De soluci¨®n a problema
Los espa?oles creen que los pol¨ªticos no est¨¢n a la altura de las circunstancias
La opini¨®n p¨²blica espa?ola constituye un eficiente sensor para calibrar el estado global de la situaci¨®n econ¨®mica. As¨ª, desde 1997 y hasta finales de 2007 ¡ªel mayor ciclo expansivo de la democracia¡ª, eran m¨¢s los espa?oles que evaluaban positivamente la situaci¨®n de la econom¨ªa que quienes hac¨ªan lo contrario. Esta tendencia se quebr¨® en noviembre de 2007, justo cuando la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos comenzaba a extenderse por todo el mundo. Desde entonces, las evaluaciones negativas han ido en aumento: no solo superaron a las positivas, sino que han llegado a suponer la pr¨¢ctica unanimidad: un 97%, seg¨²n el ¨²ltimo dato disponible.
En paralelo, el estado de ¨¢nimo de los ciudadanos ha empeorado. Primero pas¨® de la mera preocupaci¨®n a la angustia: el porcentaje de espa?oles que dice ahora sentirse angustiado por la situaci¨®n econ¨®mica nacional alcanza ya un 94%, y un 82% dice estarlo por la suya personal. Pero esta sensaci¨®n se ha tornado en desamparo por la falta de seguridad y de tranquilidad que le transmiten las principales instituciones de nuestro sistema y, de manera especial, la clase pol¨ªtica, precisamente la llamada a liderar la vida social en tiempos de incertidumbre y crisis.
Es cierto que la mala imagen de los partidos y de los pol¨ªticos no es exclusiva de Espa?a: en medida no muy distinta se registra en la mayor¨ªa de pa¨ªses. Tambi¨¦n en Estados Unidos, donde el Congreso ha obtenido es estos dos ¨²ltimos a?os los peores porcentajes de aprobaci¨®n ciudadana desde que existen datos al respecto. En el caso de Espa?a ¡ªy seg¨²n ha ido empeorando la situaci¨®n econ¨®mica¡ª la clase pol¨ªtica, lejos de constituirse en parte principal de la soluci¨®n, ha pasado a ser una parte del problema.
A este respecto, tanto los datos del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) como los de Metroscopia coinciden y son concluyentes. En el Bar¨®metro del CIS de junio de 2009 los espa?oles situaron por primera vez a los partidos (la clase pol¨ªtica) entre los cinco principales problemas de Espa?a. En solo dos a?os subieron dos puestos, y en el Bar¨®metro de mayo de 2011 aparecieron ya en la tercera posici¨®n, precedidos solo por el paro y los problemas de ¨ªndole econ¨®mica, y quedando por delante del terrorismo, la inseguridad ciudadana o la inmigraci¨®n (problemas que, tradicionalmente, siempre hab¨ªan copado puestos de cabeza). En estos momentos, seg¨²n datos de Metroscopia, un 79% de todos los ciudadanos ¡ªy sin diferencias significativas entre los votantes de los distintos partidos¡ª considera que, en conjunto, la clase pol¨ªtica no est¨¢ sabiendo estar a la altura de las circunstancias actuales ni dar la talla. No debe, por tanto, resultar extra?o que en la tercera oleada, ¨²ltima hasta el momento, del Bar¨®metro de Confianza Institucional de Metroscopia los partidos pol¨ªticos se vean situados por la ciudadan¨ªa en la ¨²ltima posici¨®n de una tabla que comprende 35 instituciones o grupos sociales.
Tres de cada cuatro espa?oles apoyan hoy un Gobierno de unidad nacional
La clave de este desafecto ciudadano est¨¢, sin duda, en el alejamiento de estos del sentir de la sociedad. La abrumadora mayor¨ªa de los ciudadanos est¨¢ de acuerdo en que los partidos tienden, cada vez m¨¢s, a pensar solo en lo que les beneficia e interesa (88%) y en que su prioridad no es escuchar y dar cauce a lo que piensa la gente (87%). Lo que la sociedad reclama es que los partidos introduzcan cambios profundos en su forma de funcionar para que, por un lado, sean m¨¢s sensibles a las demandas de los ciudadanos (90%) y, por otro lado, logren atraer y reclutar para la actividad pol¨ªtica a las personas m¨¢s competentes y mejor preparadas (algo que ahora, seg¨²n opina un 73% de los espa?oles, no ocurre).
De hecho, nunca antes en la historia democr¨¢tica los dos principales candidatos a presidir el Gobierno hab¨ªan llegado a una cita electoral con abrumadores porcentajes de descr¨¦dito como los que exist¨ªan el pasado 20 de noviembre. Un d¨ªa antes de esas elecciones, el candidato socialista, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, inspiraba poca o ninguna confianza a un 75% de los electores, y el candidato popular (y finalmente vencedor en las mismas), Mariano Rajoy, a un 66%. Inmediatamente despu¨¦s de las elecciones, el panorama mejor¨® para Rajoy y no as¨ª para el dirigente socialista, que pas¨® a simbolizar al Gobierno saliente; pero el mantenimiento y profundizaci¨®n de la crisis no ha tardado en volver a evidenciar la desconfianza ciudadana en la capacidad gestora y de liderazgo de nuestros principales pol¨ªticos: la desconfianza en Rajoy se extiende ahora a un 80% de la poblaci¨®n y la de Rubalcaba a un 85%. De hecho, un 66% de los ciudadanos considera que lo que Espa?a necesita en estos momentos es que otros pol¨ªticos se sit¨²en al frente de los principales partidos.
Ante este panorama, cada vez son m¨¢s los espa?oles ¡ªtres de cada cuatro en estos momentos¡ª que piensan que la manera m¨¢s eficaz de hacer frente a la crisis econ¨®mica ser¨ªa el establecimiento de un Gobierno de concentraci¨®n nacional en el que participaran los dos principales partidos (PP y PSOE) y cualquier otra formaci¨®n con representaci¨®n parlamentaria. El mantenimiento del actual enfrentamiento y falta de entendimiento lleva en cambio a la ciudadan¨ªa a concluir, por un lado, que todos los partidos pol¨ªticos son iguales (79%) y, por otro, que solo sirven para dividir a la gente (58%). Pese a todo, la amplia mayor¨ªa absoluta de los espa?oles sigue pensando que los pol¨ªticos y los partidos son imprescindibles para que pueda haber democracia: no es la instituci¨®n lo que se cuestiona, sino el modo en que a esta se le est¨¢ haciendo funcionar. De ah¨ª que la petici¨®n mayoritaria sea la de nuevos operadores para el actual sistema y no el reemplazo de este por otro distinto.
En definitiva, a los m¨²ltiples efectos directos que la crisis econ¨®mica est¨¢ teniendo sobre nuestra sociedad hay que a?adir uno colateral que resulta especialmente alarmante: la constataci¨®n ciudadana de carecer, cuando m¨¢s necesarios resultan, de liderazgos pol¨ªticos confiables y eficientes.
Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz es soci¨®logo y vicepresidente de Metroscopia. En twitter @JPFerrandiz
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