El reto de saber pedir sacrificios
La crisis que padecemos en Espa?a es de tal magnitud que, con algunas variaciones, casi todos los partidos pol¨ªticos y los analistas econ¨®micos coinciden en que, para superarla, es ineludible una reducci¨®n del d¨¦ficit fiscal de las Administraciones P¨²blicas.
Parece, pues, inevitable que el partido ganador de las elecciones del 20-N apruebe un paquete de medidas que incluyan subidas de alg¨²n impuesto y/o rebaja de gastos p¨²blicos que supongan sacrificios para todos aquellos que, finalmente, los deban soportar.
Pero imponer sacrificios puede hacerse de forma imperativa, con la legitimidad que proporciona una victoria electoral, o de una forma m¨¢s razonada que facilite su comprensi¨®n y aceptaci¨®n.
Saber pedir sacrificios no es una tarea f¨¢cil y exige toda una serie de actuaciones que podr¨ªamos resumir en tres.
En primer lugar, los nuevos gobernantes deber¨¢n acreditar que son diligentes en el manejo de los fondos p¨²blicos que administran. El ciudadano debe tener el convencimiento de que los gastos de inversi¨®n son acometidos siguiendo exigentes criterios de rentabilidad, evitando as¨ª la actual sensaci¨®n de falta de rigor al contemplar autopistas vac¨ªas, aeropuertos inactivos, grandiosos museos que apenas tienen nada que ense?ar, universidades con m¨¢s profesores que alumnos, televisiones p¨²blicas que nadie ve¡
Igualmente, en el apartado de los gastos sociales, que son los m¨¢s sensibles para la ciudadan¨ªa, el nuevo Gobierno debe extremar al l¨ªmite el an¨¢lisis coste-beneficio, muy especialmente en el gasto sanitario, en el que la pol¨ªtica de ¡°barra libre¡± no puede seguir siendo la pauta general de actuaci¨®n porque acabar¨ªa ahogando financieramente a las Comunidades Aut¨®nomas.
En segundo lugar, y al mismo tiempo que la sensaci¨®n de buena administraci¨®n legitima a los gobernantes a pedir sacrificios, tambi¨¦n es cr¨ªtico que los ciudadanos perciban que el reparto de la carga se hace de forma equitativa entre todos.
Ser¨¢ dif¨ªcil concretar cu¨¢les han de ser los colectivos afectados, pero algo parece claro: nuestra juventud no puede seguir soportando tasas de paro del 45%. No podemos pedirles m¨¢s. Tenemos que centrarnos en ellos y anunciarles que los primeros que se beneficiar¨¢n de los futuros efectos positivos del ajuste ser¨¢n ellos. Un Estado con la mitad de sus j¨®venes en paro puede denominarse de cualquier forma salvo Estado de Bienestar.
Finalmente, y en tercer lugar, es importante transmitir a los ciudadanos la idea de que, si se cumplen esos sacrificios, la econom¨ªa y el pa¨ªs saldr¨¢n adelante, volviendo a tasas de paro asumibles.
Si en 1999 Espa?a logr¨® cumplir con los tres requisitos para su entrada en el euro, ?por qu¨¦ no vamos a poder superar este nuevo desaf¨ªo si trabajamos juntos y con retos concretos?
Transmitir esta ilusi¨®n y esta nueva confianza debe ser uno de los ejes fundamentales de actuaci¨®n del nuevo Gobierno, para lo que ser¨¢ necesario, adem¨¢s de liderazgo, una pol¨ªtica de comunicaci¨®n proactiva dirigida a explicar bien por qu¨¦ los ajustes son necesarios y qu¨¦ se persigue con ellos.
Por el bien de todos, le deseo al futuro Ejecutivo el m¨¢ximo de aciertos.
Ignacio Garralda es el presidente de Mutua Madrile?a
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