Qu¨¦ decide la campa?a
Hay dos semanas para debatir: en juego est¨¢ que el PP tenga mayor¨ªa absoluta o no
Con una distancia de 15 puntos a favor del PP en las encuestas, es poco probable que la campa?a electoral que se inicia esta medianoche pueda modificar el nombre del ganador. Lo que s¨ª puede depender de la campa?a es si Rajoy gobernar¨¢ con mayor¨ªa absoluta o necesitar¨¢ pactos; si los resultados permitir¨¢n a Rubalcaba encabezar la oposici¨®n y si el PSOE tendr¨¢ posibilidades de condicionar la pol¨ªtica del nuevo Gobierno y de ser reconocido como alternativa solvente al mismo.
La campa?a, y especialmente el debate televisivo entre Rajoy y Rubalcaba, ser¨¢ la ¨²ltima oportunidad para que los partidos ofrezcan a los electores que dudan entre votar o no razones para hacerlo; y de ello puede depender la mayor¨ªa absoluta del vencedor. En la ¨²ltima encuesta publicada en EL PA?S, una ligera mayor¨ªa prefer¨ªa que el partido ganador pudiera gobernar en solitario, sin necesidad de pactos con otras fuerzas. Algo que tiene claro el electorado del PP y que divide al del PSOE, tras la experiencia de las dos ¨²ltimas legislaturas. Una de las expectativas de estas elecciones es la posibilidad de que, en ausencia de mayor¨ªa absoluta, UPyD, el partido de Rosa D¨ªez, pueda desempe?ar el papel de complemento del ganador que hasta ahora han desempe?ado las formaciones nacionalistas.
Con independencia de sus preferencias, una mayor¨ªa abrumadora piensa que va a ganar el PP, por lo que los votantes del PSOE saben o sospechan que al votar a Rubalcaba est¨¢n eligiendo, m¨¢s que al presidente, al futuro jefe de la oposici¨®n (y, en ese caso, nuevo secretario general). De los resultados depende tambi¨¦n que su partido sea reconocido como alternativa a corto o medio plazo. La experiencia europea reciente indica que la crisis desplaza al partido que gobierna, pero tambi¨¦n hunde r¨¢pidamente al que le sucede. Un resultado discreto el 20-N es condici¨®n para evitar la desbandada y poder recuperar en la oposici¨®n la credibilidad perdida en el Gobierno.
Ante la dificultad para diferenciarse de la pol¨ªtica de ajuste que estaba hundiendo a Zapatero, Rajoy ha estado desde mayo de 2010 diciendo que la soluci¨®n a la crisis y al paro era que gobernase ¨¦l, y proponiendo el adelanto electoral, pero sin decir qu¨¦ har¨ªa una vez en La Moncloa. Frente a su estrategia de evitar compromisos pol¨¦micos que pudieran movilizar al electorado socialista, la de Rubalcaba ha consistido en acusar al PP de tener un programa oculto de recortes m¨¢s dr¨¢sticos que los aplicados por Zapatero, y desafiarle a revelarlo. Se trata de una variante de la t¨¢ctica de pedir el voto para evitar que ¡°vuelva la derecha de siempre¡±, que se identificaba como un peligro para la democracia o para el Estado de bienestar. Es una l¨ªnea que en las actuales condiciones tiene pocas posibilidades de mover al electorado dubitativo.
El car¨¢cter contradictorio de las recetas anticrisis propuestas por los expertos (prioridad al control del d¨¦ficit o al est¨ªmulo del crecimiento, sustancialmente) ha empujado a los candidatos a elegir las suyas seg¨²n sus inclinaciones ideol¨®gicas. Rajoy propone, como el Aznar de 1996, pero en condiciones muy diferentes, bajar impuestos para dinamizar la econom¨ªa y el empleo, lo que seg¨²n su esquema permitir¨ªa adem¨¢s aumentar la recaudaci¨®n y reducir el d¨¦ficit.
Para que funcione tendr¨ªa que recortar gasto p¨²blico, y decir de d¨®nde, sostiene Rubalcaba. La f¨®rmula de este es subir impuestos a los m¨¢s ricos para subvencionar el empleo, garantizar el control del d¨¦ficit sin recortar el Estado de bienestar, y pedir un plan masivo de la Uni¨®n Europea de inversiones y est¨ªmulos. Que lo debatan el lunes en televisi¨®n, y que den razones para votar. Razones, y no simples peticiones de confianza.
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