Cooperantes frente al miedo
Un centenar de espa?oles trabajan en labores humanitarias en el inestable Sahel Algunas ONG regresan ma?ana a Tinduf tras deso¨ªr a Exteriores
Mant¨¦n la calma. Te van a secuestrar, no puedes evitarlo. No hagas movimientos extra?os, una reacci¨®n violenta o una resistencia demasiado activa puede provocar que te peguen un tiro. No les mires a los ojos. Transige ante sus demandas. Diles que les respetas como a las personas a las que ayudas en tu trabajo humanitario, pero no mantengas grandes di¨¢logos con ellos. Recuerda: tu objetivo prioritario es sobrevivir.
La mayor¨ªa de los cooperantes que trabajan en zonas conflictivas conocen estas y otras recomendaciones a seguir si sufren un secuestro. La ONU imparte cursos de formaci¨®n basados en la experiencia de otros trabajadores humanitarios que fueron capturados y han podido contarlo. ¡°No vamos de pardillos¡±, se queja Jes¨²s Mart¨ªn, cooperante de 58 a?os de la ONG vasca Mundubat, que volvi¨® a Espa?a el 28 de julio procedente de los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia) en la repatriaci¨®n urgente ordenada por el Gobierno ante los ¡°indicios de un secuestro inminente¡±, como asegur¨® el ministro de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo. La medida ha soliviantado a las ONG que trabajan en la zona, que han deso¨ªdo a Exteriores y regresan al S¨¢hara ma?ana. Las organizaciones rechazan que exista un problema de inseguridad, y en todo caso recuerdan que Espa?a y otros pa¨ªses occidentales mantienen cooperantes en el Sahel, e incluso en la ¡°plataforma terrorista¡± de Mal¨ª, en palabras del ministro.
Un centenar de espa?oles ¡ªseg¨²n los datos provisionales de Exteriores¡ª trabaja en labores humanitarias en el cintur¨®n que divide las arenas del S¨¢hara y las selvas tropicales africanas, en el inestable Sahel, que sufre adem¨¢s una emergencia humanitaria en forma de feroz hambruna. Ocho cooperantes espa?oles han sido secuestrados en la zona en los ¨²ltimos dos a?os; Blanca Thiebaut y Montserrat Serra, de M¨¦dicos sin Fronteras, a¨²n no han sido liberadas. El peligro existe. Pero hay muchos dispuestos a asumirlo.
Ocho cooperantes espa?oles han sido secuestrados en la zona en los dos ¨²ltimos a?os
Samantha Sarri¨¢ es la touba. La blanca, o la que viene del fr¨ªo. As¨ª la llaman en Ka¨¦di, una ciudad de aproximadamente 60.000 habitantes en el sur de Mauritania donde trabaja desde el pasado abril. Es la ¨²nica mujer espa?ola ¡ªy occidental¡ª que vive sola. En el equipo en Mauritania de su organizaci¨®n, Acci¨®n contra el Hambre, no hay m¨¢s expatriados desplazados. No lo esconden: prefieren trabajar con poblaci¨®n local, porque los occidentales son un objetivo. Demasiado blancos, demasiado visibles. Pero ella est¨¢ all¨ª.
Samantha ¡ªzaragozana, de 36 a?os¡ª se ha acostumbrado a seguir en Mauritania unas rigurosas medidas de seguridad. Tres guardianes vigilan d¨ªa y noche el bloque de apartamentos en el que vive. Tiene dos ch¨®feres, su coche lleva un geolocalizador, siempre tiene que ir acompa?ada y cada vez que sale ¡°al terreno¡± debe avisar con 48 horas de antelaci¨®n: ¡°Si no he vuelto a las seis de la tarde, saben que algo ha ido mal¡±, explica por tel¨¦fono desde su apartamento en Ka¨¦di. Se mueve solo de seis de la ma?ana a seis de la tarde, del amanecer al atardecer.
¡°Si no he vuelto a las seis de la tarde, saben que algo ha ido mal¡±, explica Samantha Sarri¨¢, cooperante en Mauritania
En Mauritania no ha tenido a¨²n ning¨²n susto. Pero en su larga experiencia como cooperante (lleva una d¨¦cada en misiones desde Kosovo hasta Darfur, incluyendo Mal¨ª) se ha salvado de unas cuantas situaciones complicadas. La peor la vivi¨® en Darfur, en 2007. ¡°Un grupo atac¨® a punta de pistola el convoy en el que ¨ªbamos. Nos robaron dos de los seis coches y negociamos para que no se llevaran tambi¨¦n a los conductores¡±. No les hicieron da?o. ¡°Luego fui consciente de lo que de verdad pod¨ªa haberme pasado¡±, relata.
Con el tiempo, ha aprendido lo importante que es estar bien integrado en la comunidad. ¡°La poblaci¨®n te previene de que algo puede pasar¡±. Le ocurri¨® en Mal¨ª. A uno de sus ch¨®feres le aconsejaron en el mercado que ¡°la blanca¡± estuviera tranquila unos d¨ªas. Ella sigui¨® el consejo: ¡°Mantienes un perfil bajo, con m¨¢s trabajo de oficina que de terreno¡±. Poco despu¨¦s de aquel aviso un ciudadano franc¨¦s fue secuestrado.
Desarrollas una especie de sexto sentido, una sensibilidad especial hacia una posible agresi¨®n Jes¨²s Mart¨ªn, cooperante en los campamentos saharauis
¡°Se desarrolla una especie de sexto sentido, una sensibilidad especial hacia una posible agresi¨®n¡±, apunta Jes¨²s Mart¨ªn, cooperante de Mundubat. ¡°Los que van a atacarte saben tambi¨¦n oler tu miedo. Todo es muy animal¡±, indica. ?Y por qu¨¦ arriesgan su vida? ?Son temerarios, imprudentes? ¡°Hay una serie de gente que padece injusticias y mi moral me dice que soy un privilegiado por poner mi granito de arena en contribuir a su bienestar¡±, asegura Jes¨²s, que concluye: ¡°Pero no tengo ninguna gana de inmolarme, todos queremos vivir muchos a?os¡±.
¡°La cooperaci¨®n y la acci¨®n humanitaria tienen un riesgo impl¨ªcito que tienes que aceptar, es como ser bombero o polic¨ªa¡±, a?ade David Noguera, coordinador de Emergencias de M¨¦dicos sin Fronteras. El trabajo de las ONG, explica, se ha complicado desde hace una d¨¦cada por una ¡°contaminaci¨®n¡± del concepto de humanitario, que tuvo su paradigma en la intervenci¨®n b¨¦lica en Afganist¨¢n, donde se vendi¨® a las ONG como parte de aquella acci¨®n internacional.
Ahora es m¨¢s complicado que la poblaci¨®n entienda que son independientes. Pero el terrorismo no es el peor riesgo al que se enfrentan: la primera causa de mortalidad entre quienes participan en labores humanitarias, asegura Noguera, son los accidentes de coche. Con riesgos o sin ellos, los cooperantes seguir¨¢n estando all¨ª. Samantha es contundente: ¡°La pasi¨®n que siento por esto es m¨¢s fuerte que el miedo¡±.
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