Una pol¨ªtica insuficiente
El cumplimiento de los objetivos de estabilidad acordados con Europa exige esfuerzos importantes tanto del Gobierno central como de las comunidades aut¨®nomas. A su vez, los esfuerzos de consolidaci¨®n fiscal que estas ¨²ltimas puedan realizar dependen no solo de su propia voluntad sino tambi¨¦n de una actitud colaboradora por parte del Gobierno central, en particular en lo que concierne a la definici¨®n de los marcos regulatorios de su competencia. A continuaci¨®n me concentrar¨¦ en este segundo aspecto.
Desde las autonom¨ªas se ha venido insistiendo en que el Gobierno central no puede aspirar a impulsar la reducci¨®n del d¨¦ficit de las mismas y, a la vez, a mantener un marco regulatorio que condiciona enormemente sus Presupuestos. La combinaci¨®n de una honda tradici¨®n de dirigismo con la desconfianza hacia las autonom¨ªas ha llevado a una determinaci¨®n desde el centro, y en extremo detallista, de las estructuras de gasto de las autonom¨ªas (hay algo de mito en la idea de que estas disponen de grandes m¨¢rgenes de libertad en la confecci¨®n de sus Presupuestos). La consecuencia es que, mientras en una primera fase de austeridad es posible realizar algunos ahorros sin modificar el marco jur¨ªdico b¨¢sico, y en Catalunya as¨ª lo hemos hecho (con una ca¨ªda del gasto departamental del 9,35% el a?o 2011), si no se modifica este marco las posibilidades de ajuste en las grandes partidas de gasto se agotan pronto. Con la aprobaci¨®n del Decreto Ley del 20 de abril (el de los famosos 10.000 millones de euros), el Gobierno dio un paso en la direcci¨®n correcta. Pero ha sido un paso excesivamente t¨ªmido, y que no responde a la magnitud del reto que el momento nos impone. Desde una autonom¨ªa que lleva dos a?os implementando programas de austeridad dif¨ªciles y severos (incluyendo este mismo a?o un recorte de salarios p¨²blicos), quiero decirle al Gobierno, alto y claro, que las medidas se quedan muy cortas y que as¨ª no se nos ayuda suficientemente. ?Con qu¨¦ autoridad moral se pretender¨¢ despu¨¦s exigir a las autonom¨ªas?
Tomemos un ejemplo concreto y clave: el del copago sanitario. Si es evidente que su ampliaci¨®n es inevitable, ?de qu¨¦ sirve enredarse en distinciones sem¨¢nticas entre ¡°copago sanitario¡± y ¡°copago farmac¨¦utico¡±? o condicionarlo al nivel de renta de forma tan moderada que lleva a enunciados chocantes como ¡°los trabajadores activos con una renta superior a 100.000 euros solo pagar¨¢n el 60% por su farmacia¡± (cierto, ahora pagan el 40%, pero es que en los tiempos que corren, y sujeto a un techo, podr¨ªan pagar el 100%). Conviene saber que el copago existe, m¨¢s extensamente que aqu¨ª, en la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos (incluida, y no es una observaci¨®n balad¨ª, Alemania). Es, adem¨¢s, necesario para la sostenibilidad del sistema. Lo es en el corto plazo, ya que constituye la ¨²nica forma significativa de aumentar los ingresos para la financiaci¨®n de la sanidad sin reducir la oferta de prestaciones (y en algunos casos con el beneficio a?adido de racionalizar la demanda), y lo es en el medio plazo, ya que los patrones internacionales y la investigaci¨®n en la materia indican que el gasto sanitario aumentar¨¢ de forma quiz¨¢s gradual pero en cualquier caso segura. No va a ser posible en el futuro canalizar su financiaci¨®n estrictamente a trav¨¦s de los recursos fiscales de car¨¢cter general.
Por supuesto hay muchas modalidades de copago y conviene afinar. As¨ª, ya que no la gratuidad, es fundamental que la universalidad quede garantizada. Quien no pueda pagar no debe quedar sin protecci¨®n. Es una caracter¨ªstica esencial de la sociedad en la que queremos vivir, y es plenamente compatible con grados moderados de copago. Para que conste, deseo se?alar que, en su momento, desde Catalunya pedimos que las medidas del 20 de abril incluyeran instancias de copago sanitario adicionales a las que se establecieron (por ejemplo, propusimos una tarifa de 5 euros por d¨ªa de hospitalizaci¨®n). Nos decepciona que no se recogieran nuestras sugerencias. Tarde o temprano, abandonadas inhibiciones y eufemismos, se acabar¨¢n imponiendo. En las circunstancias actuales nos parece poco valiente no haberlo hecho ya.
Concluyo advirtiendo que podr¨ªan hacerse observaciones en otros ¨¢mbitos. As¨ª, mientras el tenor general de las iniciativas universitarias merece una consideraci¨®n positiva, resulta incomprensible, en cambio, que no se contemple la introducci¨®n de la eurovi?eta, una iniciativa europea, ya introducida en varios pa¨ªses, que grava con una tasa la utilizaci¨®n de infraestructuras viarias por parte de veh¨ªculos de gran tonelaje.
Andreu Mas-Colell es consejero de Econom¨ªa y Conocimiento de la Generalitat de Catalunya.
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