Se enterr¨® la crispaci¨®n
Llam¨® la atenci¨®n su decisi¨®n de tomarse un tiempo para afrontar las reformas que pide la UE
¡°No he venido a polemizar¡±. Esta expresi¨®n de Mariano Rajoy, en la mitad del debate con el l¨ªder de la oposici¨®n, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, reflej¨® el clima de la sesi¨®n de la investidura del candidato del PP. El debate enterr¨®, ?ojal¨¢ sea para toda la legislatura!, ocho a?os de pol¨ªtica de crispaci¨®n que ha tenido como marco el Congreso desde que en 2004 el PP perdi¨® las elecciones inesperadamente. Rajoy facilit¨® el buen clima al eludir el argumento de la herencia recibida en su exposici¨®n de la gravedad de la crisis. Por momentos, como cuando apel¨® a la unidad de todos los partidos para afrontar la recesi¨®n, record¨® intervenciones recientes de Zapatero.
Pero la guinda principal la puso Rubalcaba que, como l¨ªder de la oposici¨®n, fij¨® una nueva regla de actuaci¨®n al renunciar al discurso ideol¨®gico y desempolvar el modelo de ¡°oposici¨®n ¨²til¡± que en su d¨ªa populariz¨® Zapatero. Y lo hizo ante un Rajoy, previsible en su compromiso con la Uni¨®n Europea de reducci¨®n del d¨¦ficit, en el enunciado de sus propuestas econ¨®micas para afrontar la crisis (ley de estabilidad presupuestaria, saneamiento financiero, nueva reforma laboral, etc.), pero muy impreciso en la implantaci¨®n de sus medidas. Una imprecisi¨®n que fue a¨²n m¨¢s notoria al confirmar, como lo ven¨ªa anunciando desde hace tiempo, que no subir¨¢ los impuestos.
El pr¨®ximo presidente no utiliz¨® la sesi¨®n de investidura para anunciar la pol¨ªtica de recortes, en toda su crudeza, para alcanzar el compromiso de d¨¦ficit. S¨ª apunt¨® una reducci¨®n del gasto p¨²blico, la reducci¨®n de organismos p¨²blicos y duplicidades administrativas. Pero no precis¨® m¨¢s y todo apunta que ser¨¢n profundas en la medida en que se comprometi¨® a no subir los impuestos.
Es m¨¢s. Llam¨® la atenci¨®n su decisi¨®n de tomarse un tiempo para afrontar las reformas que le urge la Uni¨®n Europea (la financiera, la presupuestaria, la energ¨¦tica...) y las aplaz¨® a finales de marzo de 2012. Rajoy justific¨® que para entonces tendr¨¢ un cuadro claro de las magnitudes macroecon¨®micas (d¨¦ficit, crecimiento, etc.).
Rubalcaba, en su inauguraci¨®n de la oposici¨®n ¨²til, combin¨® la pol¨ªtica de oferta de pactos a Rajoy con el tanteo a su terreno de oposici¨®n. Se dibuj¨® que Rubalcaba va a buscar acuerdos con el Gobierno del PP en las pol¨ªticas ante la Uni¨®n Europea frente a la crisis; en las pol¨ªticas de empleo y en la reforma de la Administraci¨®n.
Pero tambi¨¦n empez¨® a vislumbrar su terreno de oposici¨®n. Aunque Rajoy dio pocas pistas sobre el calado de los recortes, Rubalcaba ya fij¨® l¨ªneas rojas en materia educativa ¡ªrechazar¨¢ la reforma de un bachillerato de tres a?os del PP¡ª y en la nueva reforma laboral al oponerse a otro abaratamiento del despido. Tambi¨¦n apunt¨® otra l¨ªnea de oposici¨®n ante el silencio de Rajoy sobre las pol¨ªticas de est¨ªmulo al crecimiento en contraste con su ¨¦nfasis en la reducci¨®n de d¨¦ficit.
Pero Rajoy, al confirmar su compromiso de mantener el poder adquisitivo de las pensiones, cuenta con un arma latente de contraataque contra el PSOE, tras la congelaci¨®n de las pensiones en 2011 por parte del Gobierno socialista. Del mismo modo que con la confirmaci¨®n por parte de Rajoy de mantener la jubilaci¨®n a los 67 a?os se puso en evidencia la demagogia de la que hizo gala al oponerse a esta medida cuando estaba en la oposici¨®n. Pero ni Rubalcaba ni Rajoy quisieron entrar por ah¨ª. Prefirieron competir en juego limpio.
Como apunte curioso, Rajoy ni ment¨® su posici¨®n ante la gesti¨®n del final de ETA. Se supone que lo ha pospuesto para la respuesta a los partidos nacionalistas. En todo caso, ha enviado el mensaje de que no es una prioridad de su Gobierno.
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