¡°Al general C¨¢rdenas le debemos una vida digna y decente¡±
Aurora Velasco cuenta, a trav¨¦s de las cartas de su padre, un viaje de tres a?os de duraci¨®n que llev¨® a su familia desde Francia a M¨¦xico
Las manos ya temblorosas agarran una carta tan desconocida como propia para Aurora Velasco, de 86 a?os. ¡°Es muy pap¨¢¡±, dice sonriendo. La caligraf¨ªa limpia y redonda de Joaqu¨ªn sigue intacta 73 a?os despu¨¦s. ¡°Venimos de Valencia, v¨ªa Or¨¢n, con los pasaportes visados y los billetes hasta Par¨ªs pagados. No obstante, las autoridades francesas de este puerto no nos permiten continuar viaje¡±, recalca la misiva. Es una entre los miles que conserva el Acervo Hist¨®rico Diplom¨¢tico de espa?oles republicanos que solicitaron un visado para entrar en M¨¦xico al acabar la Guerra Civil espa?ola en 1939. Aurora relee las cuartillas y asiente: ¡°Las autoridades francesas nos trataron como a perros¡±.
La amargura de sus palabras solo dura un instante. A partir de las cartas de su padre, Aurora desgrana la historia de la salida de Espa?a de la familia Velasco, un viaje, reconoce, ¡°lleno de personas maravillosas¡±. Como aquel se?or que, ¡°al descubrir que pap¨¢ era mas¨®n¡±, los sac¨® de la bodega de un barco carbonero tras varios d¨ªas atracados en el puerto de Or¨¢n (Argelia), con otras 200 personas, sin comida y con solo un excusado. O el grupo de obreros que pag¨® su cuenta en un restaurante franc¨¦s. ¡°Solo porque ¨¦ramos refugiados espa?oles. Nos echamos todos a llorar¡±. O ese otro espa?ol ¡°maravilloso¡± al que conocieron en un tren a Par¨ªs y que dedicaba sus domingos a recorrer con su furgoneta y un meg¨¢fono los campos de concentraci¨®n franceses donde se hacinaban miles de espa?oles para tratar de reunir a las familias separadas al cruzar la frontera.
"Las autoridades francesas nos trataron como a perros"
Aurora celebr¨® su decimotercer cumplea?os el 15 de mayo de 1939 en la estaci¨®n de tren de Perpi?¨¢n, una de las ¨²ltimas paradas de un viaje que empez¨® en 1936 en Madrid, donde su padre trabajaba en la secci¨®n de censura de prensa del bando republicano. Aquel d¨ªa de mayo en Perpi?¨¢n no hubo fiesta, pero s¨ª un pedazo de pastel para cada miembro de la expedici¨®n: Aurora, su madre, su padre, su hermano Basilio, su hermana Ananda y el marido de esta. Atr¨¢s dejaban Valencia, Or¨¢n, Marsella y Par¨ªs, y al frente ya solo quedaba destino: M¨¦xico DF v¨ªa Veracruz.
A Aurora se le ilumina la cara al hablar de su padre. ¡°Era un se?or asturiano, rubio, muy alto, con los ojos azul cielo y de una pureza impresionante que mantuvo hasta su muerte. Ten¨ªa un buen abrigo y un buen chapeau que no se quitaba para nada¡±. El se?or del chapeau [sombrero] y su esposa no dudaron en salir de Espa?a cuando el bando republicano dio la guerra por perdida. M¨¦xico no fue un destino al azar, ya que los dos hab¨ªan vivido all¨ª de j¨®venes y ten¨ªan familia en el pa¨ªs. Dejaron Espa?a por ¡°una cuesti¨®n ideol¨®gica, pero tambi¨¦n por necesidad¡±. ¡°Una vez arrestaron al hermano menor de mi padre pensando que era ¨¦l y estuvieron a punto de fusilarlo¡±, recuerda.
La insistencia del padre en sus cartas a la legaci¨®n diplom¨¢tica de M¨¦xico en Francia para conseguir el visado dio resultado y el 25 de junio de 1939 los Velasco embarcaron junto a otras 306 familias en el vapor franc¨¦s Sinaia, el primer gran buque de exiliados espa?oles que lleg¨® a M¨¦xico. ¡°A m¨ª el viaje me pareci¨® estupendo¡±, se?ala Aurora. De esos 19 d¨ªas de traves¨ªa recuerda especialmente las conferencias que se organizaban para explicar c¨®mo era M¨¦xico, la comida, que ¡°no era mala salvo el d¨ªa que se les pasaron las alubias¡±, las bodegas con literas de tres pisos abarrotadas y la m¨²sica. ¡°Se form¨® una banda y cada noche, cuando ca¨ªa el sol, nos reun¨ªamos en cubierta para escucharlos. Tocaban zarzuela y m¨²sica popular¡±.
La m¨²sica tambi¨¦n los acompa?¨® a su llegada al puerto de Veracruz, pero la fiesta dur¨® poco. ¡°Las autoridades nos recibieron muy bien, pero la gente nos miraba como si fu¨¦ramos monstruos. Nos cost¨® mucho trabajo demostrar que ¨¦ramos gente decente¡±.
Hasta que se abrieron hueco en su pa¨ªs de adopci¨®n. Don Joaqu¨ªn se nacionaliz¨® en cuanto pudo. ¡°Se sent¨ªa muy mexicano, estaba muy agradecido. Al general C¨¢rdenas le debemos una vida digna y decente¡±. Aurora asegura que sus padres no murieron con la pena de no volver a Espa?a, pues ya hab¨ªan perdido la esperanza. Ella s¨ª ha podido hacerlo. ¡°Me siento espa?ola, s¨ª y no. Quiero a Espa?a, me interesa lo que pasa y tambi¨¦n me duele. Pero Espa?a avanz¨® de una manera y nosotros en M¨¦xico lo hicimos de otra. La Espa?a actual no tiene nada que ver con lo que yo conoc¨ª en la Rep¨²blica. Ya no es lo mismo¡±.
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