¡°Rajoy es el botones de la Merkel¡±
Uno de los principales fundadores del sindicato CC OO, reivindica que la sociedad ejerza una resistencia ante el desencanto social y pol¨ªtico imperante
Dice que si llegase a un mundo ignoto y le preguntaran qui¨¦n es dir¨ªa: ¡°Un hombre de suerte¡±. A pesar de haber conocido ¡°el hambre de pan¡±, de haber trabajado desde los 12 a?os, de haber sido perseguido por sus ideas y encarcelado m¨¢s de tres en la prisi¨®n de Carabanchel (1967-1971), de ser seriamente cuestionado por los suyos en el sindicato que fund¨® (CC OO) y expulsado de ¡°el partido¡± en el que milit¨® casi toda su vida (PCE). A pesar de haber fracasado en la creaci¨®n de otra fuerza pol¨ªtica (el PTE, Partido de los Trabajadores de Espa?a), de haber traicionado a muchos pas¨¢ndose al PSOE y de haberse convertido en un sindicalista ¡°hist¨®rico¡± sin lograr crear una alternativa de izquierdas cre¨ªble. Y tambi¨¦n a pesar de muchos otros pesares, entre ellos la operaci¨®n reciente de un c¨¢ncer de la que parece haber salido milagrosamente rejuvenecido, Juli¨¢n Ariza (Madrid, 1934) dice: ¡°Soy un resistente, un hombre afortunado¡±.
A sus excelentes 78 a?os, Juli¨¢n Ariza sigue viviendo en la misma casa en la que naci¨®, la que construy¨® su padre, Antonio, fontanero de profesi¨®n. Primero fue el n¨²mero 7 de la calle de M¨¢laga y, tras convertirse enfrente de guerra, pas¨® a llamarse, paradojas del destino, calle Esmeralda. En esa v¨ªa del madrile?o barrio de Usera que colinda con Villaverde, creci¨® el protagonista de esta narraci¨®n, jugando entre las viejas trincheras de la Guerra Civil espa?ola.
Su fortuna, ¨¦l lo sabe, tiene un nombre, el de su madre, que no pod¨ªa ser otro que Amparo. Ella, asistenta y ama de casa e intelectualmente inculta por falta de opci¨®n, le inculc¨® todo lo que le hizo grande, todo cuanto fragu¨® a fuego lento la pasta de este pol¨ªtico. ¡°Mi madre me dec¨ªa siempre que hab¨ªa que estar con los d¨¦biles¡±. Fue en ese hogar obrero (y religioso) donde ¨¦l se convirti¨® en un ateo convencido y mam¨® sus ¡°valores m¨¢s ¨ªntimos¡±: la honradez, el gusto por el trabajo bien hecho, el no hacer da?o y pensar en los dem¨¢s¡ Las estructuras de esa plataforma desde la que tom¨® impulso para rebelarse contra la injusticia, para indignarse frente al abuso, para plantar cara a la arbitrariedad de la autoridad. As¨ª fue como, con 18 a?os, entr¨® en el despacho del gerente de la empresa farmac¨¦utica Cofares a cantarle las cuarenta por el ¡°atropello¡± que se estaba cometiendo con una compa?era. Al poco tiempo era enlace sindical.
"Faltan pol¨ªticos profesionales y no profesionales de la pol¨ªtica"
Lo que vino despu¨¦s es conocido. Se fue de aquella empresa y, con el t¨ªtulo de maestro delineante que se hab¨ªa sacado estudiando por las noches, entr¨® a trabajar en Perkins, donde conoci¨® a Marcelino Camacho, que por entonces era fresador y ya estaba vinculado al PCE. Aquel encuentro propuls¨® su carrera sindical. Entre los dos comenzaron a parir esa idea de las comisiones obreras. ¡°Ni en nuestros mejores sue?os pensamos que aquello ser¨ªa el germen del sindicato m¨¢s importante de este pa¨ªs¡±, cuenta. Y despu¨¦s, viajando con pasaporte falso a Par¨ªs para una ¡°reuni¨®n¡±, conoci¨® a Santiago Carrillo, a quien ha permanecido unido, gan¨¢ndose enemigos entre sus amigos, hasta hoy, cuando reconoce que el paso de la dictadura a la democracia llevaba impl¨ªcito un ¡°pacto t¨¢cito¡± para no remover el pasado: ¡°La consigna en el partido era: ¡®Miremos hacia adelante no hacia atr¨¢s¡±.
A los que cuestionan la Transici¨®n, les recuerda que, antes de aquello, sus hermanas ¡°ten¨ªan que dejar de trabajar despu¨¦s de casarse¡±, que se hizo una Constituci¨®n ¡°que ha servido de marco de convivencia m¨¢s de 30 a?os¡±, que las protecciones sociales eran casi inexistentes y que Espa?a ha sido durante a?os ¡°un ejemplo¡± en las relaciones laborales.
Ariza se mantiene en activo como asesor en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) en permanente contacto con su sindicato, donde ya tiene un peque?o despacho, y entra y sale como Pedro por su casa.
Atento a la coyuntura pol¨ªtica y econ¨®mica, no tiene pelos en la lengua para decir que ¡°faltan pol¨ªticos profesionales y no profesionales de la pol¨ªtica, gente que de verdad crea en un proyecto para la mayor¨ªa. El fin es el proyecto y la pol¨ªtica el medio, no al rev¨¦s¡±, sentencia. Y contin¨²a: ¡°Y, para empezar, no existe un proyecto¡±. Tampoco le tiembla la voz cuando dice: ¡°Ya le dijimos a Zapatero que convocara elecciones antes de dar aquel giro brutal a su programa tras su visita a Alemania (2010) y prefirieron bajarse los pantalones¡±. Ni cuando deja caer que la historia de Zapatero tiene su origen en una perversa carambola propia del mal funcionamiento de los partidos a la hora de elegir a sus representantes: ¡°Para que no saliera Bono, los delegados votaron a Zapatero, un perfecto desconocido¡±. No duda en hablar de Mariano Rajoy como ¡°el botones de la Merkel¡±.
Hoy muestra ¡°una enorme preocupaci¨®n¡± por lo que est¨¢ pasando y est¨¢ convencido de que la crisis (¡°real, s¨ª¡±) se ha convertido en la excusa para ¡°acometer un cambio de modelo social en el que los especuladores econ¨®micos tienen responsabilidad por acci¨®n y las fuerzas pol¨ªticas por complicidad y omisi¨®n. ?Hasta el desencanto social est¨¢ programado!, por eso hay que resistirse¡±. Habla de que nota, ¡°de manera casi epid¨¦rmica, una involuci¨®n en lo p¨²blico, en la protecci¨®n social, en lo pol¨ªtico¡ Me preocupa el retroceso democr¨¢tico, las actitudes desp¨®ticas y que la gente quiera cambiar pol¨ªticos por tecn¨®cratas, cuando ?son estos asesores de grandes corporaciones financieras los que nos han conducido a la crisis!¡±.
Tras una conversaci¨®n de tres horas, en una habitaci¨®n prestada en el sindicato, ya en la puerta del ascensor, se da la vuelta sin mediar palabra y vuelve sobre sus pasos: ¡°Hab¨ªa olvidado apagar la luz¡±.
Aqu¨ª y ahora
? La crisis. "El ¨²ltimo estudio del CES aporta un dato: la gente con una renta mensual superior a 6.000 euros ha mejorado su poder adquisitivo. Se est¨¢ aprovechando para lograr la revoluci¨®n conservadora, acabar con lo p¨²blico y buscar un sistema que vaya hacia lo asistencial".
? Memoria hist¨®rica. "La consigna en el Partido fue: 'Miremos hacia adelante no hacia atr¨¢s".
? La Transici¨®n. "A veces tengo la sensaci¨®n de haber vivido en otro planeta. El salto que se ha dado es gigantesco".
? La clase pol¨ªtica. "La calidad de los pol¨ªticos es manifiestamente mejorable. Hay una carencia de un proyecto que ilusione a la militancia".
? El capitalismo. "Es medularmente injusto porque alimenta la desigualdad; est¨¢ en su fase de involuci¨®n".
? La democracia. "La socialdemocracia ha vivido de la renta de la Guerra Fr¨ªa. Al caer el bloque del Este (y soy eurocomunista) dej¨® de haber alternativa posible, garant¨ªa de pacto. La izquierda ha sido incapaz de articular otro modelo de sociedad frente al neoliberalismo".
? La izquierda. "Es una cierta caricatura de s¨ª misma, se ha sustituido a gente valiosa por gente mediocre".
? Rajoy. "Es el botones de la Merkel".
? Zapatero. "Fue un gobierno de marketing, sin visi¨®n de Estado".
? El aborto. "Me parece una barbaridad lo que est¨¢ pretendiendo Gallard¨®n".
? La eutanasia. "Es rechazable, pero tiene que poderse morir dignamente".
? El matrimonio gay. "No s¨¦ si deb¨ªan llamarle matrimonio, pero es respetable".
? La investigaci¨®n con c¨¦lulas madre. "Los l¨ªmites ¨¦ticos a veces son poco recomendables, tiene que regularse".
? La tecnolog¨ªa. "No tengo reservas".
? Dios. "Soy ateo por convicci¨®n".
? La propuesta. "Construir una alternativa de izquierdas identificable".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.