Esperanza: a m¨¢s c¨®mo, menos por qu¨¦
Los aguirristas la consideran disponible para relevar a Rajoy tras el rescate
La s¨²bita dimisi¨®n de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad de Madrid ha provocado una ola de porqu¨¦s que siguen encaden¨¢ndose de modo especulativo. La rueda de prensa convocada de improviso dej¨® muchas m¨¢s preguntas que respuestas. Los motivos aducidos para la retirada de la primera l¨ªnea pol¨ªtica descartaban la salud, y el prop¨®sito de dedicar m¨¢s tiempo a la familia nuclear se compadece mal con una trayectoria de 30 a?os en el frente. Enseguida ha surgido el estruendo de la disidencia pol¨ªtica, abonada por manifestaciones de alta graduaci¨®n respecto a Alberto Ruiz Gallard¨®n, a la subida del IVA o la salida de prisi¨®n del condenado etarra Bolinaga, responsable del secuestro de Ortega Lara con tan incre¨ªbles notas de crueldad.
Despu¨¦s de la retirada, Esperanza Aguirre se ha sumido en el silencio, ha tomado distancia en Ibiza y ha dejado campo abierto para quienes quisieran lanzar cualquier hip¨®tesis, sin salir a replicarles ni a desautorizarles. Consta que las diferencias con Mariano Rajoy vienen de antiguo. Tuvieron una expresi¨®n muy n¨ªtida sobre todo a partir de la derrota electoral de 2008, cuando la orquesta medi¨¢tica de acompa?amiento interpret¨® al un¨ªsono la partitura que reclamaba la dimisi¨®n del candidato, sin esperar a concluir el escrutinio la noche del domingo 9 de marzo. Vino despu¨¦s el Congreso del PP en Valencia, en junio del 2008, donde al final nadie salt¨® al ruedo para disputar la presidencia a Rajoy, quien, en brazos de su asesor ¨¢ulico Pedro Arriola, dej¨® que el viento de la crisis le arrastrara hasta la playa de La Moncloa en noviembre de 2011.
El intento de esclarecer lo sucedido el pasado 17 de septiembre podr¨ªa progresar si se siguiera la recomendaci¨®n de Jorge Wagensberg, quien nos tiene ense?ado que a m¨¢s c¨®mo, menos por qu¨¦. Recapitulemos. Primero, la visita a La Moncloa donde conversa con el presidente Rajoy. Segundo, ya en el coche de regreso, la convocatoria de la rueda de prensa en la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional, sin dar tiempo a reacci¨®n alguna de su interlocutor. Un proceder que solo tiene como antecedente el de Manuel Pimentel, cuando renunci¨® el 19 de febrero de 2000 a la cartera de Trabajo en el gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para asumir sus responsabilidades pol¨ªticas al destaparse el caso Aycart, colaborador suyo en el ministerio. Tercero, reconoci¨® motivos personales, pero excluy¨® circunstancias de salud porque de su enfermedad se considera presuntamente curada. Cuarto, en contraste con otras dimisiones, como la de Adolfo Su¨¢rez, Esperanza se esfum¨® sin continuar, como le correspond¨ªa, en el ejercicio de la presidencia en funciones, hasta el momento de la investidura por la Asamblea Parlamentaria del nuevo presidente que sea propuesto por la fuerza pol¨ªtica mayoritaria en la C¨¢mara, es decir por el PP. Quinto, se?al¨® que la presidencia en funciones quedaba a partir de entonces en manos de su vicepresidente, Ignacio Gonz¨¢lez, a quien calific¨® como la persona mejor preparada y con mayor conocimiento de cuantos asuntos ata?en a la Comunidad de Madrid. Sexto, dej¨® claro que segu¨ªa en la presidencia del PP de Madrid, de donde tambi¨¦n se retirar¨ªa llegado el momento. S¨¦ptimo, solo al d¨ªa siguiente acudi¨® a presentar su renuncia al acta de diputada de la Asamblea al presidente Jos¨¦ Ignacio Echeverr¨ªa. Momento en que dejaba de ser presidenta de la Comunidad, habida cuenta de que el art¨ªculo 18 del Estatuto dispone que esa presidencia debe recaer necesariamente en uno de los miembros de la Asamblea.
El c¨®mo, las maneras, son muy reveladoras. Esperanza Aguirre no ha querido seguir en funciones. Con ello, favorece que le suceda quien ya es desde el d¨ªa 18 presidente sustituto. No ha dimitido de la presidencia del PP de Madrid y seguir¨¢ ocup¨¢ndola cuando el presidente de la Asamblea llame a consulta a los representantes designados por los grupos pol¨ªticos de la C¨¢mara, para proponer a continuaci¨®n el candidato. Adem¨¢s, ha dejado en evidencia a Mariano Rajoy, desafiando una vez m¨¢s abiertamente su liderazgo en un momento de especiales dificultades en el ¨¢mbito econ¨®mico y de la estructura territorial del Estado, cuando m¨¢s da?o pod¨ªa hacerle. Los elogios que est¨¢ recibiendo distan de ser esas pompas inocuas ofrecidas a quienes se retiran de forma irreversible. Los aguirristas la consideran desde ahora la reserva pol¨ªtica del liberalismo, disponible si llegara el caso de necesidad que se prev¨¦ despu¨¦s del rescate, que recuperar¨ªan de su retiro t¨¢ctico para emprender con otro programa lo que resta de legislatura. Al tiempo, Rajoy se enajena parte de los apoyos medi¨¢ticos de que dispon¨ªa. Atentos al flautista de Hamelin.
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