Ese dedo admonitorio
Si ETA socializ¨® el dolor, Bildu, Amaiur y, muy pronto, Sortu construyen, difunden y socializan el discurso de legitimaci¨®n del terror hasta convertirlo en memoria social
¡°El Tribunal considera que los actos de los recurrentes deben ser analizados en su conjunto como parte de una estrategia para llevar a t¨¦rmino su proyecto pol¨ªtico, contrario en su esencia a los principios democr¨¢ticos preconizados en la Constituci¨®n espa?ola¡±. No, esta frase no podr¨¢ leerse en la reciente sentencia del Tribunal Constitucional concediendo el amparo promovido por Sortu; esta frase es de la sentencia de 30 de junio de 2009 por la que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos desestim¨® el recurso presentado por Herri Batasuna y Batasuna contra su ilegalizaci¨®n, dando en todo la raz¨®n al Gobierno espa?ol.
Es claro que si el TC hubiera aplicado el mismo principio de an¨¢lisis en la sentencia que ha otorgado a Sortu el amparo contra el auto del Tribunal Supremo que lo hab¨ªa ilegalizado, no habr¨ªa tenido m¨¢s remedio que reconocer que los actos de los recurrentes ¡°deben ser analizados en su conjunto como parte de una estrategia para llevar a t¨¦rmino su proyecto pol¨ªtico¡±. Pues que Sortu como antes Bildu o Amaiur sean continuaci¨®n, en su organizaci¨®n y en su actividad pol¨ªtica, de la ilegalizada Batasuna, y todas ellas manifestaciones org¨¢nicas de esa parte de la estrategia de ETA que llamamos izquierda abertzale, habr¨ªa que estar ciego para no verlo.
Y como no lo est¨¢, lo ha visto tambi¨¦n la mayor¨ªa del TC, que se ha tomado la molestia de detallar las conductas susceptibles de conducir a la ilegalizaci¨®n, por el Gobierno, de la organizaci¨®n legalizada por su sentencia. Todas ellas ¡ªequiparaci¨®n de la violencia terrorista con la coacci¨®n leg¨ªtima del Estado, justificaci¨®n impl¨ªcita del terrorismo colocando en el mismo plano el sufrimiento infligido a las v¨ªctimas con el ¡°efecto aflictivo¡± de las penas a los victimarios, legitimaci¨®n del terrorismo como medio necesario para la conquista de objetivos pol¨ªticos, etc¨¦tera¡ª son conductas que la izquierda abertzale ha prodigado en sus diversas manifestaciones org¨¢nicas. Son la sustancia del relato difundido por la izquierda abertzale desde todas las tribunas que el Estado de derecho pone a su disposici¨®n, est¨¦n o no legalizadas sus organizaciones.
La cuesti¨®n pol¨ªtica que surge de la sentencia del TC es: si a pesar de haber equiparado violencia terrorista con violencia del Estado, si a pesar de haber mostrado su equidistancia ante las v¨ªctimas, etc¨¦tera, Sortu no puede ser ilegalizado porque sus estatutos son blancos como la nieve, ?podr¨ªa serlo por el Gobierno si mantiene esas mismas conductas y esos estatutos? La respuesta es: no. Un recurso de Sortu ante el TEDH contra su eventual ilegalizaci¨®n ?correr¨ªa la misma suerte que los recursos de Herri Batasuna y Batasuna? Y la respuesta es tambi¨¦n: no. El TEDH dir¨ªa a sus hom¨®logos espa?oles: ustedes los han legalizado cuando manten¨ªan esas conductas y ese discurso; no pretendan ahora que esas mismas conductas y ese discurso sean causa de su ilegalizaci¨®n.
Todo esto ocurre por la incapacidad de dar una respuesta pol¨ªtica a una cuesti¨®n pol¨ªtica, o sea, a una lucha por el poder. Mejor, pues, comenzar por el principio: ETA no mata, pero existe. Legalizar a una organizaci¨®n que es parte de una estrategia en la que la existencia de ETA sigue siendo fundamental y pretender que esa organizaci¨®n se comporte como si ETA hubiera anunciado su disoluci¨®n, tras reconocer p¨²blicamente el da?o infligido, es un brindis al sol. En cualquiera de los ropajes org¨¢nicos que adopte, la izquierda abertzale mantendr¨¢ todas y cada una de las conductas que el TC considera susceptibles de ilegalizaci¨®n; que ETA no mate implica, desde las sentencias del TC, que esas conductas podr¨¢n financiarse con fondos p¨²blicos.
Si ETA socializ¨® el dolor, Bildu, Amaiur y, muy pronto, Sortu construyen, difunden y socializan el discurso de legitimaci¨®n del terror hasta convertirlo en memoria social por aquello de que quien controla el pasado controla el futuro, a la manera orwelliana. Elementos fundamentales de ese discurso son todos los que la sentencia del Constitucional, con ese dedo admonitorio que tanto gusta de levantar en los ¨²ltimos tiempos, se?ala como dignos de sanci¨®n. No ser¨¢n sancionados, de eso podemos estar seguros, y quiz¨¢ sea inevitable; una raz¨®n de m¨¢s para resistir los cantos de sirena moralizantes o teologizantes sobre perdones y olvidos, sin constatar antes de manera fehaciente la disoluci¨®n de ETA, la entrega de las armas y el reconocimiento p¨²blico a las v¨ªctimas del terror.
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