Urdangarin de ida y vuelta
El duque intent¨® pasar inadvertido en su viaje a Espa?a para visitar a sus padres La infanta Cristina casi no sale de casa
I?aki Urdangarin libra dos batallas: en los tribunales, donde se enfrenta a una imputaci¨®n por cinco presuntos delitos, y otra en su vida cotidiana, donde la pol¨¦mica no deja de seguirle los pasos. Desde que se abri¨® una investigaci¨®n sobre su participaci¨®n en la Operaci¨®n Babel la vida del duque de Palma se ha convertido en una aut¨¦ntica cuesta arriba. En Washington, la presi¨®n alcanza hasta los peque?os asuntos dom¨¦sticos y se acent¨²a a¨²n m¨¢s cuando, por ejemplo, decide romper las recomendaciones de la Casa del Rey y viaja a Espa?a para ver a sus padres.
Todas las alarmas se encendieron a principios de esta semana, cuando una agencia distribuy¨® las primeras im¨¢genes de Urdagarin tras la imputaci¨®n en el aeropuerto de Washington. El duque iba arrastrando dos maletas y acompa?ado de un polic¨ªa. Los fot¨®grafos siguieron sus pasos hasta que descubrieron su maniobra. Hizo ver que tomaba un avi¨®n con destino a Madrid cuando en realidad embarc¨® en otro rumbo a Londres. Desde ese momento se le perdi¨® la pista. Y es que el duque todav¨ªa disfruta de ciertas prebendas como tener trato preferente para pasar aduanas que le permiten esquivar a la prensa.
Una veintena de c¨¢maras le aguardaban en el aeropuerto de Bilbao y la casa de sus padres en Vitoria estaba tomada tambi¨¦n por los periodistas. Todos ellos conocedores de que el destino final era reunirse con sus padres a los que hac¨ªa meses no ve¨ªa. La situaci¨®n de su padre Juan, gravemente enfermo, y de su madre Clara, muy afectada por la situaci¨®n de su hijo, reclamaban su presencia. Nunca lleg¨®.
Hay quien asegura haberle visto en Barcelona. Otras fuentes van m¨¢s all¨¢ y explican que una de sus hermanas lo recogi¨® en el aeropuerto para llevarlo hasta una casa que los Urdangarin tienen en la localidad de Viladrau (Catalu?a) y que all¨ª se reuni¨® con sus padres. Lo que s¨ª se comprob¨® es que el d¨ªa en que se le esperaba en Vitoria la casa familiar ten¨ªa las persianas cerradas y al patriarca no se le hab¨ªa visto pasear por las inmediaciones en su silla de ruedas.
Urdangarin lleva muy mal no poder estar junto a su padre, de quien al parecer hered¨® su pasi¨®n por los negocios, esos que ahora le han colocado en esta dif¨ªcil situaci¨®n. Sus hermanas tambi¨¦n se ven afectadas por este repudio, mayor a¨²n en una ciudad tan peque?a como Vitoria. Mikel, el ¨²nico hermano var¨®n de I?aki, y que tambi¨¦n aparece en la Operaci¨®n Babel es quien m¨¢s se deja ver.
Mientras el duque viajaba a Espa?a, en Washington le aguardaban la infanta Cristina y sus cuatro hijos. Ellos no han vuelto a casa desde que estall¨® el esc¨¢ndalo. Visiblemente m¨¢s delgada, Cristina casi no sale de casa. Ni le apetece, ni quiere que su presencia alerte a los fot¨®grafos. Por eso cualquier tarea, como comprar unas botas a su hija Irene, tiene que delegarla.
Las Navidades han sido especialmente complicadas para ellos. Quiz¨¢ ajenos al rechazo popular intentaron viajar a Espa?a para pasar, como siempre, unos d¨ªas en Madrid, otros en Vitoria y esperar el nuevo a?o en Barcelona, en su casa de siempre, esa situada en Pedralbes que tanto est¨¢ dando que hablar. Pero cuando en La Zarzuela supieron los planes, r¨¢pidamente les aconsejaron suspenderlos.
As¨ª que la casa de Pedralbes, que ya hab¨ªa sido acondicionada para recibirlos, se qued¨® vac¨ªa. Fue entonces cuando la infanta Elena decidi¨® ir con sus hijos a apoyar a su hermana. Con ella pas¨® el fin de a?o. Dicen que tambi¨¦n la Reina se reuni¨® con sus hijas y nietos aunque esta vez no hubo confirmaci¨®n de la Casa del Rey ni, de momento, ha aparecido testimonio gr¨¢fico.
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