Cara a cara encorsetado y con poco que ganar
Un formato r¨ªgido y una ventaja muy clara del PP deval¨²an el debate entre Rubalcaba y Rajoy Con candidatos muy conocidos, el duelo solo influye entre los votantes indecisos
Si Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no hubiera ganado a Felipe Gonz¨¢lez en el primer cara a cara de 1993 no hubiera llegado nunca a ser presidente del Gobierno. Soci¨®logos, polit¨®logos y expertos en comunicaci¨®n audiovisual dicen, adem¨¢s, que esas dos horas convirtieron a Aznar en un l¨ªder. Sobre todo en un l¨ªder con vocaci¨®n de durar en el tiempo al frente del Partido Popular.
Dieciocho a?os despu¨¦s de aquel debate hay nuevos protagonistas: Alfredo P¨¦rez Rubalcaba (PSOE) y Mariano Rajoy (PP). Y aunque el contexto pol¨ªtico es muy diferente, se plantean las mismas cuestiones: ?Son decisivos los debates? ?Les interesan a los dos candidatos? ?Movilizan a los votantes? ?Qui¨¦n tiene m¨¢s que perder o que ganar?
Aquel debate de 1993, el primero de la reciente historia democr¨¢tica, marc¨® el rumbo del pa¨ªs. ¡°Era la primera vez que a una persona imbatible le ganaba alguien que estaba empezado¡±, explica la catedr¨¢tica de Comunicaci¨®n Audiovisual Xesca Vidal. ¡°El resultado no estaba claro y Aznar se jugaba el liderazgo¡±, enfatiza el polit¨®logo Fernando Vallesp¨ªn. A partir de entonces empezaron a tenerle respeto.
Tres a?os despu¨¦s, Aznar gan¨® las elecciones. Gobern¨® dos legislaturas.
El quinto cara a cara electoral de la democracia, el Rubalcaba-Rajoy (R-R) tiene fecha: la noche del 7 de noviembre. Lo organizar¨¢ la Academia de la Televisi¨®n (como los debates de 2008), se celebrar¨¢ en el Palacio de Congresos de Madrid y todas las cadenas (previo pago) podr¨¢n enganchar la se?al.
Telegenia y estrategias de comunicaci¨®n
1993: Felipe Gonz¨¢lez-Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El primer cara a cara entre los principales candidatos a la presidencia del Gobierno, celebrado en Antena 3, se sald¨® con una clara victoria del aspirante, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. "Gonz¨¢lez era un gran comunicador, pero no le dio importancia al debate ni a su contrincante. Ven¨ªa de un largo viaje y estaba cansado. Actu¨® con una cierta prepotencia y una cierta pose despectiva hacia Aznar, al que ni siquiera miraba a los ojos", opina la experta en comunicaci¨®n audiovisual Xesca Vidal. Aznar contaba con otra baza: un gabinete de telegenia que le entren¨® en las t¨¦cnicas de la comunicaci¨®n. El PP ha contado siempre son asesores eficaces a la hora de estudiar al oponente y planificar la estrategia. Con la lecci¨®n aprendida, Gonz¨¢lez se prepar¨® el debate de vuelta en Telecinco. Y lo gan¨®. Las audiencias demostraron el inter¨¦s que estas dos citas despertaron entre el p¨²blico. El primero fue visto por 9,6 millones de espectadores y el segundo obtuvo 10,5 millones.
2008. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero-Mariano Rajoy. Tuvieron que pasar 15 a?os para que los grandes debates volvieran a la televisi¨®n. El formato fue tan encorsetado que se convirti¨® en un encadenamiento de mon¨®logos. Estaban medidos los tiempos, las tem¨¢ticas, los planos y contraplanos, las luces y hasta el modelo de sillas. Los moderadores (Manuel Campo Vidal y Olga Viza) tambi¨¦n fueron consensuados. La falta de acuerdo sobre la cadena que deb¨ªa actuar de anfitriones fue subsanada por la Academia de la Televisi¨®n, que suministr¨® la se?al a todas las cadenas, p¨²blicas y privadas. M¨¢s de 13 millones de espectadores siguieron el Zapatero-Rajoy.
A diferencia de las anteriores citas ser¨¢ un debate ¨²nico (incluso las eliminatorias de la Champions se juegan a doble vuelta), una circunstancia que separa a Espa?a de otros pa¨ªses con la larga tradici¨®n de debates electorales, donde se celebran dos y hasta tres choques televisivos entre los principales aspirantes. Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia, asegura que a pesar de que haya solo un debate es algo ¡°muy positivo¡± porque permitir¨¢ consolidar la tradici¨®n. ¡°La diferencia entre cero y uno es enormente superior a la que hay entre uno y dos¡±.
Momento cumbre
Oficialmente, la campa?a electoral empieza el 4 de noviembre. Pero los principales candidatos llevan meses lanzando proclamas, perfilando propuestas, arengando a los militantes y haciendo gui?os a jubilados, funcionarios, inmigrantes, desempleados, estudiantes o dependientes. Pero hasta que el sem¨¢foro de la campa?a no cambie a verde no podr¨¢n pedir el voto a los electores. Echar¨¢ a rodar entonces la caravana electoral, los m¨ªtines en las plazas de toros, las visitas a los mercados y los abrazos a los simpatizantes. El momento cumbre de esta carrera hacia La Moncloa ser¨¢ el cara a cara televisado entre los l¨ªderes del PSOE y del PP.
?Qu¨¦ se espera del R-R? En las filas de los partidos no brilla el entusiasmo. Los expertos son prudentes. El hecho de que ambos candidatos se conozcan desde hace 20 a?os puede restar atractivo a un programa que a buen seguro tendr¨¢ una audiencia millonaria.
¡°Un debate de estas caracter¨ªsticas tiene inter¨¦s menor. Son l¨ªderes muy conocidos. Rubalcaba y Rajoy se han enfrentado en el Parlamento centenares de veces. Ninguno tiene nada que perder o ganar en el debate¡±, observa Xesca Vidal, doctora en Comunicaci¨®n Audiovisual y psic¨®loga. Este tipo de comparencias ante las c¨¢maras despiertan atenci¨®n cuando hay un candidato nuevo o desconocido. Ocurri¨® con el Nixon-Kennedy y con el Obama-McCain. ¡°Cuando hay un candidato emergente que crea expectaci¨®n se genera espect¨¢culo¡±, asegura Vidal. Espect¨¢culo fue, sin duda, lo que ofrecieron los dos cara a cara entre Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar de 1993. Bastante m¨¢s del que generaron los Zapatero-Rajoy de 2008.
Los negociadores del PSOE y del PP, ?scar L¨®pez y Esteban Gonz¨¢lez Pons, respectivamente, apuestan por un debate menos encorsetado y m¨¢s flexible que los de 2008. La televisi¨®n sigue siendo el epicentro de las campa?as, aunque Fernando Vallesp¨ªn, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, alerta de que ya no tiene el monopolio como medio de comunicaci¨®n decisivo. Hist¨®ricamente, hay tres hitos tecnol¨®gicos que han marcado las campa?as electorales: ¡°La radio fue fundamental en los tiempos de Truman, la televisi¨®n marc¨® un cambio cualitativo con el debate Nixon-Kennedy y Obama fue el primer presidente de las redes sociales¡±. A¨²n con todo, Vallesp¨ªn asegura que los partidos ¡°no han acabado de tomar conciencia del potencial de las nuevas tecnolog¨ªas: permiten el acceso individualizado al elector y discriminar entre j¨®venes, profesionales, ciudadanos urbanos...¡±.
Formato encorsetado
Pocos conf¨ªan en que el duelo Rubalcaba-Rajoy sea una gran funci¨®n medi¨¢tica. En parte, por culpa de un formato que se presume encorsetado, con temas pactados, tiempos cronometrados y un moderador cuya funci¨®n puede quedar reducida a conceder turnos de palabra. Todo atado y ensayado. Con estos mimbres, el subdirector del M¨¢ster en Comunicaci¨®n Pol¨ªtica y Corporativa de la Universidad de Navarra, Jordi Rodr¨ªguez Virgili, aventura que ser¨¢ ¡°tremendamente aburrido¡±. Para superar este temor apuesta por implantar una f¨®rmula que se asemeje a que se utiliza en Estados Unidos o Reino Unido: dar entrada a varios periodistas o incluso permitir que el p¨²blico pueda interpelar a los candidatos. Un poco m¨¢s de dinamismo, aunque sin llegar al show de la televisi¨®n americana, donde ¡°los candidatos son presentados con la parafernalia propia de dos p¨²giles en un combate de boxeo¡±.
La se?al del pr¨®ximo debate se pasar¨¢ a todas las cadenas, previo pago
Tambi¨¦n la catedr¨¢tica de Comunicaci¨®n Pol¨ªtica de la Universidad Complutense Mar¨ªa Jos¨¦ Canel es partidaria de cambiar el modelo implantado en Espa?a para que haya ¡°m¨¢s tensi¨®n narrativa¡±. Beneficiar¨ªa, dice, a los partidos, a la audiencia y a los medios de comunicaci¨®n. ¡°Un debate sirve para informar al ciudadano sobre los candidatos: su oratoria o su prestancia para ser presidente del Gobierno¡±, recalca Xavier Coller, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Pablo de Olavide.
El hecho de que el cara a cara se celebre en el tramo inicial de la campa?a (el primer punto consensuado entre los dos partidos) no es balad¨ª. Cualquier error se puede remontar durante el resto de la campa?a, apunta Virgili. Tampoco la centralizan. Especialmente si se tiene en cuenta que la cita, como los partidos de f¨²tbol, tiene tres momentos: del predebate, el debate y el posdebate. Coller sostienen que ubicarlos en el primer tramo de la campa?a tiene un efecto positivo porque arrastra un conjunto de temas: ¡°Es el pistoletazo de salida y puede marcar el tono y ejercer como punto de anclaje durante los primeros d¨ªas de campa?a¡±. Fernando Vallesp¨ªn, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, apuesta por celebrarlos m¨¢s cerca del d¨ªa de las urnas porque ¡°tiene m¨¢s impacto¡±. Y es partidario de que haya una doble vuelta: un debate al principio de la campa?a y otro al final.
Pero no en esta ocasi¨®n no habr¨¢ r¨¦plica. PP y PSOE han cerrado una ¨²nica fecha. Una estrategia que, seg¨²n los expertos, beneficia al l¨ªder popular. El veto a TVE por el equipo de Rajoy ha impedido la doble ronda. Vallespin cuestiona este veto. ¡°La televisi¨®n p¨²blica es un territorio neutral. Si el presidente de RTVE es elegido por consenso entre el PP y el PSOE, es el espacio l¨®gico. Resulta contradictorio que se pacte el presidente y de vete la cadena¡±.
Sin posibilidad de r¨¦plica
El hecho de que no haya posibilidad de r¨¦plica en un segundo debate obliga, seg¨²n Coller, a afinar mucho los argumentos. ¡°Estar¨¢n obligados a lanzar mensajes como balas. Propuestas concisas y directas dirigidas a grupos bien definidos: funcionarios, jubilados, aut¨®nomos, empresarios, estudiantes...¡± Es esperable que alguno lance un bombazo, que saque un as de a manga. Tal y como se est¨¢n comportando los candidatos en la precampa?a, percibe que no servir¨¢ para contrastar ideas sino para lanzar propuestas ¡°e intentar erosionar la imagen del otro¡±. Estar¨¢ en las ant¨ªpodas del debate que en su d¨ªa protagonizaron Solbes y Pizarro: s¨®lido, con ofertas concretas y ritmo. Con un viento favorable (las encuestas dan una ventaja de m¨¢s de 15 puntos al PP), ¡°a Rajoy le basta con mantener el tipo y no arriesgarse a hacer propuestas. La gran dificultad de Rubalcaba ser¨¢ diferenciarse respecto del Gobierno¡±, argumenta Vallesp¨ªn. En 2008, con unos sondeos m¨¢s equilibrados, Rajoy adopt¨® una posici¨®n m¨¢s activa y ahora ¡°le basta con no arriesgar¡±.
En los pa¨ªses del entorno de Espa?a se celebran varios choques televisivos
A la hora de calibrar los efectos sobre el electorado, los expertos opinan que se tienden a sobrevalorar los debates, aunque admiten que dentro de los actos propios de una campa?a (m¨ªtines, congresos, carteler¨ªa) es el que m¨¢s influye en el voto. Sobre todo en los indecisos. Mar¨ªa Jos¨¦ Canel sostiene que los debates pueden inclinar la opini¨®n de los que a¨²n no han decidido su papeleta y adem¨¢s ¡°sirven para retratar al candidato, comprobar su capacidad dial¨¦ctica, ver c¨®mo se defiende ante la acusaci¨®n del rival o ante un imprevisto¡±. La vicepresidenta de la secci¨®n de comunicaci¨®n pol¨ªtica de la Asociaci¨®n Europea de Comunicaci¨®n recalca que influyen m¨¢s en contextos electorales en los que hay un alto porcentaje de indecisos, precisamente un nicho al que los partidos tratan de conquistar. Su papel es clave. Este grupo, recalca Canel, inclina la balanza en la mitad de las campa?as de Estados Unidos.
Tambi¨¦n sirven los debates para reforzar la opini¨®n de los decididos. ¡°Influye en lo que se llama la teor¨ªa de la percepci¨®n selectiva: los votantes de un partido prestan m¨¢s atenci¨®n a lo que hace bien su candidato y a lo que hace mal el candidato rival. Es un mecanismo psicol¨®gico que predispone al espectador a la hora de dejarse influir¡±, afirma Canel. Este es un efecto nada despreciable que, seg¨²n los contextos, puede llevar a cambiar el voto a un porcentaje de electores que oscila entre el 1% y el 5%.
Los expertos creen que dos rivales tan conocidos restar¨¢n emoci¨®n al duelo
Pero en el caso del cara a cara entre Rubalcaba y Rajoy el especticismo aflora. Los debates influyen cuando los sondeos indican un resultado apretado en las urnas o una disputa m¨¢s intensa. ¡°Es este caso las encuestas dan un claro ganador. No va a influir que haya uno o dos debates. En Espa?a tenemos una cultura de debates con formatos aburridos y muy controlados por los pol¨ªticos¡±, dice Mar¨ªa Jos¨¦ Canel.
Todo debate pasa por tres fases. Para ganarlo, la experta en comunicaci¨®n Xesca Vidal detalla tres momentos clave, Primero, durante las negociaciones (si se rompen, se culpa al otro y se le acusa de intransigente). Segundo, la emisi¨®n del cara a cara por televisi¨®n. Tercero, la visi¨®n que ofrecen los medios de comunicaci¨®n al d¨ªa siguiente.
Esta ¨²ltima fase no es despreciable. La cobertura que hacen los medios del debate influye en la manera en la que los espectadores lo valoran. ¡°No todos los ciudadanos ven el debate completo. Por eso influye lo que la gente comenta, especialmente a la hora de determinar el ganador¡±, dice Mar¨ªa Jos¨¦ Canel. La profesora esgrime la teor¨ªa de la espiral del silencio, seg¨²n la cual la opini¨®n mayoritaria absorbe y silencia las opiniones minoritarias. ¡°Existe un efecto psicol¨®gico. Muchos cambian de posici¨®n para apuntarse al carro del vencedor o por no tener seguridad en la propia capacidad de juicio. Pueden pensar que no son buenos jueces¡±.
Vallesp¨ªn opina que los partidos no usan el potencial de las nuevas tecnolog¨ªas
Vallesp¨ªn tiene claro que los debates deber¨ªan ser obligatorios. Pero no solo un cara a cara, sino otros formatos en los que participen los l¨ªderes de todos los partidos. Lamenta, por eso, que Rubalcaba y Rajoy no se sienten en un plat¨® con los cabeza de lista de otras formaciones. Para intertar hacerlos ¨¢giles y din¨¢micos propone que se establezcan normas para que los candidatos se puedan sali¨¦ndose del gui¨®n. ¡°Si no hay flexibilidad, son muy previsibles¡±, repara.
Otros, como Virgili, no son partidarios de llegar al extremo de que sean obligatorios. ¡°Estamos en un sistema parlamentario y elegimos a diputados en listas cerradas y bloqueadas. Los debates entre los candidatos son propios de sistemas presidencialistas o semipresidencialistas, como Estados Unidos, rep¨²blicas lationamericanas o Francia, donde se tiende a personalizar las campa?as¡±.
Hay otros modelos, como que ha imperado en Alemania hasta 2002, en el que se citan en un mismo plat¨® todos los candidatos en un formato que los polit¨®logos denominan ¡°la ronda de los elefantes¡± y que, como subraya Virgili, se convierten en programas largos, tediosos y poco llamativos.
Aunque los expertos temen que ser¨¢ aburrido, millones de personas estar¨¢n pendientes del R-R del pr¨®ximo lunes. Como si fuera un Madrid-Bar?a.
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