Controladores a la espera
Salvo un controlador despedido y varios sancionados en Santiago por un paro previo al del puente, la triste realidad de una justicia inoperante se impone
Hace ahora un a?o, un extra?o virus atac¨® simult¨¢neamente a cientos de controladores a¨¦reos que se ausentaron al un¨ªsono del trabajo alegando indisposici¨®n. Ello provoc¨® el cierre del espacio a¨¦reo espa?ol en pleno puente. Como bien dedujo en su momento la empresa AENA, aquel plante no pudo deberse a un germen nunca hallado, sino a una acci¨®n sindical y coordinada.
Es verdad que el desaf¨ªo agu¨® la fiesta a miles y miles de viajeros, pero tambi¨¦n es cierto que el consuelo lleg¨® enseguida de la mano de AENA y de un Gobierno dispuesto a terminar con los faroles de un colectivo privilegiado que llevaba 30 a?os logrando mejoras salariales y laborales de chantaje en chantaje. Un nuevo convenio que termina con sus privilegios, una liberalizaci¨®n del servicio que limita su capacidad de extorsi¨®n y, sobre todo, los 430 expedientes abiertos fueron los mimbres de la gran revancha nacional.
Como un ataque b¨¦lico en toda regla, el contraataque se organiz¨® por una triple v¨ªa: la administrativa, la judicial y la laboral. Con la maquinaria del Estado en marcha, la amenaza para los controladores es real: despidos fulminantes, sanciones laborales y multas de entre 90.000 y 230.000 euros.
Un a?o despu¨¦s, sin embargo, la gran venganza est¨¢ por llegar. Salvo un controlador despedido y varios sancionados en Santiago por un paro previo al del puente, la triste realidad de una justicia inoperante se impone. La v¨ªa judicial ha paralizado las otras, de modo que la causa sobrevive en el surrealismo habitual. De otra manera no se entiende que un a?o despu¨¦s una juez haya pedido a los mismos imputados sus n¨²meros de m¨®vil para rastrear sus mensajes y llamadas en aquellos d¨ªas de sedici¨®n.
No hac¨ªa falta ser Sherlock Holmes para intuir que esa prueba era elemental. Lo chocante es que llegue tan tarde y la justicia no tenga otro modo de obtener los m¨®viles de los imputados que, obviamente, se resisten a darlos.
Ante poder¨ªo tan rid¨ªculo por parte de un juzgado pueden estar tranquilos los colectivos que sigan los pasos de los controladores. A algunos, por cierto, igual les llega la sanci¨®n una vez jubilados.
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