El desgobierno
La foto de Botsuana acompa?ar¨¢ al Rey como s¨ªmbolo de la ca¨ªda del prestigio de la Corona
La foto del rey Juan Carlos con un compa?ero de caza al lado y un elefante abatido detr¨¢s, quedar¨¢ para siempre como el icono del d¨ªa en que se rompi¨® definitivamente el tab¨² de la monarqu¨ªa en Espa?a. Si el v¨ªdeo del Rey vestido de capit¨¢n general dirigi¨¦ndose al pa¨ªs, la noche del 23-F, ha perdurado como imagen que legitim¨® a los ojos de los espa?oles a un monarca que ten¨ªa sus ra¨ªces en el r¨¦gimen de Franco, la foto de Botsuana acompa?ar¨¢ a don Juan Carlos el resto de sus d¨ªas como s¨ªmbolo del desmoronamiento del prestigio de la Corona.
Durante los ¨²ltimos meses daba la sensaci¨®n de que el Rey hab¨ªa perdido el control de la familia, ahora ha perdido el control de su propia funci¨®n. A partir de aqu¨ª, todo es posible: que la crisis le salve, porque la gente no quiera a?adir otro problema a los muchos que tenemos, o que la avalancha de informaciones que puede seguir al levantamiento del tab¨² convierta su situaci¨®n en insostenible.
Como si Marx tuviera raz¨®n, el desbarajuste en la infraestructura econ¨®mica est¨¢ provocando un descontrol creciente en la superestructura pol¨ªtica. As¨ª estamos viendo c¨®mo a una crisis econ¨®mica a la que no se le ve salida se han ido sumando una crisis de desconfianza pol¨ªtica generalizada; una crisis del modelo territorial que ha hecho que, desde puntos de vista opuestos, se d¨¦ el Estado de las autonom¨ªas por agotado; una crisis moral y cultural profunda; una crisis institucional de primer orden ¡ªque afecta a la Jefatura del Estado¡ª; y una crisis diplom¨¢tica con Argentina que ha evidenciado los l¨ªmites del peso de Espa?a en el mundo. Es tal el clima psicol¨®gico de precariedad que vive el pa¨ªs, que es leg¨ªtimo preguntarse cu¨¢nto tiempo tardar¨¢ el malestar en convertirse en irritaci¨®n y despu¨¦s en acci¨®n.
Durante la campa?a electoral, Mariano Rajoy tuvo la rid¨ªcula ocurrencia de repetir que toda la culpa de lo que ocurr¨ªa en Espa?a era de Zapatero y que con su llegada al poder todo cambiar¨ªa. Vanidad de vanidades. Han bastado cuatro meses de Gobierno del PP, para que se perdiera la pista del caudal de confianza que Rajoy dec¨ªa poseer. La sensaci¨®n de desgobierno, con un Ejecutivo que presenta un Presupuesto imposible de cumplir y a los pocos d¨ªas lo invalida con nuevos recortes todav¨ªa m¨¢s fantasiosos, se extiende a toda velocidad en un pa¨ªs que ve c¨®mo le van apretando las clavijas hasta lo insoportable, sin que nada indique que las cosas ir¨¢n mejor.
Sensaci¨®n de desgobierno de la econom¨ªa, corriendo detr¨¢s de las se?ales de los mercados sin orden ni concierto. Este Gobierno deb¨ªa preparar el futuro y ha recortado en inversiones, educaci¨®n y salud. Eso s¨ª, ha guardado dinero para el corporativismo. Sensaci¨®n de desgobierno diplom¨¢tico: despu¨¦s de que Rajoy prometiera que volver¨ªa a Espa?a al lugar que le corresponde en el mundo, sufre el sonoro fracaso de ver c¨®mo Argentina nacionaliza YPF dos d¨ªas despu¨¦s de que un ministro dijera que todo estaba encarrilado. Sensaci¨®n de descontrol institucional: ?c¨®mo es posible que ante el desaf¨ªo de Cristina Fern¨¢ndez y las amenazas de los mercados nadie impidiera el viaje del rey Juan Carlos a Botsuana? Sensaci¨®n de descontrol territorial, en un momento en que aparecen se?ales por todas partes de que el Estado de las autonom¨ªas no ha resuelto los problemas por los que fue creado y que, de alg¨²n modo, hay que volver a empezar. Sensaci¨®n incluso de p¨¦rdida de la hegemon¨ªa ideol¨®gica en la que el PP hab¨ªa asentado su retorno al poder: hoy en Espa?a reinan el desconcierto y el miedo. La amnist¨ªa fiscal ha venido a consolidar un sentimiento de crisis moral del sistema, ya ampliamente extendida por una estrategia anticrisis, la in¨²til ¡°pastilla milagrosa¡± de Angela Merkel, que socializa las p¨¦rdidas de los bancos, aprieta especialmente a los asalariados y deja a la ciudadan¨ªa sin el poder soberano que se le supone.
Este es el panorama, sobre el que solo cabe la ilusi¨®n de una reacci¨®n democr¨¢tica de la ciudadan¨ªa y de un frente pol¨ªtico capaz de forzar cambios en las exigencias europeas y devolver la dignidad perdida a la pol¨ªtica. Pero no se ven se?ales de ello por ninguna parte, con un Gobierno que ha quedado sonado al primer golpe y una oposici¨®n que sigue sin dar se?ales de vida. Ya no cabe seguir esperando que el adversario se la pegue. Porque el d¨ªa que esto llegue puede que ya no estemos a tiempo de evitar las cosas peores.
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