Arrogancia, error y ofensiva
Los cien primeros d¨ªas de comunicaci¨®n del presidente han tenido tres etapas muy marcadas: el silencio arrogante, los deslices y errores, y la ofensiva planificada.
1. Las primeras semanas fueron un ensayo y una continuidad de la campa?a electoral, durante las que no concedi¨® entrevistas. Comunicaba sin hablar. No, no se escond¨ªa, todo lo contrario: med¨ªa sus fuerzas y las de los dem¨¢s. La telegenia sustituy¨® a la ret¨®rica. Rajoy callaba, para irritaci¨®n de los medios y de buena parte de la opini¨®n p¨²blica.
As¨ª, el primer tercio de este periodo fue de silencio calculado. Una demostraci¨®n de que pod¨ªa gobernar sin tener que explicarse. Sin ceder a ninguna justificaci¨®n, sin hacer pedagog¨ªa, refugiado en sus dichos y frases hechas. Y sin que nadie le marcara el paso. Fue el culto al poder, a su autonom¨ªa y a la acci¨®n. Evidentemente, en una sociedad democr¨¢tica madura y densa, esto tiene sus l¨ªmites.
2. La siguiente fase estuvo caracterizada por los descuidos y los errores en conferencias internacionales o encuentros pol¨ªticos. Frases robadas por inoportunos micros abiertos, o declaraciones filtradas o toleradas, marcaron estas semanas. La frase ¡°Vivo en el l¨ªo¡±, que le dijo Mariano Rajoy a Artur Mas en su primer encuentro en La Moncloa, es el s¨ªmbolo de este periodo de fugas ¡ªconscientes o inconscientes¡ª que anticipaban problemas y escenarios. La cacofon¨ªa y la improvisaci¨®n en la gesti¨®n de la comunicaci¨®n sobre la cifra final del d¨¦ficit p¨²blico, que deb¨ªa ser pactada y aceptada por nuestros socios europeos, fue un error notable de c¨¢lculo. O no. El Gobierno ha ido creando una atm¨®sfera comunicativa de crisis y dificultades. Es parte de la estrategia del shock. Mejor el marco mental que la declaraci¨®n pol¨ªtica. M¨¢s f¨¢cil, m¨¢s eficaz.
Las im¨¢genes y etiquetas que sea capaz de fijar en estos 100 d¨ªas valen, casi, toda una legislatura. Actuar con rapidez es tambi¨¦n la premisa t¨¢ctica establecida por Milton Friedman, padre de la doctrina del shock que gu¨ªa c¨®mo imponer de forma irreversible los cambios en tiempos de crisis. Friedman estima que una nueva Administraci¨®n ¡°dispone de seis a nueve meses para poner en marcha cambios legislativos importantes; si no aprovecha la oportunidad de actuar durante ese periodo concreto, no volver¨¢ a disfrutar de ocasi¨®n igual¡±.
3. Finalmente, Rajoy ha optado por la ofensiva pol¨ªtica y parlamentaria (¡°Lecciones de ustedes, ?las justas!¡±, le espet¨® a Rubalcaba). La estrategia comunicativa de la reforma laboral estar¨ªa en el epicentro de este tramo. Pero las reformas que quiere impulsar el presidente no se ganan solo con aritm¨¦tica parlamentaria (que la tiene absoluta) sino con liderazgo moral en la sociedad espa?ola. Los retos que tenemos por delante no se resuelven solo con leyes, sino con cambios de comportamiento personal y colectivo, econ¨®mico y empresarial. Convencer es mucho m¨¢s importante (y urgente) que hacer.
Finalmente, que las acciones del Gobierno sucedan con el consentimiento del presidente pero sin su asentimiento, visibilidad y singularidad puede debilitar su liderazgo gravemente. Amante del flujo y la resoluci¨®n por decantaci¨®n, no ha marcado como deb¨ªa el ritmo de la comunicaci¨®n, que es el s¨ªmbolo de la pol¨ªtica. El poder necesita, tambi¨¦n, liturgia y autoridad; que la palabra de Rajoy sea la ¨²ltima del coro desafinado de sus ministros. Y eso, no siempre sucede.
Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª es asesor de comunicaci¨®n. @antonigr
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