En la direcci¨®n equivocada
La separaci¨®n de Catalu?a de Espa?a parece estar produci¨¦ndose ya, y a una velocidad extraordinaria al menos en el terreno de la opini¨®n p¨²blica
No s¨¦ cu¨¢l ser¨¢ el grado de fiabilidad de la encuesta del Centre d'Estudis d'Opini¨® de la Generalitat tras el ¨²ltimo debate de pol¨ªtica general en el Parlament, dada a conocer el jueves, pero me temo que puede ser un buen indicador del avance del proceso de secesi¨®n de Catalu?a de Espa?a. La imagen electoral resultante de la encuesta, de confirmarse o de no alejarse de ella en las elecciones del 25-N, dar¨ªa como resultado un sistema pol¨ªtico que no ser¨ªa recognoscible, por utilizar la terminolog¨ªa del Tribunal Constitucional en la definici¨®n del n¨²cleo esencial de los derechos fundamentales, como una parte del sistema pol¨ªtico espa?ol. Si la composici¨®n del Parlamento es o se aproxima a la que prev¨¦ la encuesta, el sistema pol¨ªtico catal¨¢n no podr¨ªa ser considerado un subsistema dentro del sistema pol¨ªtico espa?ol, sino que tendr¨ªa que empezar a ser considerado como uno distinto.
Desde el momento fundacional del 15 de junio de 1977 hasta hoy, los resultados de las elecciones en Catalu?a no se han desviado de lo que podr¨ªa considerarse la norma espa?ola hasta el punto que la expresi¨®n pol¨ªtica de la sociedad catalana no pudiera considerarse como una parte de la expresi¨®n pol¨ªtica de la sociedad espa?ola. Ha habido singularidades, sin duda, en la expresi¨®n pol¨ªtica de la sociedad catalana, pero no se ha producido un divorcio pol¨ªtico de Catalu?a de Espa?a. M¨¢s bien habr¨ªa que decir lo contrario. La convivencia no ha estado exenta de tensiones, pero sin que en ning¨²n momento se haya llegado a un punto pr¨®ximo a la ruptura, que tuviera un reflejo en el ejercicio del derecho de sufragio. De ah¨ª que el catalanismo pol¨ªtico haya tenido una presencia notable y casi ininterrumpida en la direcci¨®n pol¨ªtica de la sociedad espa?ola desde 1977 hasta hoy. Y de ah¨ª tambi¨¦n que los partidos estatales espa?oles hayan estado muy presentes en la direcci¨®n pol¨ªtica de la sociedad catalana tambi¨¦n de manera ininterrumpida.
Si la encuesta del Centre d'Estudis d'Opini¨® apunta en una direcci¨®n acertada, las elecciones del 25-N ser¨¢n las primeras en las que se exprese un divorcio electoral de Catalu?a de Espa?a. Una distancia del 26,3% del censo electoral de CiU al 3,1% del PSC y 2,8% del PP, que quedan relegados a la cuarta y quinta posici¨®n por detr¨¢s de ERC (5,9%) e Iniciativa (3,4%), convertir¨ªa a los partidos de gobierno de Espa?a en marginales en Catalu?a, es decir, en partidos irrelevantes en cuanto partidos catalanes, limitados a incidir ¡°desde el exterior¡±.
La separaci¨®n de Catalu?a de Espa?a parece estar produci¨¦ndose ya, y a una velocidad extraordinaria, en el terreno de la opini¨®n p¨²blica. La distancia entre la expresi¨®n pol¨ªtica de la sociedad catalana con vocaci¨®n de separaci¨®n respecto de la que pretende seguir siendo parte de Espa?a, empieza a ser brutal. De confirmarse, podr¨ªamos entrar en un proceso dif¨ªcilmente reversible.
Si el sistema pol¨ªtico catal¨¢n empezara a moverse en clave casi exclusivamente catalana, completamente separado de la clave en que se mueve el sistema pol¨ªtico espa?ol, la distancia entre el primero y el segundo no har¨ªa m¨¢s que aumentar. Si los partidos estatales no son reconocidos electoralmente como partidos catalanes por el cuerpo electoral, el camino hacia la secesi¨®n se podr¨ªa convertir en un camino sin retorno.
Me temo que el presidente del Gobierno y la mayor parte de los dirigentes del PP no son conscientes de la magnitud del problema. De lo contrario no se entiende que no se les haya ocurrido que ten¨ªan que estudiar primero y poner en pr¨¢ctica despu¨¦s una estrategia que permitiera contener el avance de la secesi¨®n catalana. Los mensajes que se est¨¢n transmitiendo tanto por el presidente como los ministros o los dirigentes del partido van siempre en la direcci¨®n equivocada. Tienden a reducir el espacio de los partidos estatales en Catalu?a y a aumentar el de los partidos nacionalistas. ?C¨®mo es posible que se haya podido producir una intervenci¨®n en el Pleno del Congreso como la del ministro Wert en esta misma semana y c¨®mo es posible que, una vez producida, el presidente del Gobierno no lo haya desautorizado y lo haya cesado de manera fulminante? ?A nadie se le ha ocurrido en el PP que hay errores ¡°colosales¡±, (Enric Juliana, La Vanguardia, 11 de octubre), que no se pueden siquiera cometer y que, de producirse, tienen que ser corregidos de manera inmediata?
Me gustar¨ªa equivocarme, pero mi impresi¨®n es que los pasos que se est¨¢n dando apuntan en la direcci¨®n equivocada para la conservaci¨®n de la unidad pol¨ªtica de Espa?a.
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