Trayectoria no lineal
Protagonista de la Historia de Espa?a durante 60 a?os, Fraga merece un reconocimiento sereno
Manuel Fraga, fallecido el domingo a los 89 a?os, era menos coherente de lo que siempre pretendi¨®; ello le permiti¨® construir una biograf¨ªa lo suficientemente contradictoria como para merecer en esta hora el reconocimiento de ciudadanos de muy diversa condici¨®n o ideolog¨ªa. Servidor fiel de la dictadura, contribuy¨® luego a desmontarla y a incorporar a la democracia los restos del franquismo: esa acab¨® siendo su principal contribuci¨®n a la convivencia. Pero hasta la muerte de Franco es imposible encontrar en su trayectoria los s¨ªntomas de voluntad reconciliadora que le atribuyen algunos de sus fieles.
Fue un liberal conservador como punto de llegada, no de partida. Puso su inteligencia al servicio de la perpetuaci¨®n del r¨¦gimen franquista, para lo que combin¨® comportamientos autoritarios y a veces crueles en su etapa de ministro de Informaci¨®n, con intentos de apertura controlada del sistema para garantizar su continuidad. Su proclamado centrismo era asim¨¦trico; ¨¦l era el centro de una Espa?a de la que se exclu¨ªa a la izquierda, o al menos a sus sectores m¨¢s activos contra la dictadura.
Nunca reneg¨® de palabra de ese pasado, pero s¨ª lo hizo de obra. Primero, contribuyendo a la redacci¨®n de una Constituci¨®n integradora; m¨¢s tarde, apart¨¢ndose de la jefatura de su partido tras comprender, hacia 1986, que con ¨¦l al frente nunca la derecha ganar¨ªa unas elecciones generales. Poco antes hab¨ªa cometido uno de sus errores (e incoherencias) m¨¢s graves al negarse a apoyar la permanencia en la OTAN en el refer¨¦ndum que Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa convocado con todas las encuestas en contra.
?Un hombre de Estado? M¨¢s bien, alguien que defendi¨® la continuidad del Estado por encima del cambio de r¨¦gimen. Algo que, a la vista de la experiencia de otros pa¨ªses, hoy se valora de manera diferente a como lo fue entonces. Generoso para integrar a las familias del centro-derecha y para retirarse a tiempo, reapareci¨® como candidato en Galicia, de donde se resisti¨® a irse pese a haber prometido que su tercera legislatura ser¨ªa la ¨²ltima. Se present¨® dos veces m¨¢s. Cat¨®lico sin exhibicionismo, cuando le preguntaron qu¨¦ pecados perdonar¨ªa, respondi¨®: ¡°Los de la carne¡±. Su anticomunismo, que le llev¨® a justificar la ejecuci¨®n de Juli¨¢n Grimau, no le impidi¨® presentar a Carrillo en sociedad o salir de pesca con Fidel Castro.
Dijo que por encima de su cad¨¢ver tendr¨ªa que pasar quien quisiera legalizar la ikurri?a, pero luego se convirti¨® en un galleguista fervoroso y hasta el final de sus d¨ªas defendi¨® la reforma del Senado en un sentido que los dem¨¢s llamar¨ªan federal. Capaz de entenderse con gentes muy alejadas de sus ideas, con quien mejor se llev¨® en la ponencia constitucional fue con Jordi Sol¨¦ Tura, redactor de la clandestina Radio Espa?a Independiente cuando Fraga era ministro de Informaci¨®n. Las memorias del entonces ponente comunista finalizan con un recuerdo de la frase que le dijo Carrillo tras la ejecuci¨®n de Grimau: ¡°Alg¨²n d¨ªa tendremos que entendernos con algunos de los que hoy son nuestros enemigos¡±.
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