Mercedes de Vega: ¡°Los papeles viven las convulsiones de los seres humanos¡±
La Directora del Acervo Hist¨®rico Diplom¨¢tico de M¨¦xico cuenta las peripecias de las cartas que los republicanos espa?oles enviaron en los a?os 30 y 40 para solicitar asilo
El archivo de la Secretar¨ªa de Relaciones Exteriores de M¨¦xico conserva unas 7.000 cartas de republicanos espa?oles que solicitan asilo, seg¨²n c¨¢lculos de este peri¨®dico, de las que EL PA?S ha revisado m¨¢s del 30%. Cada una es la cr¨®nica de una o varias vidas truncadas por la Guerra Civil y de la esperanza por reconstruirlas. Pero la historia de esos documentos es, a su vez, otra novela. ¡°Los papeles viven las convulsiones que vivimos los seres humanos. Cuando hay una guerra, los papeles tambi¨¦n sufren. La historia de los archivos es la de las condiciones en las que les toca crecer y desarrollarse¡±, explica Mercedes de Vega, directora general del Acervo Hist¨®rico Diplom¨¢tico, donde se custodian en 18 cajas. Con pasi¨®n cuenta lo que se conoce de ese otro relato, escrito a saltos, con cap¨ªtulos borrosos y otros desaparecidos.
Antes de estallar la II Guerra Mundial, las cartas se custodiaban en la Embajada en Par¨ªs, adonde iban dirigidas, pero la invasi¨®n alemana forz¨® su traslado a la Francia de Vichy, donde se estableci¨® el nuevo consulado general mexicano. Ah¨ª estuvo a punto de concluir su historia, porque se decidi¨® quemarlas para que no cayeran en manos de la Gestapo. ¡°Delataban a miles de personas perseguidas¡±, explica De Vega, ¡°y las represalias pod¨ªan ser terribles¡±. Finalmente, los papeles no ardieron ¨Cal menos, no todos¨C, pero algunas de las lagunas que se evidencian al consultar las cartas podr¨ªan explicarse por ese momento dram¨¢tico.
Las vicisitudes de la historia explican la cadencia de las solicitudes e, incluso, su disposici¨®n. En febrero de 1939, el Ej¨¦rcito de Franco ocup¨® Catalu?a, y de ese mes son las primeras cartas conservadas. Las misivas de agosto y septiembre de 1939, coincidiendo con el estallido de la II Guerra Mundial, est¨¢n clasificadas en carpetas aparte, como si las peticiones recibieran un tratamiento diferente. Despu¨¦s hay un vac¨ªo durante los primeros nueve meses de 1940. ¡°La guerra imposibilitaba a los diplom¨¢ticos mexicanos atenderlas¡±, explica De Vega. A partir de septiembre de 1940, tras un convenio entre M¨¦xico y Vichy, las cartas volvieron a llegar por miles al menos hasta diciembre, el ¨²ltimo mes del que se conservan solicitudes.
Las cartas estuvieron a punto de ser quemadas porque delataban a miles de personas perseguidas
Los documentos vivieron otra gran peripecia en 1942, cuando M¨¦xico rompi¨® relaciones diplom¨¢ticas con Alemania. Se dividieron los papeles: parte fue a la Embajada de Suecia y parte la confiscaron los alemanes. ¡°Se llevaron hasta dinero¡±, prosi??gue De Vega, ¡°as¨ª que el c¨®nsul general, Gilberto Bosques, les pidi¨® un recibo. Lo obtuvo, pero despu¨¦s fusilaron al que se lo dio. Lo m¨¢s curioso es que despu¨¦s los alemanes devolvieron todo. Incluso el dinero¡±. Suecia devolvi¨® tambi¨¦n su parte tras la guerra, y las cajas con las solicitudes volaron de Francia a M¨¦xico a finales de los sesenta o a principios de los setenta. ¡°La suerte que corrieron las cartas entre la guerra y su llegada a M¨¦xico tenemos que precisarla. Ha venido gente a verlas, pero no ha habido investigacio??nes profesionales, aunque el acceso es libre. En ese sentido son un tanto in¨¦ditas¡±, ex??plica. Entre las escas¨ªsimas referencias que exist¨ªan hasta ahora de estas misivas se encuentra la publicaci¨®n de extractos de unas 80 de ellas en el volumen Misi¨®n de Luis I. Rodr¨ªguez en Francia. La protecci¨®n de los refugiados espa?oles, julio a diciembre de 1940, editado por el Colegio de M¨¦xico, la Secretar¨ªa de Relaciones Exteriores y el Con??sejo Nacional de Ciencia y Tecnolog¨ªa en 2000.
¡°Tenemos derecho a saber. Pero, en contrapartida, tenemos el deber de recordar¡±
Los documentos son una herramienta para comprender la historia. Pero nos generan una obligaci¨®n, seg¨²n De Vega. ¡°Tenemos derecho a saber. Pero, en contrapartida, tenemos el deber de recordar. Este archivo es un instrumento privilegiado para eso. Es un ejercicio de memoria colectiva que rebasa un pa¨ªs: no te narra la historia de M¨¦xico, sino la del mundo. Al estudiarlo nos conocemos mejor como mexicanos, y los espa?oles tambi¨¦n aprender¨¢n de s¨ª mismos¡±.
[A lo largo de la pr¨®xima semana EL PA?S publicar¨¢ m¨¢s historias relacionadas con las cartas de este archivo]
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