Un activista sin prisa
Tras encabezar la mejor izquierda y la m¨¢s dif¨ªcil, las pol¨¦micas dieron lugar a un Santiago m¨¢s pausado
Santiago ha muerto joven, muy joven. Solo los activistas mueren j¨®venes. Y Carrillo lo era. Quiz¨¢s lo fue siempre. Pero en su dilatada historia en defensa de las libertades y la democracia, desde la izquierda, siempre fue un activista. Lo era durante la segunda rep¨²blica. Y tambi¨¦n ahora desde los micr¨®fonos y las tribunas p¨²blicas desde las que analizaba la sociedad espa?ola. Siempre fue leal a la izquierda aunque la izquierda no siempre le respondiera con esa misma lealtad. Tras encabezar la mejor izquierda, y tambi¨¦n la m¨¢s dif¨ªcil en los albores de la democracia, las pol¨¦micas y las confrontaciones dieron lugar a un Santiago m¨¢s pausado. Ese fue el Santiago que conoc¨ª. El que quiso compartir conocimientos y amistad con un reci¨¦n llegado a la pol¨ªtica espa?ola desde su Asturias querida. Las conversaciones, consejos y discrepancias que mantuve con ¨¦l reconciliaron a la izquierda con el pasado de Santiago. Volvi¨® a ser lo que nunca dej¨® de ser. Uno de los nuestros. Y as¨ª ha seguido siendo. Su simpat¨ªa con el proyecto que se alumbra este s¨¢bado, Izquierda Abierta, nunca la ocult¨® y siempre me anim¨® a seguir con su pol¨ªtica de siempre. La de la unidad de la izquierda. La de las Juventudes Socialistas Unificadas y la del todav¨ªa pendiente Frente de Izquierdas para derrotar al actual Partido Popular. Por eso, al recordar esas cenas y reuniones recientes con Santiago en casa de amigos comunes, no puedo evitar seguir con una sonrisa cuando algunos compa?eros nos insist¨ªan en un mayor atrevimiento e iniciativa pol¨ªtica para sumar a la izquierda nuevas fuerzas. Santiago, con su sonrisa y pitillo encendido dec¨ªa con sus a?os a cuestas: ¡°No hay prisa, tranquilos, paciencia. Todo a su tiempo¡±. Ese es Santiago, el joven activista de izquierdas, que no ten¨ªa prisa ni siquiera para morir. Pero que ten¨ªa un objetivo pol¨ªtico muy claro. El objetivo com¨²n de la izquierda. Nuestra izquierda.
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