¡°Los profesores por vocaci¨®n son unos supervivientes¡±
Decenas de alumnos han ganado premios de investigaci¨®n junto al profesor Manuel De La Fuente
El a?o pasado, en un peque?o instituto de una peque?a localidad c¨¢ntabra, hab¨ªa un chaval repetidor al que siempre estaban echando de clase por incordiar. En una de esas, un profesor le vio por el pasillo y le invit¨® a entrar en su aula, donde estaba ense?ando investigaci¨®n en ciencias sociales. Esto ocurri¨® m¨¢s veces y, poco a poco, el chaval se fue animando; cada vez que le echaban de cualquier clase, se met¨ªa en la de investigaci¨®n. Al final de curso, su trabajo sobre embriolog¨ªa (replic¨®, paso a paso, un estudio de Arist¨®teles sobre el desarrollo de los polluelos) acab¨® ganando el tercer premio en un certamen nacional.
¡°Si encuentras algo que realmente le interese al alumno, ya te lo has ganado, ya no le importa las horas que tenga que echar, el trabajo que tenga que hacer¡±, cuenta Manuel de la Fuente Mer¨¢s, profesor del instituto p¨²blico Estelas de Cantabria, en Los Corrales de Buelna, una ciudad de 10.000 habitantes muy cercana a Torrelavega. Un entorno ¡°m¨¢s obrero que agr¨ªcola¡± de clases medias y medias bajas donde muchos chavales han estado durante a?os saltando del instituto a la obra apenas cumpl¨ªan los 16.
¡°Hay profesores que no entienden que un alumno puede ser intelectualmente muy bueno, pero acad¨¦micamente muy malo, y no pasa nada¡±, dice este docente de Filosof¨ªa desde hace 14 a?os y que hace seis baj¨® el ritmo porque le dio un ictus en mitad de una clase. Pero sigui¨® con su tarea y sus alumnos siguieron ganando premios: en torno a medio centenar han obtenido galardones, auton¨®micos y nacionales, por las investigaciones que han hecho con ¨¦l.
Entre recortes presupuestarios y protestas (en Cantabria, los primeros son incipientes y las segundas, t¨ªmidas, aunque el temor es que ambos vayan a m¨¢s despu¨¦s de las elecciones), han llegado en los ¨²ltimos meses a EL PA?S numerosos correos pidiendo que se reflejara el trabajo de todos esos docentes que se dejan la vida, sin contar las horas que dedican, con sus alumnos. Uno de ellos era de un periodista c¨¢ntabro que hablaba de Manuel de la Fuente y de todos sus premios.
El profesor cuenta que las declaraciones de Esperanza Aguirre (por las que luego pidi¨® disculpas), insinuando que los docentes son un poco vagos, hirieron profundamente las aulas de toda Espa?a; tambi¨¦n las c¨¢ntabras. ¡°Solo tendr¨ªan que pasar un d¨ªa en un instituto para darse cuenta... La gente no se cree que puedas salir sudando de una clase de 45 minutos¡±. La sociedad es complicada y los institutos p¨²blicos necesitan recursos, pues los profesores van a trabajar igual, pero el resultado ser¨¢ mejor o peor para toda la sociedad si lo hacen en unas condiciones u otras. Eso ser¨¢ as¨ª aunque los buenos docentes, los que lo son por vocaci¨®n, siempre estar¨¢n ah¨ª: ¡°Son aut¨¦nticos supervivientes¡±, aunque, dice con tristeza, cada vez son menos. Adem¨¢s, a?ade que hay mucho des¨¢nimo instalado en las escuelas.
Pero el caso es que cada lunes vuelve a haber clase y chavales a los que educar, para los que encontrar ese clic que les despierte. Este a?o, un alumno al que le gusta mucho el f¨²tbol est¨¢ preparando un trabajo sobre este deporte y las matem¨¢ticas, y los programas inform¨¢ticos que se est¨¢n aplicando a los entrenamientos. Se quiere centrar en dos porteros: Casillas y Vald¨¦s. ¡°A ver si sale¡±, dice con tranquilidad. De la Fuente est¨¢ orgulloso de todos sus estudiantes, cuenta, pero de los que m¨¢s se acuerda es de los que no ganaron.
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