Un abandono presuntamente definitivo
La puesta en escena de esta (presunta) despedida demuestra una vez m¨¢s su sentido del espect¨¢culo y su habilidad para interpretar la sintaxis de los medios
La pol¨ªtica es en buena medida representaci¨®n y en los ¨²ltimos diez a?os nadie ha mostrado tanta destreza como Esperanza Aguirre en la escena pol¨ªtica espa?ola. Lo volvi¨® a demostrar ayer al anunciar su decisi¨®n de hacer mutis por el foro. En el momento m¨¢s dram¨¢tico de nuestra historia reciente, con un partido popular que hace aguas a pesar de tener en sus manos la mayor cuota de poder que haya tenido nadie, con un Rajoy que no encuentra la aguja de marear entre las demandas europeas y el clamor de la protesta popular, con el in¨¦dito desaf¨ªo independentista que Artur Mas encabeza en Catalu?a, Aguirre consigue al menos la no beligerancia de sus enemigos al invocar el c¨¢ncer (¡°presuntamente curado¡±) como uno de los motivos de su retirada.
La puesta en escena de esta (presunta) despedida demuestra una vez m¨¢s su sentido del espect¨¢culo y su habilidad para interpretar la sintaxis de los medios. Desde el mediod¨ªa de ayer ha copado la red medi¨¢tica con comentarios casi un¨¢nimemente respetuosos hacia una pol¨ªtica que nunca se mordi¨® la lengua frente a sus adversarios y que no tuvo ning¨²n empacho en convertir Telemadrid en una plataforma de propaganda personal y en adjudicar las frecuencias de la televisi¨®n digital a los integrantes de su tribu ideol¨®gica.
M¨¢s all¨¢ de las batallas internas del partido, en las que Aguirre ha participado hasta ayer (la ¨²ltima para expresar su abierto desacuerdo con Rajoy acerca de la libertad del preso etarra Bolinaga), el PP pierde con su marcha un formidable cartel electoral. Sus tres victorias consecutivas por mayor¨ªa absoluta han sepultado su pecado original de haber alcanzado la presidencia de la Comunidad de Madrid por el contubernio de los tr¨¢nsfugas socialistas Tamayo y S¨¢ez.
Fiel a s¨ª misma hasta el ¨²ltimo minuto se va dejando atada y bien atada la sucesi¨®n en la persona de su eterno n¨²mero dos, Ignacio Gonz¨¢lez, el principal vocero de sus discrepancias con Rajoy, sin que este haya tenido hasta ahora ninguna oportunidad de intervenir en el proceso, salvo escuchar en su despacho las decisiones de Aguirre y anunciar en un comunicado que comprende y valora sus razones ¡°de car¨¢cter personal¡±.
El populismo abierto y descarado que ha practicado Aguirre deber¨ªa eximirla de sospechas sobre una operaci¨®n encubierta para mantenerse en la reserva por si sobreviene alg¨²n cataclismo en el seno del PP. Pero es una hip¨®tesis que casi nadie se atreve a excluir por mucho que la propia Aguirre haya dicho que es una decisi¨®n que no tiene marcha atr¨¢s, recurriendo para ello a la met¨¢fora del r¨ªo Rubic¨®n que cruz¨® C¨¦sar al frente de sus legiones en su avance sobre Roma al t¨¦rmino de la triunfal campa?a de las Galias. Una cita que es cualquier cosa menos pac¨ªfica.
Reci¨¦n cumplidos los 60 a?os, la apelaci¨®n al car¨¢cter temporal de su vocaci¨®n pol¨ªtica es la parte menos cre¨ªble de su despedida, despu¨¦s de media vida de fren¨¦tica actividad en la que no ha rehuido ninguna batalla dentro ni fuera del partido. Su admirada Margaret Thatcher ejerci¨® de primera ministra del Reino Unido hasta los 65 a?os y solo una rebeli¨®n de los diputados conservadores la desaloj¨® del poder. Salvadas todas las distancias, Aguirre se ha ganado tal reputaci¨®n de animal pol¨ªtico que este s¨²bito e inesperado abandono provoca cuando menos perplejidad, si no desconfianza.
El legado del que se proclama m¨¢s orgullosa es la extensi¨®n de la educaci¨®n biling¨¹e y lo que m¨¢s lamenta, sus meteduras de pata, algunas tan clamorosas que le han obligado a pedir disculpas con cierta asiduidad. Un an¨¢lisis m¨¢s pormenorizado de estos nueve a?os de gobierno obligar¨¢ a evaluar un modelo educativo que ha primado abiertamente a los colegios concertados, que superan ya a los p¨²blicos en el tramo de educaci¨®n obligatoria. O la red de autopistas radiales en torno a Madrid que rozan la bancarrota despu¨¦s de haber alimentado la facturaci¨®n de las grandes constructoras.
Los madrile?os, que ya tienen una alcaldesa que no votaron (Ana Botella) tras el nombramiento ministerial de Ruiz-Gallard¨®n, tendr¨¢n dentro de unos d¨ªas un presidente (Ignacio Gonz¨¢lez) que tampoco han votado. Todo en el estricto marco de la ley, pero nada edificante para recuperar el cr¨¦dito de la pol¨ªtica entre los ciudadanos. Algunos de estos no lamentar¨¢n especialmente la dimisi¨®n de Aguirre, por ejemplo los arquitectos a los que quer¨ªa reservar la pena de muerte porque sus obras les sobreviven. Tambi¨¦n ella deja herencias que en los peores casos tardar¨¢n decenios en ser corregidas.
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