¡®Bon cop de fal?!¡¯
Hay algo que se olvida: la mitad de los catalanes de hoy que no quieren la independencia
Nacida con la manifestaci¨®n de julio de 2010, la frase vuelve a ser el emblema de la gran reuni¨®n de la Diada: Jo hi vaig ser!, yo estuve all¨ª. En la portada de un DVD al cual sirve de lema, la imagen de una ni?a expresa que el futuro despunta ahora para Catalu?a, gracias a la independencia impulsada por la manifestaci¨®n. Pocos d¨ªas m¨¢s tarde, volv¨ª a escuchar ¡°yo estuve all¨ª¡± en boca del cabeza de familia fascista que en Una giornata particolare, filme de Ettore Scola, evoca para sus hijos otro momento fundacional, el de la gigantesca manifestaci¨®n en honor del encuentro de Roma en 1938 entre el Duce y Hitler. Por supuesto, nada une ideol¨®gicamente a ambos episodios, pero s¨ª existe una coincidencia en cuanto a la idea de que una movilizaci¨®n de masas puede ser interpretada como la expresi¨®n aut¨¦ntica e indiscutible de la voluntad popular. De hecho, ya existe un r¨¦gimen pol¨ªtico, la dictadura castrista, que desde un primer momento sustituy¨® las urnas por lo que llamar¨ªamos una ¡°democracia de la plaza p¨²blica¡±, cuando las manifestaciones son un componente inseparable del orden democr¨¢tico, pero no pueden reemplazar a los mecanismos de la democracia representativa. Para empezar, est¨¢ la inseguridad del n¨²mero; en la Diada, mill¨®n y medio proclamado, al parecer seiscientos mil: no es lo mismo. Luego entra en juego el efecto mayor¨ªa, cuando se da una deriva totalista como la que ofrece Catalu?a: ver a Dur¨¢n i Lleida en la Diada es la mejor prueba. Pasar¨¢ lo mismo en un eventual refer¨¦ndum sobre independencia, y m¨¢s a¨²n en la campa?a previa en el seno de la sociedad. No seguir la corriente equivale a pasar pol¨ªticamente a una ciudadan¨ªa de segundo orden.
Es la v¨ªa trazada por Artur Mas, un presidente elegido con un programa no independentista, sobre una sociedad donde el independentismo era hasta hace poco una posici¨®n muy minoritaria ¡ªah¨ª est¨¢n los tristes resultados de ERC¡ª, y que ha decidido borrar el pasado real, de pluralidad pol¨ªtica y de mayor¨ªa autonomista, por ese 51% alcanzado en sondeos, que toma ya por opini¨®n suya y un¨¢nime de Catalu?a, lanz¨¢ndose a un discurso secesionista; quemando etapas no habr¨¢ riesgo de un repliegue del entusiasmo alcanzado el 11-S. Con raz¨®n canta Els segadors al regresar de su entrevista con Rajoy: bon cop de fal?, buen golpe de hoz. ?ptima se?a de decisionismo pol¨ªtico; p¨¦simo indicio de un independentismo que se atenga a las reglas de juego constitucionales. Tambi¨¦n por lo que concierne a algo que se est¨¢ olvidando: la mitad de los catalanes de hoy que no quieren la independencia.
El discurso independentista, dominador de la escena, enlaza con el famoso pre¨¢mbulo del proyecto de Estatuto: ¡°Catalu?a Naci¨®n¡± existe como realidad suprahist¨®rica, homog¨¦nea, sagrada, que dicta sus deseos y aspiraciones a trav¨¦s de unos voceros autodesignados. Cualquier limitaci¨®n surgida del orden normativo espa?ol supone, como la ¡°sentencia contra el Estatuto¡±, una interferencia opresora. En buena aplicaci¨®n de los criterios propios del totalismo, quien discrepa se convierte de inmediato en el otro, ¡°ustedes¡±, los espa?oles; sus opiniones son despreciables agresiones. La autodeterminaci¨®n es cosa habitual y la amparan las normas internacionales: falso. La realidad es en blanco y negro: ¡°Espa?a es un lastre para Catalu?a¡± (el mercado espa?ol debi¨® serlo tambi¨¦n). Algo que se fue fraguando y que pudo ya observarse en el triste debate sobre los archivos de Salamanca, y m¨¢s tarde en cualquier ocasi¨®n donde un intelectual catal¨¢n intu¨ªa una ofensa a las esencias nacionales. En el imaginario catalanista, el corte estaba hecho. Solo falt¨® la frustraci¨®n provocada por el Estatuto, m¨¢s el fracaso econ¨®mico en medio de la crisis, para que la tensi¨®n estallara. Resolverla positivamente concierne ante todo a la salud democr¨¢tica de Catalu?a. Demagogia no es democracia. Al explicar el fracaso de su entrevista con Rajoy, Mas olvida que antes hab¨ªa declarado que el pacto fiscal no era alternativa a la independencia y que la oferta de cambio de financiaci¨®n no representa un portazo.
Frente a la huida hacia delante de la convocatoria de un refer¨¦ndum / consulta a la gibraltare?a, tras unas elecciones, un independentismo democr¨¢tico encontrar¨ªa un camino abierto si sustituye decisionismo por reflexi¨®n acerca de por qu¨¦ hasta ayer Catalu?a no era secesionista, y en su caso, desde una mayor¨ªa cualificada, y fomentando un intenso debate plural en la sociedad, acepta la reforma constitucional como premisa para la independencia.
Siguiendo a Pi i Margall, el federalismo ser¨ªa la soluci¨®n racional. Pero la naci¨®n, nos dice Mas, no es raz¨®n, sino ¡°sentimiento¡±.
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