Un juez procesa a una banda que rob¨® 600 casas maltrataba a mujeres y ni?os
El juez afirma que la red ¡°alquilaba¡± mujeres y ni?os para allanamientos
Francisca T. C. apenas se ausent¨® un rato al mediod¨ªa de su casa, en un cuarto piso de la madrile?a calle de los Hermanos de Pablos y, a la vuelta, la encontr¨® desvalijada. Los cajones del dormitorio estaban patas arriba y las joyas, esfumadas. Su casa es una de las 600 robadas en los ¨²ltimos a?os en diferentes ciudades espa?olas y portuguesas por una banda a la que un juez de Madrid acaba de procesar, en un auto que ocupa 29 folios: 101 personas, la mayor¨ªa provenientes de la antigua Yugoslavia. Les imputa asociaci¨®n il¨ªcita, receptaci¨®n, falsificaci¨®n y robos de joyas y dinero. La base de operaciones de esta extensa red estaba en el madrile?o poblado chabolista de la Ca?ada Real, en conexi¨®n con otros jefes de la banda radicados en diferentes localidades madrile?as y en Tarragona. Era una de las bandas m¨¢s activas y da?inas del pa¨ªs.
Las pesquisas que recoge el auto nacen el 30 de marzo de 2009. Dos mujeres de origen croata, Daniela Radulovic y Madona Stancovic, fueron detenidas en Madrid. Ese d¨ªa hab¨ªan robado ¡°en una pluralidad de domicilios ubicados en el n¨²mero 75 de la calle de los Hermanos Garc¨ªa Noblejas¡±. Una vecina las vio introducir l¨¢minas recuadradas de pl¨¢stico duro en cerraduras de casas. Al ser detenidas, iban cargadas de joyas. D¨ªas antes hab¨ªan sido vistas robando en otras viviendas.
La polic¨ªa sospech¨® que pertenec¨ªan a una ampl¨ªsima red dedicada a asaltar vivienda habitadas. Ellas s¨®lo eran el eslab¨®n m¨¢s bajo. ¡°Del resultado de las escuchas telef¨®nicas y seguimientos policiales¡±, se?ala el juez en su auto, ¡°(¡) se han conseguido datos suficientes para intentar esclarecer, hasta el momento, m¨¢s de 400 robos con fuerza en Espa?a y otros 200 en Portugal, siempre con el mismo m¨¦todo: el resbal¨®n¡± [abrir la cerradura introduciendo el pl¨¢stico duro o bien rompi¨¦ndola con destornilladores].
El m¨¦todo de trabajo era el siguiente: tres personas sol¨ªan participar en cada robo. Casi siempre dos mujeres o menores, y un hombre, que esperaba fuera al volante de un coche. Entraban en un bloque y esperaban a que alguien saliera de su casa. Atentas a si echaban la llave a la puerta o no. Antes de usar el pl¨¢stico llamaban insistentemente al timbre. Por si hab¨ªa alguien dentro. Los cajones del dormitorio eran el primer sitio en que buscaban, siempre seg¨²n el auto del magistrado Santiago Torres.
Hasta seis pisos pod¨ªan limpiar a diario. ¡°Tales hechos¡±, razona el juez, ¡°se produc¨ªan gracias a una estructura criminal jerarquizada (¡) Por encima de estos grupos operativos (de dos o tres personas), hab¨ªa un segundo nivel, constituido por personas encargadas de proporcionar veh¨ªculos, recoger los efectos sustra¨ªdos y facilitar la fuga¡±.
El tercer nivel de la trama se encargaba de dar salida y vender en el mercado negro las joyas robadas, ¡°bien en tiendas de compraventa de oro, mediante su exportaci¨®n al extranjero o bien permutando parte de los robado por veh¨ªculos de alta gama o inmuebles¡±. El escal¨®n supremo de la trama estaba en Tarragona. Los jefes se encargaban desde all¨ª de blanquear los objetos robados. ¡°Todos los grupos son interactivos, entrecruzados por v¨ªnculos ¨¦tnicos y/o familiares, operando bajo la norma de la supeditaci¨®n de la mujer al hombre, y de los hijos al padre var¨®n, que ejerc¨ªa de patriarca¡±, se?ala el juez. Y a?ade: ¡°Las mujeres y los hijos m¨¢s j¨®venes ser¨ªan los que se introduc¨ªan en las casas, por su mayor habilidad y constituci¨®n f¨ªsica, estableci¨¦ndose incluso relaciones de alquiler o hasta compra/permuta de mujeres y ni?os entre los grupos familiares para que se dedicasen a los robos¡±.
Seg¨²n el juez, el poder de los maridos sobre sus esposas e hijos era absoluto. Por ejemplo, uno de los imputados, Branko Marin, lleg¨® a ¡°propinar fuertes palizas a su mujer y dos hijos, incluso con cinturones de cuero, para obligarle a realizar robos¡±. Tambi¨¦n les golpeaba cuando la polic¨ªa les deten¨ªa ¡°o no sustra¨ªan lo que ¨¦l consideraba que ten¨ªan que robar¡±.
Para huir de las casas se serv¨ªan de coches que pon¨ªan a nombre de testaferros, a los que pagaban 50 euros cada vez que se prestaban a ello. Jorge Hidalgo Diago, otro de los imputados, tuvo hasta 36 veh¨ªculos a su nombre. M¨¢s de 23 kilos en joyas intervino la polic¨ªa en los 19 registros practicados. Uno de los cabecillas en Madrid del entramado era Milorad Nicolic, Buda y Franco. Muchas joyas aparecieron enterradas en jardines o escondidas en los dobles fondos de las autocaravanas que la red utilizaba para desplazarse para robar. Los cabecillas de la trama est¨¢n en prisi¨®n.
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