Mayor¨ªa aplastante

Sin dinero no hay Estado. De esto fue muy consciente el primer constituyente democr¨¢tico del mundo, el de los Estados Unidos de Am¨¦rica. ¡°El dinero ha sido considerado, con raz¨®n, como el principio vital del cuerpo pol¨ªtico, como aquello que sostiene su vida y movimiento y que le permite ejecutar sus funciones m¨¢s vitales¡±. En estos t¨¦rminos se expresar¨ªa El Federalista en su n¨²mero XXX, primero de los dedicados al poder tributario de la Federaci¨®n. El primer pa¨ªs del mundo que se constituy¨® democr¨¢ticamente ha tenido el ¨¦xito que ha tenido, entre otras razones, porque tuvo presente desde el primer momento que, constituy¨¦ndose como una Federaci¨®n, ten¨ªa que mirar de frente el problema de la financiaci¨®n. Ning¨²n pa¨ªs pol¨ªticamente descentralizado puede operar establemente sin que ese problema est¨¦ resuelto de una manera que sea aceptada de forma muy mayoritaria tanto por el todo como por las partes que lo constituyen. Sin un consenso simult¨¢neamente nacional y territorial sobre la financiaci¨®n no es posible que un Estado pol¨ªticamente descentralizado pueda asentarse primero y, llegada una situaci¨®n cr¨ªtica, sobrevivir. Los ciudadanos del Estado y de las distintas comunidades aut¨®nomas necesitan tener la percepci¨®n de que el esfuerzo de financiaci¨®n del Estado es equitativo.

?Esto es as¨ª siempre, pero mucho m¨¢s cuando el pa¨ªs tiene que enfrentarse a una situaci¨®n de emergencia, como le est¨¢ ocurriendo a Espa?a desde hace unos a?os. La crisis econ¨®mica est¨¢ afectando ya a la ejecuci¨®n ¡°de las funciones m¨¢s vitales¡± del Estado, incluyendo en dicho concepto las que tienen que ejecutar las comunidades aut¨®nomas. La escalada de la emergencia hace insoslayable que nos replanteemos cu¨¢l es el contenido y alcance de esas funciones m¨¢s vitales.

?En esas estamos en este momento. Hemos perdido ya demasiado tiempo. Se perdi¨® con el Gobierno de Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero en la segunda mitad de la pasada legislatura. Y se ha perdido con el Gobierno de Mariano Rajoy, que conviene recordar que fue investido hace ya algo m¨¢s de siete meses. Es verdad que es poco tiempo para hacerlo responsable de la evoluci¨®n de la crisis desde su investidura hasta hoy, pero no lo es menos que es tiempo m¨¢s que suficiente para que hubiera puesto en marcha un procedimiento para analizar conjuntamente entre todos los partidos y entre el Estado y las comunidades aut¨®nomas cual es la estrategia que se tendr¨ªa que seguir y como habr¨ªa que transmitir conjuntamente a los ciudadanos la distribuci¨®n de los costes para hacer frente a la emergencia.

?Lo m¨¢s preocupante de la situaci¨®n es que, sabiendo como sabemos que estamos en una situaci¨®n l¨ªmite, carecemos de un plan consensuado, pol¨ªtica y territorialmente, sobre como tenemos que enfrentarnos con el problema. Esto es lo que el pa¨ªs necesita con urgencia. El Gobierno tiene mayor¨ªa absoluta en el Congreso de los Diputados y las comunidades aut¨®nomas gobernadas por el PP tienen una mayor¨ªa muy amplia en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera. Pero esas mayor¨ªas son condici¨®n necesaria pero no suficiente para dar respuesta al problema con el que el pa¨ªs tiene que enfrentarse. De ah¨ª que la estrategia de la ¡°mayor¨ªa aplastante¡±, en palabras de Crist¨®bal Montoro tras la ¨²ltima reuni¨®n del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera, sea un error monumental. Adem¨¢s de no ajustarse a la realidad, ya que las comunidades gobernadas por el PP son 11 y las que estuvieron en contra son 4, pero las 11 gobernadas por el PP cuentan con 22.236.437 ciudadanos y las otras 4 19.171.976. En n¨²mero de comunidades la mayor¨ªa es aplastante, en poblaci¨®n no lo es.

?En todo caso, esto es irrelevante en estos momentos. Lo decisivo es que con esas mayor¨ªas el PP puede aplastar al PSOE y a los dem¨¢s partidos parlamentarios o a las comunidades aut¨®nomas en que no gobierna, pero no movilizar las energ¨ªas necesarias para salir de la emergencia en que nos encontramos. El problema del Gobierno no es ganar votaciones en el Congreso o en el Consejo. El problema es convencer a los ciudadanos en Espa?a y a los Gobiernos de los dem¨¢s pa¨ªses de la Uni¨®n Europea en general y a los del Eurogrupo en particular de que realmente tiene una estrategia que puede conducir a la salida de la crisis. A estas alturas del gui¨®n el voto de los parlamentarios del PP o de los Gobierno de las comunidades que dirige no a?ade nada a la credibilidad del presidente del Gobierno. Ni dentro ni fuera. No estamos ante un juego de mayor¨ªa y minor¨ªa en las instituciones, sino ante un problema de supervivencia de la f¨®rmula de gobierno que ha presidido la convivencia desde la transici¨®n.