Cambios sobre cambios
Las reformas del PP son ideol¨®gicas y generan inestabilidad en el sistema educativo
Como si se tratara de una ley de la naturaleza imposible de soslayar, cada Gobierno, al iniciar su mandato, cambia el modelo y la estructura de la educaci¨®n, con los indudables trastornos que ello causa a la escuela y las familias. El del PP no pod¨ªa fallar. Resulta as¨ª muy dif¨ªcil que una estructura se asiente y muestre sus virtudes y sus debilidades para ir corrigi¨¦ndola con prudencia. En esta ocasi¨®n, el ministro del ramo, Jos¨¦ Ignacio Wert, acaba de anunciar las modificaciones que planea introducir, entre las que destacan las relacionadas con la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa y la estructura de la educaci¨®n secundaria.
El problema de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa es artificial; generado por la intolerancia de la Conferencia Episcopal y los sectores m¨¢s extremistas, que tildan de adoctrinamiento la informaci¨®n acerca de puntos de vista diferentes sobre la familia, las relaciones interpersonales y la necesidad de respetarlos, aunque no se compartan. Es justamente esta parte de la asignatura la que se pretende revisar a pesar de que los problemas de nuestra educaci¨®n no radiquen en la existencia o el contenido de esa materia y de que los conflictos suscitados, puramente ideol¨®gicos, hayan sido m¨ªnimos. A falta de mayores concreciones sobre el cambio, el contexto en que surge da pistas acerca de su orientaci¨®n y de las razones que asisten a un ministro que ayer justificaba su decisi¨®n recitando un texto ¡°adoctrinador¡± que ni siquiera recogen los libros escolares que ahora se pretenden modificar. En cualquier caso, los ni?os no son propiedad de los padres y un Estado democr¨¢tico y aconfesional tiene la obligaci¨®n de organizar la ense?anza teniendo en cuenta lo que beneficia a su formaci¨®n integral, a veces al margen de las preferencias particulares de los progenitores o de sus iglesias.
La otra modificaci¨®n, de m¨¢s calado, es la reducci¨®n de la etapa de Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO) en un a?o, que se a?ade al bachillerato, al tiempo que se mantiene la escolarizaci¨®n obligatoria hasta los 16 a?os. Tal reforma introduce una disfuncionalidad que habr¨¢ que resolver. Todos los alumnos tendr¨¢n que cursar un a?o despu¨¦s de haber culminado la ESO, aunque no vayan a completar la etapa formativa siguiente. Estaba ya aceptado el sistema que daba fin a la escolaridad obligatoria en coincidencia con el fin de la ESO y tambi¨¦n el m¨¦todo de orientar el ¨²ltimo curso de la secundaria en funci¨®n de las preferencias y aptitudes y dependiendo de que la opci¨®n a seguir fuera el bachillerato, la Formaci¨®n Profesional o el mercado de trabajo. Tal alternativa parece menos agresiva que el cambio que ahora se propone.
Nuestras escuelas y nuestros docentes necesitan apoyo a una tarea que es fundamental y es compleja. Tambi¨¦n necesitan prudencia en los cambios, que debieran ser evolutivos. No es evidente que las reformas propuestas, que el Gobierno deber¨ªa explicar con detalle a la ciudadan¨ªa, vayan en esta direcci¨®n.
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