La campa?a: modos, munici¨®n y conceptos
Los conflictos al hilo de Catalu?a y los medios de comunicaci¨®n alcanzan altas temperaturas
La campa?a para las elecciones catalanas del pr¨®ximo 25 de noviembre, domingo, permite observar c¨®mo entran en celo los candidatos de las fuerzas pol¨ªticas en liza y aquellas otras figuras afines que son llamadas a comparecer para que presten ayuda en la tarea de convencer a los electores y de encaminarles hacia las opciones en venta. Se prodigan los m¨ªtines de diferente radio de acci¨®n, en auditorios de diferente aforo, con oradores de diferente calibre, ante p¨²blicos m¨¢s escogidos, m¨¢s segmentados, m¨¢s selectos o m¨¢s multitudinarios y entusiastas. Luego, los medios de comunicaci¨®n hacen su cocina particular, seleccionan lo que consideran relevante conforme a sus criterios y al pregonarlo le dan valor a?adido. Porque nada, ninguna realidad, permanece igual a s¨ª misma despu¨¦s de haber sido difundida como noticia. A la vista est¨¢ que la actitud de los medios de propiedad privada ha perdido el pudor de los inicios democr¨¢ticos y ahora trabaja con descaro en favor de las opciones pol¨ªticas con las que est¨¢ alineada, y sucede que aqu¨ª, como en Europa del uno al otro conf¨ªn, las banderas de la prensa van del centro derecha a la derecha extrema, salvo alguna rareza superviviente de anteriores glaciaciones que refleja los colores del centro izquierda.
Por lo dem¨¢s, hace tiempo que los Gobiernos a escala nacional, auton¨®mica o municipal aplicaron las ense?anzas de aquel Di¨¢logo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, que escribi¨® Maurice Joly, y para contrarrestar el poder de la prensa se hicieron editores y empresarios de radio y televisi¨®n o aprendieron a condicionar a los medios con subvenciones, atribuidas o denegadas de modo gracioso, para inducir comportamientos convenientes. En cuanto a los periodistas que campaban por libre, enseguida se quiso poner coto a sus desmanes con la confecci¨®n de listas de afectos y desafectos para ofrecerles tribunas o condenarles a las tinieblas exteriores, dejando siempre huecos a quienes pudieran figurar como testigos falsos de un pluralismo simulado. En las campa?as se han generalizado adem¨¢s otras pr¨¢cticas degradantes, como las ruedas de prensa sin preguntas que importunen al l¨ªder. El resultado es penoso, porque tenemos aprendido con Heisenberg que ¡°no conocemos la realidad, sino la realidad sometida a nuestra manera de interrogarla¡±. Y sin interrogatorio tampoco hay conocimiento.
A la ocasi¨®n catalana, que vivimos estos d¨ªas de pasi¨®n, se ha referido Gregorio Mor¨¢n en La Vanguardia del pasado s¨¢bado 10 de noviembre con el t¨ªtulo de Plebiscito para la impunidad. Dice rotundo que all¨ª donde hay un patriota, un abertzale, la libertad vale menos que sus convicciones, y que no hay organizaci¨®n patri¨®tica sin subvenci¨®n porque ese es un principio b¨¢sico de todo gobierno nacionalista, sea de CiU o del tripartito. As¨ª parece corroborarlo la preferencia manifestada por Alfons L¨®pez Tena (Solidaritat Catalana per la Independencia) a V¨ªctor M. Amela a favor de una Catalunya independiente bajo una dictadura, frente a la opci¨®n de una Catalunya inserta en una Espa?a democr¨¢tica. La cuesti¨®n para nuestro columnista es si el pr¨®ximo 25 se conceder¨¢ a CiU el derecho a no explicar c¨®mo facilitaron la ruina del pa¨ªs y c¨®mo participaron en las operaciones m¨¢s corruptas de los ¨²ltimos a?os. Escribe que a ¨¦l no le roba Espa?a, que sabe muy bien qu¨¦ espa?oles le roban, pero que, como vive en Catalunya, entre los perpetradores del latrocinio padecido hay m¨¢s catalanes que castellanos, santanderinos o bilba¨ªnos.
En todo caso, los conflictos que se suscitan al hilo de la cuesti¨®n catalana y de los medios de comunicaci¨®n han alcanzado esta semana pasada temperaturas de incandescencia. De ah¨ª que su an¨¢lisis requiriera el equipamiento instrumental brindado por Karl Mannheim en su ensayo Ideolog¨ªa y Utop¨ªa. All¨ª describe que el concepto ¡°ideolog¨ªa¡± revela c¨®mo el pensamiento de los grupos dirigentes puede estar tan profundamente ligado a una situaci¨®n por sus intereses que les incapacite para percibir los hechos que impugnar¨ªan su sentido del dominio. Considera nuestro autor que en la palabra ¡°ideolog¨ªa¡± subyace adem¨¢s la intelecci¨®n de que, en determinadas situaciones, el inconsciente colectivo de algunos grupos oscurece la percepci¨®n real de la sociedad, y de este modo tenebroso cree estabilizarla. En la otra vertiente, la del pensar ut¨®pico, se refleja el descubrimiento opuesto, seg¨²n el cual ciertos grupos oprimidos est¨¢n de modo intelectual tan fuertemente interesados en la destrucci¨®n y transformaci¨®n de determinada condici¨®n de la sociedad que solo tienen ojos para ver aquellos elementos que tienden a negarla. Su pensamiento jam¨¢s es una diagnosis de la situaci¨®n; puede servir solamente como gu¨ªa para la acci¨®n. Veremos.
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