El PSOE y su ¡®exilio¡¯ interior
Ese partido debe analizar por qu¨¦ ha perdido la confianza de tantos ciudadanos progresistas
En las recientes elecciones el PSOE ha perdido m¨¢s de cuatro millones de votos. Un desplome electoral sin precedentes que ya se produjo en las municipales y auton¨®micas de mayo pasado. Los ciudadanos espa?oles, preocupados por el futuro de su empleo y atemorizados por la recesi¨®n, han decidido de forma mayoritaria confiar en que el PP gestionar¨¢ mejor las cuestiones relacionadas con la econom¨ªa. Una forma clara y contundente de expresar que el PSOE no es percibido como opci¨®n de Gobierno. Un mensaje inequ¨ªvoco de que el PSOE debe detenerse a pensar muy seriamente las causas que explican su progresiva p¨¦rdida de confianza entre los ciudadanos progresistas y entre los nuevos votantes j¨®venes desde mitad de los noventa del siglo XX.
Sin caer en el error de atribuirlo en exclusiva a la crisis y a su mala gesti¨®n y pregunt¨¢ndose acerca de su alarmante retirada del tejido social auspiciada por muchos de sus dirigentes, hoy replegados en sus sedes e incluso alejados de su propia militancia de base. Un proceso ag¨®nico de jibarizaci¨®n cuya primera consecuencia ha sido la p¨¦rdida progresiva de capital humano hasta extremos que hoy dificultan el relevo y la renovaci¨®n sobre bases consistentes. De nada sirve escudarse en el argumento de que el PP ha alcanzado un techo electoral. Entre otras cosas porque no es seguro que las expectativas del PSOE hayan tocado fondo.
Hace tiempo que el PSOE debe enfrentarse a dos desaf¨ªos de largo alcance que nada tienen que ver con debates ef¨ªmeros o de corto plazo centrados en la organizaci¨®n de un congreso o en posibles candidatos. El primero guarda relaci¨®n con las dificultades que la socialdemocracia europea evidencia para entender los profundos cambios geopol¨ªticos (con la ca¨ªda del comunismo y la transformaci¨®n de las capacidades del Estado) y sociales (transformaci¨®n de los mercados de trabajo asociados a la deslocalizaci¨®n, desaparici¨®n de la clase obrera tradicional, emergencia de un nuevo proletariado de servicios, transformaci¨®n de estructuras familiares, tensiones en sociedades crecientemente multiculturales y aumento de las desigualdades sociales) ocurridos en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Mientras el Estado ha limitado sus capacidades y se ha producido el final de la tradicional coalici¨®n obrera, la socialdemocracia no ha sido capaz de construir una nueva coalici¨®n basada en una propuesta diferenciada y adaptada a estos cambios.
Se ha convertido en una organizaci¨®n vieja y autista, dirigida por un aparato alejado de la realidad
En consecuencia, el primer desaf¨ªo, tambi¨¦n para el PSOE, es tejer esa nueva mayor¨ªa dando respuestas a una sociedad distinta. Proponiendo una agenda propia y cre¨ªble para abordar la crisis y la recesi¨®n en Europa. Afianzado su programa de reformas frente a la emergencia de nuevos populismos que hoy cuentan con amplio apoyo entre la base natural de los partidos socialdem¨®cratas, desde Noruega o Finlandia hasta Francia. Demostrando que sabe acometer los problemas de competitividad y de productividad y que sus propuestas sirven para crear empleo. Ofreciendo alternativas propias para garantizar el futuro del modelo socioecon¨®mico sobre bases justas y solidarias. Proponiendo soluciones a la creciente fragmentaci¨®n de nuestras sociedades en las que se empobrecen las clases medias y se ampl¨ªa la distancia entre los ¡°incluidos¡± y los ¡°excluidos¡±, entre el ¡°centro¡± del sistema social y la ¡°periferia¡±, al tiempo que se reducen las posibilidades de movilidad social.
Debe ser capaz de demostrar que existen otros guiones posibles. Una tarea dif¨ªcil, como bien reflejan las reflexiones aportadas por decenas de centros de pensamiento progresistas europeos. Tanto da que hablemos del SPD alem¨¢n, de la socialdemocracia n¨®rdica, del laborismo brit¨¢nico, del socialismo franc¨¦s o del socialismo espa?ol. Sabiendo adem¨¢s que a la derecha pol¨ªtica le resulta m¨¢s sencillo construir un relato para estos tiempos inciertos y que en nuestras sociedades se ha desvanecido la supuesta superioridad moral de la izquierda pol¨ªtica. Entendiendo bien los cambios y la fragmentaci¨®n que dificultan la construcci¨®n de nuevos proyectos mayoritarios.
Aqu¨ª quiero destacar dos: en primer lugar, el aumento de la apat¨ªa, el desapego y expresiones de cinismo pol¨ªtico; y en segundo lugar, el apoyo expl¨ªcito o impl¨ªcito a opciones pol¨ªticas extremas, de izquierda o de derecha. La lealtad del electorado europeo se ha modificado a la par que se ha modificado la estructura social. Esto se traduce en una mayor facilidad para la emergencia de partidos de una sola cuesti¨®n (single issue parties) o de partidos minoritarios de izquierda o de extrema derecha a costa, b¨¢sicamente, de las formaciones socialdem¨®cratas tradicionales.
Pero el PSOE se enfrenta a un desaf¨ªo espec¨ªfico a¨²n m¨¢s dif¨ªcil: que la organizaci¨®n renuncie a su actual estructura, que sus actuales dirigentes cedan voluntariamente el testigo y tengan la generosidad y la visi¨®n necesarias para propiciar y facilitar un cambio profundo, sincero y visible. Si no lo hacen seguir¨¢n contando con la amplia indiferencia de millones de ciudadanos que son de izquierdas pero no reconocen al PSOE como una alternativa de izquierdas.
Hace tiempo que todas las evidencias indican que es una organizaci¨®n que responde al modelo de partido viejo y autista. Viejo nada tiene que ver con hist¨®rico y mucho menos con la edad (muchos ciudadanos de izquierda, en especial los m¨¢s j¨®venes, tienen a Jos¨¦ Luis Sampedro o a Mandela entre sus referentes), sino con actitudes y visiones. En el PSOE hay demasiados dirigentes sin biograf¨ªa laboral propia que entienden la pol¨ªtica como un oficio. Se han apropiado indebidamente de unas siglas que pertenecen a m¨¢s de 10 millones de ciudadanos. Muchas organizaciones regionales y locales, raqu¨ªticas, han perdido toda conexi¨®n con su entorno.
La mayor parte de las listas de diputados y senadores que han presentado son la mejor muestra de las patolog¨ªas que aquejan a una organizaci¨®n hoy dominada por conservadores que iluminan el camino con las linternas del pasado como dir¨ªa Bobbio. Disfunciones y patolog¨ªas que agrandan la brecha con una sociedad que no acepta pr¨¢cticas y comportamientos de reducidos aparatos org¨¢nicos alejados de la realidad, que consumen su energ¨ªa en asegurarse fidelidades creando dependencias en lugar de redes sociales y que concentran sus esfuerzos en la lucha por el control de la organizaci¨®n para perpetuarse en ella.
Los socialistas franceses han demostrado que las renovaciones democr¨¢ticas son posibles
Reclamo un proceso constituyente que saque al PSOE de su exilio interior. Un aut¨¦ntico cambio de direcci¨®n y de orientaci¨®n, como el ocurrido en Suresnes o como el liderado a?os m¨¢s tarde por Felipe Gonz¨¢lez con una renuncia que sirvi¨® para cimentar una nueva mayor¨ªa social. Un nuevo proyecto que revise a fondo el significado del acr¨®nimo PSOE: cambiando por completo la estructura del partido, adaptando la alternativa socialista, revisando el significado de obrero y dando un contenido m¨¢s federal al t¨¦rmino espa?ol. Porque ninguna de las iniciales tiene el mismo significado que hace 20 a?os.
Un nuevo proyecto en absoluto defensivo, como dir¨ªa Judt, donde las listas abiertas, la limitaci¨®n de mandatos y la defensa de un proceso de primarias para elegir candidatos, abierto a simpatizantes y electores, sean la base sobre la que reconciliar a millones de ciudadanos con el proyecto socialdem¨®crata. El camino abierto por el Partido Socialista Franc¨¦s indica que las innovaciones democr¨¢ticas son posibles y saludables.
Este punto de inflexi¨®n, tan necesario como inaplazable, no est¨¢ alcance de un congreso federal ordinario, no se resuelve recurriendo a reglamentos y estatutos, sino que requiere soluciones extraordinarias. La estrategia de supervivencia y de resistencia aprobada por quienes integran los ¨®rganos federales de direcci¨®n es una hoja de ruta equivocada. Ni siquiera han sido capaces de asumir su responsabilidad en la derrota, un gesto esencial en democracia. Es el camino elegido por unos dirigentes que ha conducido al PSOE a la irrelevancia pol¨ªtica.
El futuro del socialismo espa?ol no se deber¨ªa decidir a puerta cerrada. Hay m¨¢s de 10 millones de espa?oles concernidos a los que se deber¨ªa dar la posibilidad de opinar. Mientras sus dirigentes sostienen que es el tiempo de los militantes, muchos ciudadanos creemos que deber¨ªa ser el tiempo de los ciudadanos porque esa opci¨®n pol¨ªtica no es patrimonio exclusivo de sus afiliados. Este otro camino significa apostar por innovaciones democr¨¢ticas sin recelos, abriendo procesos de consulta y participaci¨®n a escala estatal, regional y local.
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