Den ejemplo

Esta es una historia de renuncias. Y tiene tres f¨®rmulas, cada cual m¨¢s imperfecta. Veamos:

1. Dejar el trabajo para ser madre se ha convertido en una opci¨®n inevitable para demasiadas mujeres que no han podido compatibilizar la maternidad con su b¨²squeda leg¨ªtima de una fuente de ingresos y de realizaci¨®n profesional. Estos son los datos: el 16% de las mujeres trabajadoras abandonan su empleo al convertirse en madres, seg¨²n datos citados en este peri¨®dico por Carmen Mor¨¢n. No es una cifra alentadora para el desarrollo de un pa¨ªs y habla muy mal de la gesti¨®n que empresas y autoridades consiguen de una econom¨ªa que necesita talento, fuerza de trabajo y una mayor fecundidad para equilibrar las cuentas.

2. Olvidar la maternidad para seguir trabajando y no interrumpir una carrera es otra de las opciones nefastas para una sociedad que tendr¨¢ en 2060 un 60% de mayores de 65 a?os respecto a la poblaci¨®n trabajadora. Espa?a, por su elevada esperanza de vida, es uno de los pa¨ªses que afronta un mayor envejecimiento de su poblaci¨®n. ?Qui¨¦n pagar¨¢ las pensiones? Ese 1,38 hijos que tenemos por mujer no bastar¨¢.

La leg¨ªtima aspiraci¨®n no est¨¢ en la renuncia a los derechos, sino en su pr¨¢ctica plena y sin culpa

3. Renunciar a la baja maternal para seguir trabajando tambi¨¦n se ha convertido en opci¨®n habitual. El 18% de las mujeres con cargo deja al ni?o y prescinde de su baja, una de cuyas funciones es la recuperaci¨®n f¨ªsica de la persona que ha dado a luz. ?Creemos que eso es voluntario? Sensu stricto s¨ª, claro. La hipermotivaci¨®n que supone acometer asuntos pendientes, gobernar un pa¨ªs o satisfacer a los temidos o admirados superiores puede superar en ocasiones la de quedarse junto al ni?o. ?Es cualquiera de esas cosas m¨¢s excepcional que los primeros momentos de vida de un hijo? Perm¨ªtanme que lo dude, por m¨¢s pol¨ªticamente incorrecto que resulte hacerlo.

La exministra francesa Rachida Dati, que gener¨® fuertes cr¨ªticas cuando regres¨® al trabajo cinco d¨ªas despu¨¦s de dar a luz, me dijo cuando le pregunt¨¦ sobre el tema: ¡°El primer derecho de las mujeres es poder elegir: elegir trabajar o elegir quedarse con su hijo. Cada opci¨®n es respetable¡±.

Y es respetable, c¨®mo no lo va a ser, tanto como la opci¨®n que tome la posible vicepresidenta del Gobierno, S¨¢enz de Santamar¨ªa. Pero las m¨¢s mortales, las mujeres an¨®nimas que sufren para compatibilizar maternidad y trabajo en una sociedad tan atrasada en conciliaci¨®n como la nuestra, aspiran a mirarse en espejos que las ayuden un poco m¨¢s que la ley. Los gestos, se?oras, ayudan.

Y, teng¨¢moslo claro, la verdadera igualdad, la leg¨ªtima aspiraci¨®n, no est¨¢ en la renuncia a los derechos, sino en su pr¨¢ctica plena, sin racaner¨ªa y sin culpabilidad.