Lo de Cotino no tiene perd¨®n
?C¨®mo es posible que una simple juececilla osara llamarle la atenci¨®n para que guardase cola?
Lo que le pas¨® a Juan Cotino en la primera sesi¨®n del juicio de los trajes de Camps no tiene perd¨®n divino. Muy enojado, el presidente de las Cortes de Valencia removi¨® Roma con Santiago y se encomend¨® a Federico Trillo (gran mu?idor del PP en la justicia terrenal) y a Rita Barber¨¢ para que elevasen la afrenta a los altares de Mariano Rajoy.
?C¨®mo era posible que una simple juececilla osara llamarle la atenci¨®n para que guardase cola junto a los dem¨¢s valencianos que pretend¨ªan asistir al juicio de Camps? Nada menos que a ¨¦l, el jefazo de todos los polic¨ªas de Espa?a con Aznar; y ahora, crucifijo en mano, presidente de las Cortes. Y es que tama?a insolencia no tiene parang¨®n. O eso debi¨® pensar Cotino cuando el capit¨¢n de los guardias civiles del Palacio de Justicia de Valencia le pidi¨® ¡°amablemente¡± que se pusiera a la cola. ?rdenes de arriba, acert¨® a decir. ¡°El hombre no sab¨ªa c¨®mo dec¨ªrmelo, y no he querido ponerle en un aprieto¡±, contaba Cotino horas despu¨¦s, en un receso de la vista. A¨²n con cara sofocada.
La petulante juececilla es Pilar de la Oliva, presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, sustituta de Juan Luis de la R¨²a, el juez ¡°m¨¢s que amigo de Camps¡±, el que le salv¨® durante un tiempo de caer a los infiernos. Cotino debi¨® interpretar tal correcci¨®n (absurda, trat¨¢ndose de ¨¦l) como una conspiraci¨®n de la ira mala. Y extendi¨® la consigna entre los suyos, lo cuenta uno muy pr¨®ximo, de que hay que cortar cabezas, como la espada justiciera el arc¨¢ngel san Miguel hizo con el drag¨®n. La veda est¨¢ abierta. Y es que resulta inadecuado mantener a una hereje al frente del tribunal llamado por la ley humana a investigar si el grupo empresarial de la familia Cotino contribuy¨® con dinero (las ep¨ªstolas policiales revelan que s¨ª) a financiar los actos que la red G¨¹rtel organiz¨® para el Partido Popular de Valencia. Siempre por obra y gracia de un alma amiga, la de Alvarito, otrora tocado por un bigote pecador.
Se habla en Valencia, tambi¨¦n, del concilio secreto que algunos fines de semana lidera el expresidente Camps con algunos de sus m¨¢s estrechos ac¨®litos (Cotino, Jorge Cabr¨¦ o Paula S¨¢nchez de Le¨®n) en una lujosa y aireada casa de El Palmar. All¨ª, aparte de trazar maniobras para frenar la delaci¨®n del judas Jos¨¦ Tom¨¢s, el sastre, el m¨¢s terrible de los ogros, tambi¨¦n se habla de pol¨ªtica terrenal. Porque se dice en la capital del Turia que Camps rumia volver si logra que los pr¨®jimos (nueve) que le enjuician desde el d¨ªa 12 le absuelvan de todos los males.
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