?Combatir a los nacionalismos?
PP y UPyD adoptan el nacionalismo espa?ol contra el catal¨¢n
El pasado 6 de noviembre Mario Vargas Llosa public¨® un art¨ªculo en estas p¨¢ginas para anunciar su voto a UPyD en las elecciones generales. El art¨ªculo suscit¨® un considerable revuelo, del que ya se ocup¨® muy atinadamente en su d¨ªa la Defensora del Lector. Ahora mi intenci¨®n no es reanudar una discusi¨®n ya cerrada sino analizar uno de los argumentos de Vargas Llosa a favor de UPyD, que los resultados del 20-N hacen especialmente relevante.
Seg¨²n el insigne escritor, desde que naci¨® como organizaci¨®n pol¨ªtica, UPyD ¡°ha combatido al nacionalismo ¡ªa los nacionalismos¡ª con resoluci¨®n y sin complejos¡±. Sin duda, UPyD ha combatido a los nacionalismos vasco y catal¨¢n con resoluci¨®n y sin complejos. Lo que sorprende es que un autor tan perspicaz como Vargas Llosa no sea capaz de ver que este combate se ha producido desde una posici¨®n que es, a su vez, netamente nacionalista.
PP y UPyD tienen algo en com¨²n: ambos adoptan el nacionalismo espa?ol contra el catal¨¢n
En enero de 2008 Rosa D¨ªez visit¨® Barcelona y particip¨® en un coloquio-almuerzo organizado por el C¨ªrculo Ecuestre. Preguntada por el car¨¢cter nacional de Catalu?a, la l¨ªder de UPyD se expres¨® con resoluci¨®n y sin complejos: ¡°Catalu?a no es una naci¨®n, lo diga o no el Estatuto. En Espa?a solo hay una naci¨®n, que es la naci¨®n espa?ola. Hay cosas que existen y otras que uno se inventa¡±. El problema es que cualquier analista con cuatro nociones claras de teor¨ªa del nacionalismo no dudar¨ªa en calificar de nacionalista (espa?ol) este postulado antinacionalista (catal¨¢n).
En este punto, la posici¨®n de UPyD no es distinta de la del Partido Popular. En el XVI congreso del partido, celebrado tambi¨¦n en 2008, se aprob¨® una ponencia pol¨ªtica con un apartado que podr¨ªa haber redactado directamente Rosa D¨ªez: ¡°Creemos que Espa?a es la ¨²nica realidad hist¨®rica y pol¨ªtica de todos los espa?oles. Frente a lo que otros proponen, la Espa?a constitucional no es una confederaci¨®n de naciones ni un Estado federal, sino una sola naci¨®n cuya soberan¨ªa corresponde ¨²nica y exclusivamente al pueblo espa?ol¡±. Para remachar su tesis, el Partido Popular no dud¨® en forzar las posibilidades de la historia en clara sinton¨ªa con la doctrina franquista: la naci¨®n espa?ola se basa ante todo ¡°en la herencia de la Hispania romana y visigoda¡±, y en cualquier caso la unidad espa?ola ¡°qued¨® definitivamente consolidada a partir de 1516, con la llegada al trono de Carlos I¡±, como si despu¨¦s de 1516 nadie hubiera tenido que bombardear nunca Barcelona.
El pasado 20 de noviembre Vargas Llosa y otros 1.140.241 espa?oles votaron al partido de Rosa D¨ªez. El problema es que el mensaje de Rosa D¨ªez no cal¨® en Catalu?a, donde obtuvo poco m¨¢s del 1% de los votos. Naturalmente, siempre podremos creer que en Catalu?a el mensaje de UPyD lo vehicula el Partido Popular, pero tampoco podemos decir que el PP arrasara en esa comunidad (qued¨® tercero, con el 20,7% de los votos). Antes al contrario, quienes arrasaron en Catalu?a fueron los que creen que en Espa?a no hay una sola naci¨®n, diga lo que diga la Constituci¨®n espa?ola. Treinta y seis de los 47 diputados en juego, para ser m¨¢s exactos.
Los nacionalistas catalanes de CiU pecan de lo mismo que los nacionalistas espa?oles del PP
Ante estos resultados, ?c¨®mo hay que proceder? Descartando de entrada nuevos bombardeos, la primera posibilidad es ir repitiendo la cantinela. Digan lo que digan los catalanes, Catalu?a no es una naci¨®n, etc¨¦tera. Es la receta para acelerar el efecto contrario de lo que se persigue, es decir, esa ¡°desintegraci¨®n¡± de Espa?a que tanto teme Vargas Llosa. La otra posibilidad es negociar (s¨ª, una vez m¨¢s) para seguir acomodando en Espa?a a los catalanes que consideran que Catalu?a es una naci¨®n. En el caso de Catalu?a, la acomodaci¨®n pasa por un artilugio llamado ¡°pacto fiscal¡±, que nadie sabe en qu¨¦ consiste exactamente pero que recibe el apoyo mayoritario de los catalanes. Eso s¨ª, el pacto fiscal no debe plantearse como una panacea. Catalu?a sufre un d¨¦ficit fiscal con Espa?a que resulta excesivo a todas luces (en Alemania estar¨ªa directamente prohibido), pero resolver el d¨¦ficit fiscal no es lo mismo que resolver la crisis. El pasado 22 de noviembre, cuando Artur Mas anunci¨® la segunda oleada de recortes en las cuentas catalanas, solt¨® aquello de que los sacrificios no ser¨ªan necesarios si Catalu?a recaudara, gestionara, liquidara e inspeccionara todos los impuestos generados en Catalu?a. La verdad es que la pol¨ªtica comparada no abona este postulado.
En Espa?a, las comunidades aut¨®nomas que gozan de concierto econ¨®mico no han podido evitar los recortes. Y es evidente que en Europa ning¨²n Estado soberano est¨¢ a salvo de los mismos. Entre ciertos independentistas catalanes se populariz¨® un dicho: la autonom¨ªa que necesita Catalu?a es la de Portugal. Pues bien, la ¡°autonom¨ªa de Portugal¡± no ha permitido que Portugal sortee la crisis sin necesidad de severos ajustes presupuestarios.
En este sentido, los nacionalistas catalanes de CiU pecan de lo mismo que los nacionalistas espa?oles del PP. Atribuyendo la situaci¨®n a la mala gesti¨®n de Zapatero (PP) o al d¨¦ficit fiscal con Espa?a (CiU) ambos partidos est¨¢n enfrascados en una suerte de mus local mientras la verdadera partida de p¨®quer (?o de ruleta rusa?) se est¨¢ disputando en la calle Willy Brandt de Berl¨ªn.
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