Independentismo de coraz¨®n y de conveniencia
La frustraci¨®n por el Estatuto recortado y la crisis hacen eclosionar el secesionismo en Catalu?a Emerge un independentismo tranquilo, que vive la opci¨®n de abandonar Espa?a sin dramas
La manifestaci¨®n independentista que el martes reuni¨® en Barcelona a cientos de miles de personas bajo el lema Catalu?a, un Estado de Europa, ha provocado un terremoto pol¨ªtico. Una Diada hist¨®rica, un antes y un despu¨¦s, un nuevo escenario. Las valoraciones han sido un¨¢nimes y la sorpresa tambi¨¦n. ¡°Pens¨¢bamos que iba a ir mucha gente, pero no tanta¡±, confiesa Carme Forcadell, presidenta de la Asamblea Nacional de Catalu?a, la entidad que convoc¨® la manifestaci¨®n. Un a?o antes, la marcha independentista apenas hab¨ªa reunido a 10.000 personas en el mismo lugar. ?Qu¨¦ ha pasado en Catalu?a para que una parte importante del catalanismo se haya desplazado de repente hacia el independentismo?
Las causas son m¨²ltiples pero todos coinciden en que el punto de inflexi¨®n hay que situarlo en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonom¨ªa. ¡°Con esa sentencia se nos dijo que Espa?a no nos quiere en tanto que catalanes¡±, sostiene Carme Forcadell. Al desenga?o del Estatuto se ha sumado la crisis econ¨®mica, que ha aumentado el sentimiento de agravio, y la emergencia de nuevas generaciones de catalanistas, desacomplejadas y cosmopolitas, que viven la demanda de independencia sin ning¨²n dramatismo.
La sentencia del Estatuto cerr¨® la v¨ªa prevista en la Constituci¨®n para poder mejorar el encaje de Catalu?a en Espa?a
La gestaci¨®n de la propia Asamblea es una demostraci¨®n de la aceleraci¨®n que ha vivido la din¨¢mica independentista. Heredera del movimiento que a partir de 2009 organiz¨® consultas populares en diferentes municipios, la plataforma se constituy¨® en marzo con el ¨²nico objetivo de luchar por la independencia. Para ello adopt¨® como forma de organizaci¨®n de eficacia probada en la lucha contra el franquismo, una combinaci¨®n de estructura territorial y sectorial al tiempo. En unos meses ha reclutado 9.000 socios y 15.000 simpatizantes activos, agrupados en 300 asambleas locales y otras muchas sectoriales. ¡°Desde la Diada, tenemos los tel¨¦fonos colapsados. Mucha gente quiere apuntarse¡±, explica la presidenta. Ling¨¹ista de profesi¨®n, Carme Forcadell es una mujer decidida, que expresa con la m¨¢xima calma la m¨¢s f¨¦rrea convicci¨®n. Es la cara del independentismo tranquilo. ¡°Lo importante son las asambleas locales¡±, dice. ¡°En ellas hay tambi¨¦n militantes de partidos, pero lo que cuenta es trabajar por la independencia¡±.
La idea de que Catalu?a se est¨¢ empobreciendo se ha abierto paso en los ¨²ltimos meses de forma angustiosa
¡°Esta forma de organizaci¨®n es muy efectiva¡±, explica Joan Subirats, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. ¡°Recuerda mucho a la del Tea Party de Estados Unidos: una estructura c¨ªvica de base territorial, con enlaces concretos en los partidos, pero sin depender de ellos. La base territorial es la que le da cohesi¨®n y sentido de comunidad¡±. La gran ola que emergi¨® en la Diada hab¨ªa sido detectada ya en las encuestas peri¨®dicas del Centre d¡¯Estudis de Opini¨®, el equivalente del CIS en Catalu?a. La de junio pasado revel¨® que un 51,1% de la poblaci¨®n votar¨ªa a favor de la independencia en un eventual refer¨¦ndum, frente a solo un 21,1% que votar¨ªa en contra.
Los datos de la encuesta indican que, aunque m¨¢s del 70% de los partidarios de la independencia se sit¨²an en posiciones de centroizquierda, el recuerdo de voto indica que hay independentistas entre los votantes de todos los partidos. As¨ª, seg¨²n el sondeo, votar¨ªan a favor de la independencia, algo muy l¨®gico, el 95,7% de los votantes de ERC; pero tambi¨¦n el 64,5% de los CiU; el 53,2% de los ICV; el 29% de los del PSC y hasta un 8,8% de los del PP. Y todo indica que la tendencia es al alza.
Tres d¨¦cadas de encontronazos
Desde la instauraci¨®n del Estado auton¨®mico, los Gobiernos de la Generalitat y del Estado han mantenido continuas diferencias de criterios que se han dirimido en la prensa o los tribunales. Ni los acuerdos que se alcanzaban con el tiempo han servido para cerrar carpetas abiertas.
? La armonizaci¨®n auton¨®mica (1982) El Congreso aprueba la Ley Org¨¢nica de Armonizaci¨®n del Proceso Auton¨®mico. La Generalitat recurre al Constitucional al considerar que lamina muchas competencias que figuraban en el Estatuto.
? 'Caso Banca Catalana' (1984) Querella de la Fiscal¨ªa contra el entonces presidente catal¨¢n, Jordi Pujol, por su anterior participaci¨®n en la gesti¨®n del banco, que acab¨® desapareciendo. CiU convirti¨® la imputaci¨®n del mandatario catal¨¢n en un ataque a la autonom¨ªa.
? Autodeterminaci¨®n (1989) El Parlamento proclama el derecho de Catalu?a a su autodeterminaci¨®n.
? Pujol y Aznar pactan un nuevo modelo de financiaci¨®n (1997) La cesi¨®n del 30% del IRPF no acaba de contentar a Pujol.
? El 'CAT' en las matr¨ªculas (2000) Espa?a cambia sus matr¨ªculas y Catalu?a pide que figure el distintivo 'CAT'. Aznar responde: ¡°No voy a discutir de las chapas de los coches¡±.
? El Gobierno de Aznar aprueba un nuevo modelo de financiaci¨®n auton¨®mica (2001) Artur Mas, entonces conseller en cap, declara: "Nos proporciona m¨¢s dinero, m¨¢s capacidad para decidir y nos permite depender menos de las transferencias del Estado".
? El trasvase del Ebro (2001) El Gobierno, con el apoyo de CiU, aprueba el Plan Hidrol¨®gico Nacional, con gran contestaci¨®n en el sur de Catalu?a.
? El tripartito (2003) Tras 23 a?os de pujolismo, los socialistas llegan al poder de la mano de los independentistas de ERC. El cambio no acaba con los encontronazos.
? Reuni¨®n Carod-ETA (2004) El conseller en cap de la Generalitat Josep Llu¨ªs Carod se re¨²ne en secreto con la banda terrorista ETA en Perpi?¨¢n. La filtraci¨®n de la reuni¨®n, que Carod atribuy¨® al Gobierno de Aznar, provoca su dimisi¨®n.
? El Estatuto (2005) Todos los partidos catalanes excepto el PP aprueban el nuevo Estatuto de Catalu?a, que supone un notable salto en el autogobierno. El PP empieza una campa?a de recogida de firmas contra el texto. Artur Mas, entonces l¨ªder de la oposici¨®n catalana, y el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero acaban pactando el recorte del texto. El PP lo lleva al Constitucional.
? El hast¨ªo por las infraestructuras (2007) Un socav¨®n en la estaci¨®n de Renfe de Bellvitge provoca el caos en la red de Cercan¨ªas, el en¨¦simo en meses. El hast¨ªo desemboca en una gran manifestaci¨®n.
? El Gobierno de Zapatero aprueba un nuevo modelo de financiaci¨®n auton¨®mica (2009) El presidente catal¨¢n, Jos¨¦ Montilla (PSC), dice: ¡°Espa?a ha hecho justicia con Catalu?a, ha saldado una deuda con ella. Era injusto que, pagando los catalanes muy por encima de la media, recibi¨¦ramos por debajo de la media para atender nuestros servicios¡±.
? Las consultas independentistas (2009) El municipio barcelon¨¦s de Arenys de Munt celebra una consulta popular sobre la independencia de Catalu?a. La convocatoria se acaba extendiendo a m¨¢s de medio millar de municipios, en la que acaban participando 900.000 catalanes.
? La sentencia del Estatuto (2010) Tras casi cuatro a?os de deliberaciones, el Tribunal Constitucional falla sobre el Estatuto: declara 14 preceptos inconstitucionales y reinterpreta otros 27.
? La inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica (2010): El Tribunal Supremo sentencia que se ha de modificar el sistema de escuela en catal¨¢n para dar al castellano el peso de lengua vehicular.
? El pacto fiscal en el Parlamento catal¨¢n (2012) Mas consigui¨® en julio que el Parlamento refrendara una propuesta unitaria de pacto fiscal. El PP se abstuvo y el PSC lo apoy¨® parcialmente.
El independentismo tiene una larga historia en Catalu?a, pero siempre hab¨ªa sido minoritario. La eclosi¨®n de la Diada no se explica, sin embargo, sin un caldo de cultivo en el que destacan los siguientes elementos:
? FRUSTRACI?N Y CANSANCIO. La palabra hartazgo define bien un estado de ¨¢nimo muy generalizado que alcanz¨® un punto de no retorno con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto. Las fuerzas pol¨ªticas catalanas hab¨ªan adoptado con ilusi¨®n la Constituci¨®n de 1978 porque era lo suficientemente abierta como para permitir un amplio autogobierno. Pero el desarrollo del Estatuto de 1979 cost¨® m¨¢s de 25 a?os de trabajosas negociaciones y con las mayor¨ªas absolutas del PP, cualquier ley org¨¢nica pod¨ªa laminar las competencias. Bajo la presidencia de Pasqual Maragall se hizo un ¨²ltimo esfuerzo por reforzar y blindar el autogobierno y lograr un encaje duradero de Catalu?a en Espa?a. Pero, pese a que el texto hab¨ªa sido consensuado en el Parlamento catal¨¢n; negociado, recortado y aprobado en las Cortes Espa?olas, y aprobado en refer¨¦ndum por los catalanes, el intento fracas¨®.
La frustraci¨®n fue enorme en Catalu?a. El fallo del Constitucional fue celebrado por el PP como un triunfo sobre el nacionalismo catal¨¢n, y as¨ª era. Pero a costa de quebrar definitivamente la confianza. Porque del Ebro para arriba fue mayoritariamente percibido como un fracaso que cerraba de forma irreversible la ¨²nica v¨ªa prevista en la Constituci¨®n para mejorar el encaje de Catalu?a en Espa?a. ¡°La gente interpret¨® que Espa?a despreciaba la mano tendida del Estatuto¡±, afirma Jordi S¨¢nchez, adjunto al S¨ªndic de Greuges de Catalu?a.
En julio de 2010, cientos de miles de personas se manifestaron en Barcelona contra la sentencia. Silencio. Al d¨ªa siguiente todo volvi¨® a su cauce. Muchos en Madrid respiraron con alivio. Otros con satisfacci¨®n. Ya est¨¢. Cap¨ªtulo superado. Pero no era as¨ª. Dos a?os despu¨¦s, aquellos mismos y muchos m¨¢s sal¨ªan de nuevo a la calle, ya no para defender el Estatuto, sino para reclamar la independencia.
? HOMBRES DE NEGRO. Sobre este estado de ¨¢nimo dominado por la decepci¨®n cay¨® como un rayo la crisis econ¨®mica. Los catalanes fueron los primeros espa?oles en sentir los efectos del dogma de la austeridad, que el Gobierno de CiU comparte de forma entusiasta con Merkel y con Rajoy. Recortes en educaci¨®n, sanidad y servicios sociales, copago por partida doble y doble rebaja salarial para los funcionarios. Hay mucho malestar, mucho descontento por unas pol¨ªticas antisociales de cuya responsabilidad se ha zafado CiU h¨¢bilmente echando la culpa al d¨¦ficit de las balanzas fiscales. Si Catalu?a no tuviera un d¨¦ficit fiscal con Espa?a de 16.500 millones de euros anuales, ni siquiera notar¨ªa la crisis, repite el Gobierno.
En tiempos de bonanza, la discusi¨®n sobre cu¨¢nto debe aportar Catalu?a a las arcas comunes y cu¨¢nto debe recibir en retorno es un debate que puede tomar su tiempo, pero con una deuda p¨²blica de 44.000 millones de euros, los mercados financieros cerrados a cal y canto y una asfixia de tesorer¨ªa que impide incluso pagar los conciertos sanitarios, eliminar o reducir el d¨¦ficit fiscal se convierte en una cuesti¨®n de supervivencia. A la humillaci¨®n de tener que pedir un rescate al Gobierno central se ha sumado en las ¨²ltimas semanas una imagen demoledora: la posibilidad de que unos hombres de negro enviados por Crist¨®bal Montoro pudieran un d¨ªa llamar al Palau para exigir las cuentas de la Generalitat, con todo lo que ello significa. Mas proclam¨® que antes convocar¨ªa elecciones que permitir que eso ocurriera. Pero puede ocurrir, entre otras cosas, porque hay una ley que lo permite, y fue aprobada con votos de CiU.
? M?S POBRES, MENOS COMPETITIVOS. La idea de que Catalu?a se est¨¢ empobreciendo se ha abierto paso en los ¨²ltimos meses de forma angustiosa. El nacionalismo catal¨¢n ha sabido dirigir la culpa hacia Madrid, aunque tambi¨¦n hay quien cuestiona las opciones econ¨®micas de corte neoliberal que Mas est¨¢ aplicando en Catalu?a. Al margen de estas cr¨ªticas, una idea ha penetrado con fuerza en el imaginario colectivo: el vigente sistema de financiaci¨®n est¨¢ sangrando el pa¨ªs y le impide competir en el mundo globalizado. Si Catalu?a ocupa el segundo lugar de Espa?a en capacidad fiscal, se dice una y otra vez, no puede ser que despu¨¦s de hacer su contribuci¨®n a la solidaridad con el resto de Espa?a quede en octava posici¨®n en recursos disponibles, porque eso la empobrece. Igual les ocurre a Madrid y a Baleares, pero en Catalu?a esto se considera inaceptable y hasta el PP catal¨¢n defiende una financiaci¨®n m¨¢s justa.
El 64,5% de los votantes de CiU votar¨ªa s¨ª en un refer¨¦ndum por la independencia, frente al 29% de los del PSC
En su dial¨¦ctica de confrontaci¨®n, los independentistas no hablan de d¨¦ficit sino de ¡°expolio fiscal¡± y siempre que pueden recurren al mantra de que ¡°Madrid nos roba¡±, un mensaje tan simple como eficaz. El problema es que los hechos salen en su ayuda: los presupuestos de inversiones nunca se ejecutan del todo, las disposiciones financieras del Estatuto han quedado en papel mojado, y cuando Catalu?a reclama el corredor ferroviario del Mediterr¨¢neo, el Gobierno maniobra para priorizar el central.
? NUEVOS ACTORES POL?TICOS. La eclosi¨®n independentista tiene mucho que ver tambi¨¦n con la emergencia de unas nuevas generaciones de catalanistas nacidos y educados en democracia, que no miran al pasado, sino al futuro y que viven la posibilidad de la independencia como algo normal. ¡°Ellos ven las cosas mucho menos dram¨¢ticamente que nosotros, tambi¨¦n la independencia¡±, observa Joan J. Queralt, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona. ¡°Para estos j¨®venes, todo es m¨¢s natural. Nosotros venimos de una cultura con mucha culpa y mucha preocupaci¨®n por las consecuencias. Ellos no. No hay dramatismo en su vida, tal vez porque todo les ha sido dado hasta ahora. Son responsables, pero de otra manera. Para ellos todo es posible. ?Irse de Espa?a? Si no nos quieren, ?por qu¨¦ no? ?d¨®nde esta el problema?¡±.
Este ¡°pensamiento pl¨¢cido¡±, en cierto modo ingenuo, no concibe que quienes predican democracia, no permitan un proceso de secesi¨®n planteado de forma democr¨¢tica. ?D¨®nde est¨¢ el problema? El catalanismo ha crecido en estos j¨®venes como una piel que lo envuelve todo. Tienen un arraigado sentido de pertenencia y han crecido viendo con normalidad c¨®mo banderas esteladas ondeaban en los conciertos de rock. En un contexto de crisis general, de falta de referentes, en el que tampoco hay ideolog¨ªas fuertes a las que acogerse, la independencia es para ellos una causa ilusionante, positiva, algo que merece la pena.
? NOSOTROS Y ELLOS. Para que exista un proyecto nacional, tiene que haber una comunidad que se sienta de esa naci¨®n. Tienen raz¨®n los que, a favor o en contra, ven en el t¨¦rmino naci¨®n una cuesti¨®n nuclear. Para crear comunidad, tiene que haber sentido de pertenencia. Se ha de definir un nosotros y en el caso de las naciones discutidas, ese nosotros se construye en contraposici¨®n a ellos. En este caso, ellos es Espa?a. ¡°La idea de nosotros es una construcci¨®n social", explica Jordi Argelaguet, director del Centre d¡¯Estudis de Opini¨® (CEO). ¡°Una vez definida la idea de nosotros, cuando ese colectivo percibe que es cuestionado, lo que hace es cohesionarse a¨²n m¨¢s¡±. A esa cohesi¨®n contribuyen poderosamente unos medios de comunicaci¨®n en catal¨¢n, en general de muy buena factura profesional, que tienden a presentar todo lo que ocurre en el mundo desde la ¨®ptica del inter¨¦s nacional de Catalu?a. El discurso dominante suele amplificar los agravios y se retroalimenta con los efectos que provoca, de manera que esos medios son identificados como los nuestros y eso les otorga el liderazgo en Catalu?a. Un buen ejemplo de c¨ªrculo virtuoso.
En la emergencia del independentismo hay un componente emocional muy fuerte, pero tambi¨¦n influyen otros factores. Seg¨²n Jordi Argelaguet, entre los que votar¨ªan a favor de la independencia se observan dos perfiles diferenciados: los que lo har¨ªan por razones de identidad y los que lo har¨ªan por c¨¢lculo de oportunidad. Hay pues un independentismo doctrinal, basado en la identidad, de corte emocional, que dif¨ªcilmente cambiar¨¢ de posici¨®n, y un independentismo m¨¢s racional, no necesariamente nacionalista, que llega a esa posici¨®n por un c¨¢lculo de coste-beneficio. Ese es un fen¨®meno nuevo, que tambi¨¦n se ha observado en Quebec, seg¨²n un estudio de Jordi Mu?oz y Ra¨²l Tormos editado por el CEO.
En un contexto de crisis en el que tampoco hay ideolog¨ªas fuertes, la independencia es una causa ilusionante
Ese estudio apunta que el marco conceptual catalocentrista de algunos medios de comunicaci¨®n no tiene una influencia decisiva sobre los independentistas ya convencidos del n¨²cleo duro, aquellos que lo son por razones de identidad, pero s¨ª, y mucho, sobre aquellas personas susceptibles de engrosar el independentismo de oportunidad. Esto puede explicar en parte el r¨¢pido crecimiento de esta opci¨®n en los ¨²ltimos tiempos. Y tambi¨¦n su car¨¢cter transversal. ¡°El independentismo re¨²ne gente con recorridos biogr¨¢ficos y sociales muy diversos. Aunque predomina el de origen catal¨¢n, ha penetrado tambi¨¦n en los castellanohablantes, sobre todo en los m¨¢s j¨®venes¡±, apunta Argelaguet. Este es un fen¨®meno natural. Durante mucho tiempo, una parte de la derecha espa?ola se ha sentido en la obligaci¨®n de defender unos supuestos intereses de la poblaci¨®n procedente del resto de Espa?a, supuestamente contrarios a los intereses de los catalanes. Si en alg¨²n momento hubiera existido ese peligro, hace tiempo que perdi¨® virtualidad. Los hijos de quienes emigraron a Catalu?a en los sesenta ya tienen 50 a?os, sus hijos han nacido aqu¨ª y est¨¢n plenamente integrados gracias a que al principio de la transici¨®n se dijo que "es catal¨¢n todo el que vive y trabaja en Catalu?a".
"Es catal¨¢n todo aquel que quiere serlo", proclama ahora Carme Forcadell. Tambi¨¦n aqu¨ª hay un cambio. Se puede tener una identidad de elecci¨®n, un nacionalismo de adopci¨®n. En el mundo globalizado, eso ser¨¢ cada vez m¨¢s frecuente. "En la opci¨®n por la independencia de muchos j¨®venes hay un componente liberal muy importante", subraya Argelaguet. ¡°Como hacen con muchas otras cosas, estos j¨®venes miran, comparan y deciden. La libertad de elecci¨®n es una parte sustancial de la educaci¨®n que han recibido¡±. Quieren lo mejor y quieren progresar. Y muchos han llegado a la conclusi¨®n de que, tal como est¨¢n las cosas, Espa?a es un lastre. Lo mejor es que Catalu?a se constituya como entidad nueva en el contexto europeo. ¡°En pleno siglo XXI, nadie concebir¨ªa que esta opci¨®n, manifestada de forma pac¨ªfica y democr¨¢tica pueda suponer en Europa ning¨²n riesgo¡±, indica el director del CEO. Cabe preguntarse si esta misma actitud crece en el resto de Espa?a.
? ESCENARIO EUROPEO. El de las nuevas generaciones no es un nacionalismo rom¨¢ntico, excluyente, no busca alimentarse de glorias pasadas, ni est¨¢ en ning¨²n bucle melanc¨®lico. Se sit¨²a en el escenario europeo, el mismo en que se produjo la separaci¨®n amistosa de Chequia y Eslovaquia y el mismo que ha visto alumbrar en las ¨²ltimas d¨¦cadas varios pa¨ªses independientes. Para ellos, la tr¨¢gica experiencia de los Balcanes no es imaginable. Espa?a ya est¨¢ en la Uni¨®n Europea. ¡°La convicci¨®n de que un proceso secesionista puede hacerse sin traumas y solo con la convicci¨®n de la democracia, es un motor imparable. Se puede discutir cu¨¢l ser¨¢ el coste, pero la voluntad democr¨¢tica en la urnas es invencible¡±, a?ade Jordi S¨¢nchez.
As¨ª est¨¢n las cosas en Catalu?a. La Diada ha dejado una sensaci¨®n de punto y aparte. De cambio de ¨¦poca. Adi¨®s al paradigma del victimismo. Atr¨¢s ha quedado el pujolismo y la pol¨ªtica de ¡°peix al cove¡±, o ¡°p¨¢jaro en mano¡±, esa estrategia basada en conquistar penosa y cansinamente cotas de autogobierno por la v¨ªa de ser imprescindible en Madrid. Una estrategia que ha agotado a ambas partes. Para quienes participaron en la manifestaci¨®n m¨¢s multitudinaria vivida en Barcelona, esa v¨ªa est¨¢ agotada y ah¨ª estaba Jordi Pujol caminando bajo una bandera independentista para certificarlo. Sobre lo que pueda ocurrir a partir de ahora, nadie se atreve a hacer pron¨®sticos.
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