Rajoy hace de Ceuta y Melilla el eje de su pol¨ªtica de defensa
La directiva de defensa apuesta por la disuasi¨®n ante ¡°riesgos no compartidos¡±
Ni una cita al 11-S, el 11-M, Al-Qaeda o Afganist¨¢n. Nada de diplomacia, control de armamento o desarme. Ninguna menci¨®n a la ¡°seguridad compartida¡± o la ¡°defensa colectiva¡±. Algunas alusiones a la OTAN, pocas a la UE y solo una a la ONU; cuando dice que la pol¨ªtica de defensa espa?ola ¡°debe atender a la legalidad internacional y las resoluciones de Naciones Unidas¡±. Atender, que significa tener en cuenta, no subordinarse a ella.
La palabra m¨¢s repetida en la Directiva de Defensa Nacional 1/2012, la primera que firma Mariano Rajoy desde su llegada a La Moncloa, es disuasi¨®n. ¡°La disuasi¨®n es el resultado de disponer de unas capacidades y de la disposici¨®n de utilizarlas si acaso llegara a ser necesario. La mayor garant¨ªa de paz y seguridad no es otra que la credibilidad¡±, afirma el documento. Tan viejo como si vis pacem para bellum.
?Disuasi¨®n frente a qui¨¦n? No ante el terrorismo suicida. ¡°La disuasi¨®n ante las que tradicionalmente se han denominado amenazas no compartidas¡±, afirma el texto. Es decir, Ceuta y Melilla, las ¨²nicas ciudades espa?olas que no est¨¢n cubiertas por el art¨ªculo quinto (defensa mutua) del Tratado de Washington.
En solo nueve folios, la directiva alude tres veces m¨¢s, sin mencionarlo, al contencioso con Marruecos. Dice que Espa?a debe manifestar ¡°con claridad la voluntad de prevalecer sobre las amenazas no compartidas¡±; que, pese a los recortes presupuestarios, ¡°debe contar con las capacidades para garantizar la disuasi¨®n, y ello tomando en consideraci¨®n la singularidad de los riesgos propios¡±; y que, en todo caso, es preciso mantener ¡°un nivel nacional de disuasi¨®n cre¨ªble y suficiente con objeto de evitar que los escenarios de riesgo en nuestro entorno geogr¨¢fico se materialicen en amenazas¡±. ?Obsesi¨®n por Perejil?
Varios expertos militares interpretan que, en una etapa de fuerte reducci¨®n de los gastos militares, Espa?a debe replegarse de las misiones en el exterior y centrarse en la defensa de aquello que nadie le ayudar¨¢ a proteger. Esa parece la opci¨®n.
El texto rezuma desconfianza, no solo en la primavera ¨¢rabe (habla del ¡°incremento de la inestabilidad en nuestro entorno cercano¡±), sino en los aliados (alude a la ¡°disminuci¨®n del paraguas colectivo¡± de la OTAN). Admite que la crisis ¡°act¨²a como una amenaza a la seguridad¡±, pero solo le preocupa el ¡°impacto negativo [de la situaci¨®n econ¨®mica] en las capacidades defensivas¡±.
Aboga por una ¡°Espa?a fuerte¡± desde el punto de vista militar e incluso ampl¨ªa las misiones de la pol¨ªtica de defensa; a la que atribuye, por vez primera, el objetivo de garantizar la seguridad de las empresas espa?olas, al mismo nivel que la defensa de los valores constitucionales o los ciudadanos.
Sin embargo, al abordar el nudo gordiano ¡ªde d¨®nde saldr¨¢n los recursos para financiar la disuasi¨®n militar¡ª lo resuelve con una frase que a nada compromete: se promover¨¢ ¡°la concordancia de los recursos financieros a disposici¨®n de la defensa con los requerimientos del escenario estrat¨¦gico y las consiguientes necesidades de las Fuerzas Armadas¡±.
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