En el fuego cruzado
NYU y su Centro Rey Juan Carlos se han convertido en una brizna m¨¢s de hierba pisoteada
Acabo de leer el auto con el que el juez instructor archiva, por prescripci¨®n del supuesto delito, el llamado caso de los cursos de Nueva York contra Baltasar Garz¨®n. En este auto, igual que en el auto de imputaci¨®n, el juez sostiene que New York University ha ocultado o mistificado informaci¨®n durante la investigaci¨®n. Y, de nuevo, para ejemplificar esta aseveraci¨®n, el juez cita el hecho de que, cuando a NYU se le pidi¨® un informe sobre los ingresos de Garz¨®n en los a?os 2005 y 2006, esta primero mand¨® unas cifras, y luego envi¨® una rectificaci¨®n con otras cifras menores.
Yo fui director del Centro Rey Juan Carlos I de Espa?a de NYU entre 1995 y 2007, as¨ª que tengo conocimiento de primera mano de esta cuesti¨®n en particular y de muchas otras cuestiones en torno a esta causa. La lectura de estos autos me ha tra¨ªdo a la memoria todos los episodios estresantes de estos ¨²ltimos a?os, en los que, por ignorancia, confusi¨®n y/o malicia, he visto vilipendiado mi propio buen nombre y el de mis colegas del Centro y de NYU, en los medios, en las insinuaciones de la acusaci¨®n, y, lo que es m¨¢s grave a¨²n, en los autos del Tribunal Supremo.
Vistos con distancia, ahora puedo apreciar que muchos de estos malos entendidos surgen del hecho de que el juez (y sus antecesores en esta investigaci¨®n) adoptaron la decisi¨®n de no seguir el protocolo judicial internacional establecido para que un tribunal espa?ol pueda obtener informaci¨®n o declaraciones de personas o instituciones con residencia en EE UU. Por ejemplo, cuando el Tribunal Supremo envi¨® a la direcci¨®n de un programa acad¨¦mico de NYU en Madrid una citaci¨®n oblig¨¢ndome a prestar declaraci¨®n en la causa, los abogados aqu¨ª en Nueva York me aconsejaron que avisara al tribunal de que yo soy ciudadano estadounidense y residente en Nueva York. Me recomendaron que esperara a que el tribunal espa?ol encauzara su petici¨®n legalmente, es decir, a trav¨¦s de los canales judiciales apropiados. As¨ª lo hice. Acto seguido, el juez orden¨® una investigaci¨®n policial para averiguar si en efecto yo resid¨ªa o no en Espa?a; qued¨® demostrado que no, obviamente. Pero algunos en Espa?a malinterpretaron mi acatamiento del protocolo como signo de mi supuesto desprecio hacia el sistema judicial espa?ol o, lo que es peor, como un intento de ocultar informaci¨®n. Nada m¨¢s lejos de la verdad. El caso es que nunca me lleg¨® una citaci¨®n encauzada por los canales bilaterales apropiados, y se quedaron sin esclarecer varias cosas en el juicio. Y por falta de informaci¨®n, actos inocentes han sido atribuidos equ¨ªvocamente a oscuros motivos.
Bot¨®n de muestra es el caso que cit¨¦ al comienzo, de cuando el tribunal espa?ol exigi¨® a NYU informaci¨®n sobre los honorarios percibidos por Garz¨®n en 2005 y 2006. La primera respuesta que recib¨ª de los abogados en Nueva York fue que esa informaci¨®n no se puede compartir sin una orden judicial estadounidense o sin el visto bueno del individuo. El permiso de Garz¨®n no se hizo esperar, y NYU mand¨® la informaci¨®n requerida. Pero semanas despu¨¦s, descubr¨ª que un empleado de la universidad hab¨ªa cometido un error al recopilar la informaci¨®n del formulario W-2 (declaraci¨®n de renta e impuestos retenidos) de Garz¨®n: a la cifra de ¡°honorarios¡± hab¨ªa sumado err¨®neamente la cifra contigua de ¡°impuestos federales retenidos [federal taxes withheld]¡±. De manera que, en el primer informe, la cantidad que hab¨ªa sido retenida del sueldo figuraba como dinero a?adido al sueldo. Naturalmente, mandamos de inmediato una rectificaci¨®n. Ahora veo, perplejo y consternado, que en lo que puede ser la ¨²ltima palabra de este caso, el juez cita una vez m¨¢s la concienzuda rectificaci¨®n de un inocente y torpe error como su propio bot¨®n de muestra de una presunta mala fe de parte de NYU.
Reza un proverbio africano: ¡°Cuando pelean los elefantes, la que sufre es la hierba¡±. Atrapado entre los fuegos cruzados de una intensa guerra personal, profesional y pol¨ªtica contra el juez Garz¨®n, NYU y su Centro Rey Juan Carlos I de Espa?a se han convertido en una brizna m¨¢s de hierba pisoteada. Alrededor, tras esta despiadada campa?a, queda todo un paisaje desolador; y no ha ganado nada nadie y todos hemos perdido algo.
James D. Fern¨¢ndez es catedr¨¢tico de Literatura y Cultura Espa?olas de New York University.
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