De la angustia al desamparo
Ni las principales instituciones nacionales ni la clase pol¨ªtica en su conjunto est¨¢n sabiendo transmitir seguridad y sosiego a los espa?oles
Primero fue de la preocupaci¨®n a la angustia. Ahora, de la angustia a la sensaci¨®n de desamparo. Ese es el camino que en estos ¨²ltimos meses ha recorrido el estado de ¨¢nimo ciudadano. En un momento en el que, mayoritariamente, los espa?oles dicen sentirse angustiados por la situaci¨®n econ¨®mica ¡ªdel pa¨ªs y la suya personal¡ª y pesimistas con respecto a la evoluci¨®n esperable de los acontecimientos, ni las principales instituciones nacionales ni la clase pol¨ªtica en su conjunto est¨¢n sabiendo transmitirles seguridad y sosiego. Por un lado, y seg¨²n el sondeo de Metroscopia, dos de cada tres espa?oles afirman que, en conjunto, nuestras principales instituciones no est¨¢n sabiendo dar la talla en la actual coyuntura. Esto podr¨ªa no resultar excesivamente inquietante, ya que la experiencia acumulada ense?a que cuando el estado de ¨¢nimo ciudadano decae ¡ªy ahora se encuentra bajo m¨ªnimos¡ª lo primero que queda afectado es la confianza en las instituciones. En todas las instituciones, aunque con matices seg¨²n los casos. Lo novedoso, y por ello particularmente alarmante, es que ahora este desplome de la confianza institucional se presenta acompa?ada de una masiva (73%) sensaci¨®n de desprotecci¨®n y desamparo. No solo decrece la confianza institucional, sino que aumenta la sensaci¨®n de que las instituciones incumplen su principal funci¨®n, que es articular, organizar y encauzar la vida social, es decir, amparar y proteger su adecuado desenvolvimiento. A medio plazo, nada puede ser m¨¢s corrosivo para la buena salud de una democracia que esta creciente sensaci¨®n de ineficiencia de las instituciones. De ah¨ª a pensar que pueden ser irrelevantes y aun prescindibles solo hay un paso, un peligroso paso cada vez m¨¢s cercano.
Nuestra sociedad se encuentra hu¨¦rfana de liderazgo pol¨ªtico, econ¨®mico y social precisamente en medio de la peor crisis que se recuerda. Instituciones que por su car¨¢cter altruista y protector, es decir, por defender y promover el inter¨¦s p¨²blico y no intereses sectoriales, deber¨ªan merecer una favorable evaluaci¨®n ciudadana est¨¢n viendo seriamente mellado su cr¨¦dito social. Es el caso, por poner un particularmente obvio ejemplo, de la justicia, que nunca ha tenido una imagen ciudadana tan negativa como ahora. Por no hablar de la Iglesia (a la cola de una lista de m¨¢s de 60 instituciones) o, incluso, de la Corona, que ha visto afectado de forma sustancial en estos ¨²ltimos dos a?os su tradicionalmente amplio prestigio. Pero el deterioro es especialmente profundo y grave en el caso de la clase pol¨ªtica: ocho de cada diez espa?oles (y sin diferencias seg¨²n se trate de votantes de uno u otro partido) consideran que, en conjunto, no est¨¢ sabiendo estar a la altura del momento actual, ni dar la talla que requieren las actuales circunstancias. En este contexto, quienes por sus especiales responsabilidades en la gesti¨®n de los asuntos colectivos deber¨ªan ser capaces de una redoblada ¡ªy socialmente tranquilizadora¡ª capacidad de liderazgo que a ojos de sus conciudadanos les hiciera aparecer como timoneles competentes y confiables de nuestra zozobrante nave ¡ªa saber: el presidente del Gobierno y el principal l¨ªder de la oposici¨®n¡ª, solo est¨¢n consiguiendo en cambio, semana a semana, transmitir a la ciudadan¨ªa crecientes dosis de desconfianza y recelo.
Cuando una sociedad empieza a decir que se siente desamparada, lo inaplazable es propiciar con urgencia su regeneraci¨®n c¨ªvica e institucional. Urgen actitudes ejemplares y ejemplificantes. Urge que quienes detentan posiciones de responsabilidad ¡ªen el ¨¢mbito p¨²blico o privado¡ª ejerzan de forma clara la parte de liderazgo que les corresponde.
Urge que de una vez por todas se deslinden y pidan las responsabilidades de quienes hayan incurrido en ellas y se acabe con la actual sensaci¨®n de que da igual lo que se haga o como se haga pues no pasa nada. Urge que una ciudadan¨ªa como la nuestra, por tantos puntos admirable, encuentre ejemplos en los que mirarse, l¨ªderes en los que reconocerse e instituciones de las que sentir amparo. Porque este profundo malestar c¨ªvico no es algo que pueda medir o reflejar prima de riesgo alguna, pero sin duda puede acabar teniendo efectos m¨¢s nocivos y perdurables que aquella.
Jos¨¦ Juan Toharia y Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz son presidente y vicepresidente, respectivamente, de Metroscopia.
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