¡°El Gobierno se ha asustado a la hora de cambiar la legislaci¨®n hipotecaria¡±
Entrevista con el juez que ha logrado meter una china en el sistema de desahucios
Tiene un hablar c¨¢lido, y tan quedo, que a veces cuesta o¨ªrlo. Pero el discurso que desgrana es n¨ªtido, y su actitud, tan humilde como firme. No parece un juez, al menos no parece un juez como el que ha poblado el imaginario colectivo durante muchos a?os: un ser distante, acomodado en el pedestal de un poder intocable, insensible a la realidad y m¨¢s preocupado por aplicar la letra de la ley que por hurgar en su esp¨ªritu. El magistrado Jos¨¦ Mar¨ªa Fern¨¢ndez Seijo est¨¢ en las ant¨ªpodas de ese clich¨¦. Es titular del Juzgado Mercantil N¨²mero 3 de Barcelona, al que llegan m¨¢s de ochocientos asuntos cada a?o, algunos de ellos muy complejos. Miembro de la asociaci¨®n Jueces para la Democracia, lleva su juzgado al d¨ªa y no escatima esfuerzos para defender las reformas que considera necesarias.
Durante la entrevista se explaya en las respuestas, pero llegado un momento comienza a mirar el reloj. Se acerca la hora de recoger a los ni?os, ¡°de conciliar¡±, dice, aunque es un t¨¦rmino que no le gusta. ¡°Porque parece que vayas forzado, y es al contrario, a m¨ª me gusta ir a buscar a los ni?os al colegio y jugar con ellos en el parque¡±. Tiene una hija de 20 a?os, de un primer matrimonio, que estudia Medicina, y otros dos de 3 y 5 a?os. Y a¨²n le queda tiempo y ganas para mantener un blog que presenta como ¡°una propuesta subjetiva, desordenada y poco rigurosa¡± sobre el mundo de la cocina.
Fern¨¢ndez Seijo es uno de los principales responsables de que la normativa espa?ola sobre ejecuci¨®n hipotecaria est¨¦ ahora mismo en la picota, pese a los intentos del sistema bancario para que todo quede como est¨¢. Fue ¨¦l quien plante¨® al Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea el caso de Mohamed Aziz, un desahuciado que pidi¨® amparo judicial por entender que los t¨¦rminos del pr¨¦stamo eran abusivos, y se espera sentencia para antes de Navidad. De momento, el informe de la abogada general de ese tribunal considera que la legislaci¨®n espa?ola es abusiva e incumple la normativa europea de protecci¨®n de los consumidores.
PREGUNTA: Cu¨¢nta injusticia tiene que haber en las ejecuciones hipotecarias para que los propios jueces, entre ellos 47 decanos, hayan tenido que salir a denunciar los abusos que permite la ley. ?C¨®mo se ha llegado a esta situaci¨®n?
"La situaci¨®n es muy grave y los jueces estamos en primera l¨ªnea de fuego"
RESPUESTA: Es que el problema es muy grave, y nosotros estamos en primera l¨ªnea de fuego. Nos sentimos como si estuvi¨¦ramos sentados sobre una olla a presi¨®n. El proceso de ejecuci¨®n hipotecaria viene cuestion¨¢ndose desde 1978, porque no garantiza el derecho de defensa de los afectados. En los 22 a?os que llevo de juez se ha modificado varias veces, pero todas en aspectos accesorios. El art¨ªculo 9 de la Constituci¨®n consagra al juez como el garante de que la ciudadan¨ªa pueda ejercer de manera efectiva sus derechos, pero tenemos una Ley de Enjuiciamiento Civil del siglo XIX que en estos procesos concede al juez una intervenci¨®n residual, de manera que quienes hemos querido ejercer esa funci¨®n de garantes hemos tenido que hacerlo de forma forzada, buscando los poros del sistema.
P: ?En qu¨¦ momento se sinti¨® usted interpelado por esta situaci¨®n?
R: Bastante antes de la crisis. Ya en mayo de 1991, al poco de llegar a mi primer destino, en Esplugues de Llobregat (Barcelona), un d¨ªa me llam¨® la agente judicial porque iban a desalojar a un matrimonio muy joven, y la chiquita, que ya ten¨ªa dos hijos, se hab¨ªa subido a un tejadillo de un sexto piso y amenazaba con tirarse. Ese fue el primer contacto que tuve con un desalojo. Yo ten¨ªa 25 a?os, y la chica, 21. Intent¨¦ disuadirla: ¡°Baja, que no te quieres matar, pero al final vas a hacerte da?o¡±. No se cre¨ªa que fuera el juez. Despu¨¦s de aquello he intentado siempre hacer un seguimiento personalizado de las ejecuciones. En el sistema espa?ol, el juez, si no quiere, ni siquiera llega a conocer al afectado.
P:?Est¨¢ cambiando el modelo de juez?
R: En el ideario del siglo XIX, el juez deb¨ªa ser una figura ¡°desafecta¡± al mundo, en el sentido de no dejarse influir por el entorno. Esa idea napole¨®nica ha ido desapareciendo. Los jueces tenemos ahora los mismos problemas que cualquier ciudadano, hemos sufrido recortes como los dem¨¢s y cada vez tenemos un mayor anclaje en la realidad social. Por otra parte, la de juez ya no es una carrera de ¨¦lite, como la gente cree. Formamos parte de las clases medias.
P:Decidir sobre la vida de los dem¨¢s es algo muy serio. Siempre he pensado que para ser juez hac¨ªa falta una gran vocaci¨®n. ?C¨®mo naci¨® la suya?
El sistema funcionaba con la idea de que el suelo y el ladrillo se revalorizar¨ªan siempre
R: Pues la verdad es que no pensaba ser juez. Inicialmente pensaba dedicarme a la filolog¨ªa, pero luego me decant¨¦ por Derecho, y aqu¨ª estoy. Es un trabajo muy bonito, pero no soy un juez vocacional.
P: Pues para no serlo¡
R: Mi padre era secretario judicial y accedi¨® a la judicatura en Madrid. Yo era el mayor de cuatro hermanos, y la verdad es que cuando empec¨¦ la carrera de Derecho, lo que me planteaba era la opci¨®n acad¨¦mica, salir dos o tres a?os al extranjero y ense?ar en la Universidad. Pero, al terminar, la carrera judicial me pareci¨® una buena opci¨®n. He de confesar que las materias en las que sacaba peores notas durante la carrera eran las de procesal y mercantil, que son a las que ahora me dedico.
P: ?Le hubiera gustado m¨¢s dedicarse al ¨¢mbito penal?
R: No eleg¨ª penal porque tuve una experiencia vital muy curiosa. Cuando llevaba tres a?os de juez me toc¨® hacer la prestaci¨®n social sustitutoria y ped¨ª trabajar en la c¨¢rcel de mujeres. Estuve 13 meses. Guillem Vidal, que entonces presid¨ªa el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, me dec¨ªa: ¡°Jos¨¦ Mari, cuando salgas de la c¨¢rcel no podr¨¢s ser nunca juez de lo penal, porque has mostrado tanta empat¨ªa con la gente de ah¨ª dentro, que no ser¨ªas un buen juez¡±. Por otra parte, pens¨¦ que la izquierda se hab¨ªa preocupado mucho m¨¢s por el Derecho Penal que por el Civil, y me pareci¨® que en este ¨¢mbito hab¨ªa muchas cosas que hacer.
P:?Porque considera que el juez tiene tambi¨¦n un deber social?
R: S¨ª, claro. Yo pertenezco a la asociaci¨®n Jueces para la Democracia, y en mi vida privada soy votante de izquierdas, no me importa decirlo. Soy independiente en mi trabajo, pero a la hora de votar siempre me he identificado con planteamientos progresistas.
P: ?C¨®mo le lleg¨® el caso de Mohamed Aziz?
R: El mismo d¨ªa en que estaba previsto que se ejecutara el lanzamiento de su casa por un juzgado de Matar¨®, en un intento desesperado de parar el proceso acudi¨® al juzgado para pedir amparo judicial por contrato abusivo. Cuando se inici¨® la ejecuci¨®n hipotecaria, en 2009, la entidad bancaria le reclamaba los 139.000 euros de la hipoteca, m¨¢s 41.000 de intereses de demora y costas. Cuando se ejecut¨® la subasta, en 2010, la caja se qued¨® con la vivienda por el 50% del valor de tasaci¨®n y, despu¨¦s de perder la casa, Mohamed Aziz segu¨ªa debiendo 40.000 euros de la hipoteca y otros 42.000 de intereses de demora y costas. No pude evitar el lanzamiento, pero empec¨¦ a darle vueltas. No pod¨ªa ser que si ten¨ªa raz¨®n, si el contrato era abusivo, no tuviera posibilidad de reparaci¨®n. Entonces decid¨ª plantear la cuesti¨®n ante el Tribunal de Justicia de la UE.
"La moratoria aprobada por el Gobierno solo agravar¨¢ el problema"
P: Tiene que ser terriblemente angustioso que, una vez que se pone en marcha la ejecuci¨®n, en los dos o tres a?os que dura el proceso judicial, el tiempo es como una m¨¢quina registradora que va anotando intereses de demora y la deuda no para de crecer. ?C¨®mo rea???ccio??nan los afectados?
R: El problema es que la gente no es consciente de la deuda total y ni siquiera va al juzgado. En la mayor¨ªa de los procedimientos se les declara en rebeld¨ªa. Eso es muy habitual, porque el proceso es muy complejo, la defensa termina siendo costosa y la gente suele atrincherarse en ideas equivocadas, como ¡°no puede ser que me echen¡±, ¡°cuando vengan no abrir¨¦ la puerta¡±, y cosas por el estilo. Cuando deja de pagar la cuota mensual, el deudor piensa: ¡°Debo cuatro meses, a raz¨®n de 600 euros, son 2.400 euros¡±. Y calcula que cuando el banco vaya a reclamarle deber¨¢ 3.000 o 5.000 euros y podr¨¢ encontrar a alguien de su entorno que se los preste. Pero cuando llega la ejecuci¨®n se encuentra con que no le reclaman las cuotas que debe, sino la totalidad de la deuda, lo que se llama ¡°el vencimiento anticipado¡±, es decir, todo lo que le queda por pagar de la hipoteca m¨¢s los intereses de demora. En una econom¨ªa de subsistencia, es posible que alguien pr¨®ximo pueda prestarle 3.000 euros, pero no 120.000. Ese es otro de los graves problemas del sistema actual que he sometido a la consideraci¨®n del Tribunal de Luxemburgo.
El sector financiero es un lobby muy poderoso. Lo hemos visto en el real decreto sobre desahucios.
P: Si el tribunal dictamina que la legislaci¨®n vulnera los derechos de los afectados, ?qu¨¦ efectos jur¨ªdicos puede tener?
R: Con la actual normativa, el juez puede examinar la legalidad formal de la hipoteca, pero no puede entrar en el contenido del contrato. Si el tribunal dijera que para ejercer la tutela efectiva debe poder valorar el contenido, cualquier juez podr¨ªa acogerse al derecho comunitario y declarar nulas las cl¨¢usulas o los procedimientos que considerase abusivos, lo que desactivar¨ªa la fuerza coactiva de la actual normativa.
P: Eso para los nuevos casos, pero ?qu¨¦ pasar¨ªa con los anteriores a la sentencia?
R: Pues yo entiendo que alguna decisi¨®n tendr¨ªa que tomarse tambi¨¦n respecto de los anteriores, porque la legislaci¨®n comunitaria es de 1993 y tendr¨ªa que haber sido traspuesta a la espa?ola en 1995. De modo que, en los casos tramitados despu¨¦s de esa fecha, el afectado podr¨ªa acudir a la justicia, y, si se acreditara un perjuicio, podr¨ªa pedir una reparaci¨®n por el incumplimiento de la norma comunitaria.
P: ?ltimamente hemos visto sentencias atrevidas. ?Podr¨ªan haber hecho m¨¢s los jueces en los procesos de desahucio para romper el cors¨¦ legal y ejercer la funci¨®n de tutela?
R: Yo creo que han hecho bastante, pero probablemente tendr¨ªamos que haber reaccionado antes. Hace tres o cuatro a?os, un magistrado de Barcelona, Guillem Soler, plante¨® una cuesti¨®n de inconstitucionalidad, pero el Tribunal Constitucional no la admiti¨® a tr¨¢mite y, adem¨¢s, lo hizo con cajas destempladas. En junio de 2012, el Tribunal de Luxemburgo dict¨® una sentencia muy interesante, planteada por la Audiencia de Barcelona a ra¨ªz de un caso contra Banesto, en la que se dice que, si un juez considera que los intereses son abusivos, lo que tiene que hacer es no reclamarlos. Ese es uno de los resquicios que han seguido algunas de las sentencias innovadoras, pero no deja de ser un mecanismo forzado. Lo que hay que hacer es cambiar la ley.
P: Ahora vemos el drama y las consecuen??cias para una de las partes, pero ?c¨®mo se lleg¨® a la locura de los avales cruzados, pr¨¦stamos a 50 a?os y tasaciones por encima del valor de mercado?
Un desalojo de una familia de su casa es un ejercicio de fuerza sin ning¨²n otro objetivo que el de ejercerla porque la ley lo permite
R:? Porque el sistema funcionaba con la idea de que el suelo y el ladrillo se revalorizar¨ªan siempre, de manera que incluso el comprador m¨¢s insensato pensaba que si le iban mal las cosas, siempre podr¨ªa revender y ganar¨ªa dinero. El mensaje era que en un mundo globalizado el crecimiento ser¨ªa permanente y estar¨ªa asegurado el pleno empleo. Y tambi¨¦n porque se produjo un cambio de cultura en el mundo financiero. Los bancos dejaron de hablar de contratos y clientes, y empezaron a hablar de productos. John Lanchester, el autor de El puerto de los aromas, es hijo de un financiero de Hong Kong y ha escrito un ensayo sobre la crisis econ¨®mica en el que dice que esa locura se inicia cuando en la City londinense cambian a los poetas ¨Cque defienden la econom¨ªa productiva y solo prestan a quienes crean riqueza¨C por los matem¨¢ticos, que basan sus decisiones en c¨¢lculos de riesgo y ya no firman contratos, sino que colocan productos. Vinculado al producto suele haber un incentivo, una comisi¨®n, que hace que todo el sistema tienda a las m¨¢ximas cotas de riesgo. En Espa?a, este modelo quiebra a finales de 2007, cuando el suelo empieza a bajar de precio.
P: ?La burbuja inmobiliaria hab¨ªa, pues, pinchado ya cuando estall¨® la crisis de las hipotecas ¡®subprime¡¯ en Estados Unidos?
R: ?S¨ª, s¨ª. En octubre de 2007, los jueces mercantiles ya pedimos que se crearan m¨¢s juzgados, porque ve¨ªamos lo que se nos ven¨ªa encima. Ve¨ªamos sociedades extremadamente d¨¦biles, con niveles de deuda tremebundos. Empresas con 3.000 euros de capital y l¨ªneas de cr¨¦dito de hasta un mill¨®n. Lo que ocurre es que en los primeros a?os las consecuencias sociales apenas se notaron. En nuestra cultura, el piso es lo ¨²ltimo que se deja de pagar. Y hay un colch¨®n de solidaridad familiar que funciona como un amortiguador. Incluso los Ayuntamientos colaboraron para resolver problemas de insolvencia. Pero esos recursos se han agotado.
P: Colocar en la agenda pol¨ªtica la daci¨®n en pago es probablemente el resultado m¨¢s tangible del Movimiento 15-M. Ni el PSOE ni el PP hab¨ªan hecho nada por cambiar la legislaci¨®n. ?Cree que se han asustado ante la posibilidad de que los suicidios provocaran, como en la ¡®primavera ¨¢rabe¡¯, un estallido social?
R: S¨ª, porque los suicidios simbolizaban la desesperaci¨®n en la que la crisis ha sumido a muchas familias. Y adem¨¢s, el lanzamiento de una familia de su casa no va seguido del realojo de otra. Es un ejercicio de fuerza sin ning¨²n otro objetivo que el de ejercerla porque la ley lo permite. Hay pa¨ªses en los que no se desaloja una vivienda hasta que no hay otro ocupante. Aqu¨ª se desaloja a la fuerza, se deja a la gente en la calle y la vivienda se queda vac¨ªa. Y adem¨¢s se ven movimientos tan miserables¡
P: ?Por ejemplo?
Los jueces tenemos ahora los mismos problemas que cualquier ciudadano
R: En el caso de los bancos intervenidos, habr¨ªa que preguntarse cu¨¢ntas ejecuciones hipotecarias se han adelantado porque algunos abogados o procuradores han visto en riesgo su contrato con la entidad financiera. En estos momentos, la mayor¨ªa de los desalojos est¨¢n externalizados. Ya no son las entidades financieras las que se ocupan de reclamar las deudas, sino agentes externos que se llevan en torno al 30%. En los procesos de fusi¨®n bancaria, esos contratos peligran, y algunos de los bufetes que gestionan la morosidad de esas entidades han llevado de golpe a los juzgados todos los impagados por temor a que se les acabe el contrato. Si el proceso est¨¢ vivo en el juzgado, devenga intereses y costas. Eso ha pasado, por ejemplo, con hipotecas de Bankia, de Unim o de Caixa del Pened¨¨s.
P: La imagen de la banca est¨¢ por los suelos y corre el peligro de convertirse en el catalizador de todo el malestar social. ?Est¨¢ cambiando su comportamiento en los juzgados?
R: Hasta ahora han ido poniendo diques de contenci¨®n, como el C¨®digo de Buenas Pr¨¢cticas, pero no dejan de ser parches y su efecto es cada vez menor. Algunas entidades ya est¨¢n asumiendo, al margen de ese c¨®digo, el coste social de la situaci¨®n y en algunos casos no ejecutan. Pero la hemorragia es tan grande, que este tipo de medidas no van a servir para nada. De hecho, los lanzamientos que ahora se producen son casos que se iniciaron hace tres a?os, al comienzo de la crisis. Lo peor, lo m¨¢s gordo, est¨¢ a¨²n por venir.
P: ?Servir¨¢ de algo la moratoria aprobada por el Gobierno?
Ha habido un cambio de reglas a mitad del partido
R: No, en absoluto. La moratoria no va a resolver el problema, sino a agravarlo, porque, como en todos los contratos, hay que leer la letra peque?a, y en este lo que dice es algo tremendo: la moratoria paraliza el proceso, pero no los intereses de demora¡
P: Pero eso es una burla.
R: O un ejercicio de optimismo. A lo mejor, el Gobierno cree que va a mejorar tanto la situaci¨®n econ¨®mica, que dentro de dos a?os las personas afectadas no solo habr¨¢n recuperado el poder adquisitivo, sino que podr¨¢n hacer frente a toda la deuda y los intereses de demora, que oscilan entre el 18% y el 29%. La sensaci¨®n que tuve cuando se present¨® la medida no pod¨ªa ser peor. Que no apareciera el ministro de Justicia para hablar de este problema en t¨¦rminos jur¨ªdicos, sino el de Econom¨ªa, ya indica por d¨®nde van las cosas. ?No se dan cuenta de que est¨¢n haciendo el rid¨ªculo? Si alguien no puede pagar ahora 120.000 euros, ?c¨®mo va a pagar 150.000 dentro de dos a?os?
P: El otro gran drama son los concursos de acreedores. ?C¨®mo se ve las crisis de las empresas desde un juzgado de lo mercantil?
R: Desde el primer momento estaba claro que era una crisis financiera, pero se ha extendido a la econom¨ªa productiva y cada d¨ªa quiebran empresas que han hecho las cosas bien, que tienen pedidos y podr¨ªan salir adelante, pero se est¨¢n hundiendo, pese a que son rentables, porque nadie les presta dinero. En el origen de todo, lo que encontramos es una burbuja financiera que estableci¨® unas reglas de juego para el acceso al endeudamiento insoportables y ahora las empresas no pueden renovar las p¨®lizas de cr¨¦dito y tienen que cerrar.
P: Pero tambi¨¦n en las empresas ha habido un cambio de cultura, ?no cree? El modelo de empresa familiar est¨¢ desa??pa??reciendo, y la que emerge es una corporaci¨®n de propiedad muy diseminada en la que los accionistas cuentan cada vez menos, porque quienes deciden son unos ejecutivos que solo miran por su propio inter¨¦s.
R: La mayor¨ªa de los casos que llegan a los juzgados son a¨²n pymes. Pero s¨ª es verdad que ha habido un cambio de reglas a mitad del partido. Y ahora prima m¨¢s la econom¨ªa especulativa que la productiva. Recuerdo que all¨¢ por 2006 tuve un caso de un fabricante que hac¨ªa chaquetas para unos grandes al??macenes, y me dec¨ªa que haciendo chaquetas como mucho obten¨ªa un beneficio del 3%, pero si cerraba la f¨¢brica y vend¨ªa el solar, ganar¨ªa el 300%. En el caso de las grandes empresas, el problema ha sido plantearse la salida a Bolsa en clave de ¨¦xito. La salida a Bolsa ha supuesto en muchos casos un enriquecimiento de los ejecu??tivos, pero luego las exigencias y la volatilidad de los mercados han hecho que muchas empresas, por la obsesi¨®n de dar beneficios, se metieran en aventuras de riesgo que ten¨ªan poco que ver con la realidad de la compa?¨ªa.
P: ?Ha crecido el poder de las grandes corporaciones?
R: S¨ª, ha crecido mucho. Ahora mismo tiene mucha m¨¢s influencia lo que opina el presidente de una gran corporaci¨®n que el mismo presidente del Gobierno. Importa m¨¢s lo que diga sobre la pol¨ªtica econ¨®mica Emilio Bot¨ªn, del Santander, o lo que opine Isidre Fain¨¦, de La Caixa, sobre los proyectos independentistas, que lo que digan los partidos de esos asuntos. De eso no tengo ninguna duda. Hay adem¨¢s un continuo trasiego entre el poder pol¨ªtico y las grandes corporaciones. Cuando ves que un vicepresidente de Gobierno termina siendo alto ejecutivo de una empresa, o que el ministro de Asuntos Exteriores poco despu¨¦s est¨¢ dirigiendo una compa?¨ªa a¨¦rea, la tendencia es a desconfiar. Tanta cohabitaci¨®n es insana para la democracia.
P: Y muy especialmente la cohabitaci¨®n entre el mundo financiero y el pol¨ªtico, ?no cree?
R:? El sector financiero es un lobby muy poderoso. Lo hemos visto en el real decreto sobre desahucios. Estoy seguro de que los t¨¦cnicos de los dos partidos entraron a negociar con el prop¨®sito de encontrar una soluci¨®n y modificar a fondo las leyes, pero en esos tres d¨ªas de reuniones, el lobby financiero mantuvo reuniones paralelas y presion¨® al Gobierno hasta conseguir sus prop¨®sitos. De lo contrario, no tiene ning¨²n sentido que se anuncie a bombo y platillo que se ha creado una comisi¨®n de expertos y que se va a dar una soluci¨®n global al problema, y que luego todo acabe en una cortina de humo de apenas dos dedos de espesor.
P: ?Y c¨®mo cree que han logrado conven??cer al Gobierno?
R: Plante¨¢ndole si ha evaluado los efectos econ¨®micos de cambiar la ley. Lo que dicen los bancos es que, si se cambia la legislaci¨®n hipotecaria, se producir¨¢ un efecto llamada y habr¨¢ muchos m¨¢s impagos. Que el sistema ha funcionado muy bien, con mucha seguridad, hasta ahora, y si se cambia, las ayudas a la banca del fondo europeo de rescate financiero tendr¨¢n que ser mucho mayores. Creo que es una frivolidad, pero se est¨¢ diciendo. Y ah¨ª, el Gobierno se ha asustado. Pero yo estoy convencido de que, si se cambia la ley, eso no ocurrir¨¢, porque la gente no quiere perder su casa y el que pueda pagar seguir¨¢ pagando.
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