Terrorismos y huelgas
El solapamiento de conmemoraciones puede hacer creer que la era de los terrorismos ha acabado
En cualquier caso, es una coincidencia desafortunada. Situados ante la exigencia de preparar cuidadosamente la huelga general de 29 de marzo, una huelga que ni ellos mismos desear¨ªan convocar, toca al domingo 11 de marzo celebrar el ritual de las manifestaciones de masas contra la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno para calentar motores de cara al paro del d¨ªa 29. Lo malo es que el 11 de marzo era ya el d¨ªa oficial de conmemoraci¨®n de los atentados islamistas de 2004, y por ello las asociaciones de v¨ªctimas, en su mayor¨ªa, han protestado por lo que consideran una profanaci¨®n. Unos tienen derecho a convocar, otros inevitablemente se sienten heridos.
Posiblemente, ambos pierden. La huelga general no era ya precisamente popular y ahora se abre una ocasi¨®n dorada para que los sindicatos sean retratados por sus numerosos adversarios como organismos ajenos incluso al sentimiento de dolor que pervive a ocho a?os de los atentados. Las v¨ªctimas, porque en adelante su causa, como ya est¨¢ sucediendo respecto de las v¨ªctimas del Pa¨ªs Vasco, ser¨¢ vista como algo secundario para el presente espa?ol, un incidente desagradable que mejor est¨¢ olvidado: a fin de cuentas, nuestros yihadistas, igual que sucede con ETA, no han vuelto a matar.
A esto se unen los efectos colaterales. En la medida que el PSOE ha decidido unir sus fuerzas a los sindicatos, su caracterizaci¨®n por la derecha como partido demag¨®gico y antinacional est¨¢ servida. Desde la vertiente opuesta, en las manifestaciones ser¨¢ imposible borrar el recuerdo de la actitud del PP ante el 11-M, asoci¨¢ndola a su contrarreforma econ¨®mica del d¨ªa. Los atentados estar¨¢n presentes, pero en esa direcci¨®n antigubernamental. No faltar¨¢n gritos de ¡°?vosotros, fascistas, sois los terroristas!¡±, una amalgama de impacto asegurado, pero que de hecho desv¨ªa a la izquierda de lo que est¨¢ en juego, sobre lo cual el responsable de aportar claridad y alternativas, Rubalcaba, se ha mostrado hasta ahora incapaz de ir m¨¢s all¨¢ de la negaci¨®n pura y simple. As¨ª las cosas, nos dirigiremos a un 29 de marzo testimonial, salvo que ocurra lo peor, la intervenci¨®n exterior de la violencia. La soluci¨®n est¨¢ ya escrita. Nadie en los medios, gubernamentales o de oposici¨®n, plantea en serio una campa?a para proponer una correcci¨®n del tratamiento de la crisis haciendo pagar su parte de la factura a los poderes econ¨®micos (y, como en Islandia, sus responsabilidades a los culpables por corrupci¨®n o negligencia).
El solapamiento de conmemoraciones puede favorecer el espejismo de que la era de los terrorismos est¨¢ ya clausurada. El islamista qued¨® envuelto muy pronto en la confusi¨®n generada por la Alianza de las Civilizaciones, con el apoyo de intelectuales que apreciaban la dimensi¨®n anticapitalista del yihadismo. Toda cr¨ªtica era islamofobia. De ah¨ª la difuminaci¨®n del 11-M. Y otro tanto sucede en Euskadi, pensando muchos que con el ¡°cese definitivo¡± se ha disipado la cerrada niebla provocada por la presi¨®n totalitaria de los afines a ETA sobre la vida pol¨ªtica. No hay, pues, que exigirles nada, pues ETA ya no mata, y hace falta atender a las recomendaciones de Currin, otorgando ventajas a los presos etarras aunque no se arrepientan. A las v¨ªctimas hay que prevenirlas contra el resentimiento. Adem¨¢s, muchas est¨¢n manipuladas (nuestro or¨¢culo dixit). El terrorismo no existe.
La realidad es que ya no habr¨¢ muertos por ETA, pero el control sobre las conciencias sigue ah¨ª. Nos lo recuerda el senador Roberto Lertxundi desde El Correo, con un esclarecedor art¨ªculo sobre su visita a Arrasate para asistir al homenaje de un socialista asesinado por ETA. Cualquier pregunta a un viandante por la calle donde vivi¨® Isa¨ªas Carrasco tropezaba con un abrupto ¡°Ez dakit¡± (no s¨¦), heredero del ¡°Ez dakit erderaz¡± (no s¨¦ espa?ol) con que Sabino Arana negaba la humanidad al castellanohablante que estaba ahog¨¢ndose en la r¨ªa. Provocado ahora por el mismo miedo que aisl¨® a los participantes en el acto, con todas las ventanas cerradas, como hace a?os en Andoain cuando homenajeamos a Jos¨¦ Luis L¨®pez Lacalle, igual que en un pueblo siciliano sometido a la Mafia. ETA a¨²n no ha muerto.
Pero tranquilic¨¦monos escuchando a Aizpeolea: ¡°La sociedad vasca est¨¢ muy entremezclada¡±, Eguiguren y el etarra Etxebeste ya toman potes juntos, s¨ªntoma de fraternidad generalizada, falta que el Gobierno entre en raz¨®n.
Solo que no hace falta someterse al discurso de la exBatasuna, aunque sea inevitable contar con ella. Votos mandan. La v¨ªa del consenso democr¨¢tico, puesta en marcha desde el Parlamento vasco, parece la ¨²nica v¨ªa, estrecha pero practicable, para alcanzar la desaparici¨®n de ETA.
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