Unas aut¨®nomicas en clave de generales
A las urnas acudieron los m¨¢s radicales y quienes no votan en unas catalanas
Al final, a CiU se le escap¨® la situaci¨®n de las manos. En un intento de capitalizar un movimiento soberanista que le permitiera evitar un castigo por los recortes, Artur Mas convoc¨® unas elecciones que han acabado con un duro rev¨¦s para su formaci¨®n. El retroceso de CiU es homologable al desgaste que han venido sufriendo pr¨¢cticamente todos los Gobiernos europeos en estos tiempos de crisis. As¨ª, a priori, los resultados del 25-N parecer¨ªan estar en la l¨ªnea de lo ocurrido en nuestro entorno: cuando las circunstancias econ¨®micas son adversas, los Gobiernos lo acaban pagando en las urnas. Quiz¨¢s parte del declive de CiU se deba a la crisis, pero es muy probable que gran parte de su fracaso deba leerse m¨¢s bien en clave nacionalista. En concreto, CiU ha sido arrollada por un extraordinario aumento de la participaci¨®n, que ha beneficiado especialmente a los partidos m¨¢s radicales.
Las elecciones del pasado domingo tuvieron un r¨¦cord hist¨®rico de participaci¨®n, casi nueve puntos por encima de la media (60%). Por primera vez en toda la historia electoral de Catalu?a, unas elecciones auton¨®micas superaron la participaci¨®n de unas generales. Las encuestas ya pronosticaban un gran auge de la participaci¨®n entre el electorado m¨¢s nacionalista, que hab¨ªa acogido estos comicios con gran entusiasmo. Sin embargo, tal ha sido el inter¨¦s generado en torno a estas elecciones que, al final, la participaci¨®n ha acabado siendo generalizada. Esta ha crecido de forma espectacular tanto en feudos nacionalistas como, por ejemplo, el gerundense Pl¨¤ de l¡¯Estany, como en bastiones socialistas como, por ejemplo, el Baix Llobregat.
En consecuencia, la oleada participativa no se ha limitado a movilizar al electorado nacionalista, sino que se ha extendido tambi¨¦n entre los menos amantes de las tesis soberanistas, un electorado tradicionalmente m¨¢s abstencionista. De hecho, una mirada a los resultados a nivel comarcal indica que el aumento de participaci¨®n ha ido particularmente acompa?ado tanto del aumento del voto a Ciutadans como de un menor declive del PSC.
As¨ª, los datos indican que la participaci¨®n ha conseguido movilizar a los llamados abstencionistas diferenciales, un colectivo compuesto por votantes con un perfil menos catalanista, que votan en las generales pero no en las auton¨®micas. Estos votantes normalmente no muestran excesivo inter¨¦s en las elecciones al Parlamento aut¨®nomo. Pero, en esta ocasi¨®n, parece que les han dado suficientes motivos para vencer su tradicional pasividad y acudir a la cita con las urnas. Es el aumento de la participaci¨®n entre este colectivo el que ha permitido que Ciutadans triplicara sus esca?os y que el hundimiento del PSC se amortiguara ligeramente tras las fugas masivas de sus apoyos catalanistas hacia formaciones m¨¢s afines al derecho a decidir.
El aumento de participaci¨®n ha salvado al PSC de obtener los p¨¦simos resultados que le auguraban las encuestas. Como era de prever, algunos l¨ªderes del partido se ha apresurado a dar estos resultados por buenos. Al fin y al cabo, seg¨²n estas mismas voces, los socialistas est¨¢n sufriendo un desgaste en las elecciones auton¨®micas de toda Espa?a y no solo de Catalu?a. Es cierto que los espa?oles utilizaron las elecciones auton¨®micas para reprobar la segunda legislatura de Rodr¨ªguez Zapatero. Pero en Catalu?a los votantes ya le pasaron factura al PSC por este motivo en los comicios de 2010, cuando retrocedi¨® nueve puntos. El fracaso del domingo no puede en ning¨²n caso justificarse como un efecto contagio de la crisis del PSOE a nivel nacional. La responsabilidad en esta ocasi¨®n es ¨²nica y exclusiva del PSC.
Por lo que respecta al aumento de la participaci¨®n entre el electorado nacionalista, el principal beneficiado no ha sido CiU, sino los partidos m¨¢s radicales. Y es que los votantes, puestos a elegir, han preferido coger la papeleta de partidos nacionalistas con mayor pedigr¨ª. Como resultado, Artur Mas ha fracasado en su intento de rentabilizar el movimiento soberanista, que le pod¨ªa haber compensado las p¨¦rdidas de votantes descontentos con su apuesta nacionalista o con los recortes en servicios p¨²blicos.
En definitiva, el aumento de la participaci¨®n no ha provocado variaciones significativas en el peso del conjunto de fuerzas nacionalistas en el Parlamento catal¨¢n. Pero ha cambiado su composici¨®n interna: los partidos m¨¢s radicales en la dimensi¨®n nacionalista (ERC, CUP, C¡¯s y PP) han ganado terreno ara?ando esca?os a los dos grandes partidos tradicionalmente m¨¢s moderados (CiU y PSC). Esta es, quiz¨¢s, la principal consecuencia de estos comicios. Tras la apuesta soberanista de Artur Mas tenemos hoy un hemiciclo m¨¢s polarizado.
Llu¨ªs Orriols es doctor por la Universidad de Oxford y profesor de ciencia pol¨ªtica en la Universitat de Girona.
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