca a los ¨²ltimos. Ha matado a no pocos ni?os. Tambi¨¦n a peatones que mejor se hubieran quedado aquel d¨ªa en casa. Usted mismo, que lee estas l¨ªneas, podr¨ªa estar ahora criando malvas. Quien dice usted, dice un familiar suyo, o un amigo, o un compa?ero de trabajo. ?Qu¨¦ noble causa es aquella cuyo cumplimiento pasa por colocar una bomba en el garaje de un supermercado, matar a cinco ni?as en un cuartel o a dos ecuatorianos en el aparcamiento de un aeropuerto, y as¨ª hasta 858 personas?
Ahora se hacen los buenos, los pol¨ªticos, hablan de un nuevo panorama (como si en democracia los panoramas no los decidieran las urnas) y reclaman di¨¢logo para resolver el conflicto. Parecen no haber reparado en que, no bien ha dejado ETA de matar, hay paz.
?Qu¨¦ extra?o conflicto armado era este en el que solo disparaba una de las partes? ?O es conflicto armado el que las fuerzas de orden p¨²blico detengan y lleven ante un juez a quienes vienen de cometer unos cuantos asesinatos?
El conflicto persiste, dicen. ?Qu¨¦ mayor prueba de que han sido derrotados? Tantos muertos, ?para esto? ?Para estar igual que al principio? A¨²n peor, ?para haber hecho del pueblo vasco un pueblo dividido, un pueblo de agresores y v¨ªctimas, para trasladar aquel infortunio de las dos Espa?as a las dos Euskadis?
Llevan tantos a?os crey¨¦ndose sus esl¨®ganes y sus dobleces que a¨²n piensan que van a conseguir, sent¨¢ndose a una mesa con el ministro del Interior de turno, lo que no les procuraron las bombas ni las pistolas. Amigos, los conflictos, las diferencias, en los sistemas democr¨¢ticos, se dirimen en los Parlamentos, que para eso est¨¢n, para discutir y tomar decisiones, y no asesinando cong¨¦neres por la simple circunstancia de que vistan de uniforme, militen en la oposici¨®n o ejerzan la cr¨ªtica en los medios de comunicaci¨®n.
As¨ª y todo, la derrota decisiva les va a venir a los terroristas a partir de ahora, a medida que vayan saliendo a la superficie las mil y una historias de terror y de podredumbre moral a ellos debidas, y a medida que numerosas manos asienten por escrito todo lo que hicieron. El relato hist¨®rico y literario de lo sucedido es hoy por hoy una tarea nacional, un gesto ¨¦tico de primer orden para con las v¨ªctimas y una obligaci¨®n pedag¨®gica encaminada a dar respuestas positivas a las preguntas que plantear¨¢n, quieras que no, las futuras generaciones cuando vuelvan la mirada hacia nuestra ¨¦poca y deseen entenderla.
Dicha tarea es, adem¨¢s, necesaria para no pon¨¦rselo f¨¢cil a quienes en adelante, comprensivos con el terror, se afanar¨¢n por minimizarlo, borrar las huellas, expandir el humo denso del olvido y tejer los hilos perversos del revisionismo hist¨®rico. No estamos por fortuna en la Edad Media. Abundan el material gr¨¢fico y los relatos testimoniales de todo tipo. Urge, no obstante, impedir que sea levantada una historia heroica y buc¨®lica de ETA que convierta los lobos en ovejas. Tiempo de sobra han tenido para saber a qu¨¦ abismos p¨²blicos y privados conduce la maldad.?
Fernando Aramburu es escritor
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