La terapia teatral de Casas Viejas
El pueblo recrea los sucesos de hace 80 a?os en los que murieron 26 personas

En psicolog¨ªa hay una terapia reconocida contra las fobias. Y es la de enfrentarse a esos miedos sin escudos, cara a cara. Benalup vivi¨® en 1933 una tragedia enorme. La muerte de una veintena de personas para sofocar una revuelta comunista. Y, despu¨¦s, la manipulaci¨®n pol¨ªtica y period¨ªstica, la represi¨®n y el terror. Ese horror, que como las fobias, paraliza y calla. 80 a?os despu¨¦s, el pueblo se ha sacudido el miedo plant¨¢ndole cara y recreando en los mismo escenarios de aquellas muertes todo lo que pas¨®. Una terapia colectiva contra el silencio de tantos a?os.
El 11 de enero de 1933 en Benalup varios sindicalistas de la CNT proclamaron el triunfo del comunismo libertario y asediaron el cuartel de la Guardia Civil. Dos agentes fallecieron de disparos de campesinos. La Guardia Civil y la guardia de asalto de la Rep¨²blica mandaron refuerzos para sofocar la rebeli¨®n, que fue abortada. Pero, en una suerte de venganza, la violencia fue m¨¢s lejos. Los agentes, bajo la orden del capit¨¢n de Rojas, quemaron una choza con numerosos campesinos dentro y fusilaron a otros 12. En total, 26 muertos.
A Benalup, entonces Casas Viejas, siempre le ha pesado aquella tragedia como una losa. Fue un episodio negro que marc¨® tambi¨¦n la Historia de Espa?a por el impacto que caus¨® y porque fue utilizado por la prensa y la oposici¨®n como un arma contra el modelo de Manuel Aza?a. La represi¨®n que lleg¨® despu¨¦s contra aquel pueblo hizo que los descendientes de los represaliados ocultaran las marcas morales de aquellos a?os. Mientras, historiadores de todo el mundo recorr¨ªan sus calles en busca de las huellas de esos sucesos. Uno de ellos, Jerome R. Mintz, escribi¨® Los anarquistas de Casas Viejas, que sirvi¨® de base para el gui¨®n de la obra que hace cinco a?os represent¨® la compa?¨ªa El Hijo de la Luna en el Teatro de Benalup.
Entonces, en el 75 aniversario de los sucesos, la representaci¨®n se qued¨® dentro de un teatro. Pero cinco a?os despu¨¦s, y tras un viaje inspirador a Verona, donde la tragedia de Romeo y Julieta est¨¢ impresa en las calles, a sus responsables, Mar¨ªa Orellana y Manuel Ruiz Mateos, se les ocurri¨® repasar el gui¨®n y trasladarlo a los lugares reales donde sucedi¨® todo. ¡°Creo que es un punto de inflexi¨®n al silencio. Los hijos de los represaliados nunca han querido hablar pero, desde la obra de teatro, y desde el esfuerzo que han hecho muchos por explicar lo que pas¨®, se ha roto esa barrera¡±, detalla Mateos.
Y as¨ª ha sido. En la noche del viernes, las luces se apagaron en un Benalup reconvertido. Volvieron a llenarse los suelos de albero, a ondear las banderas de la CNT, a cubrirse los techos de brezo. Han colaborado muchos. El Ayuntamiento, a la cabeza. Los due?os de comercios, las asociaciones de vecinos y mujeres organizando al p¨²blico, los particulares vistiendo sus casas. La recreaci¨®n se ha centrado en cuatro escenarios vivos: la que fuera la sede de la CNT, junto a la actual plaza del Pijo; el cuartel de la Guardia Civil, junto a la plaza de la Iglesia; la choza quemada, en la calle Nuevo; y el cementerio, a las afueras. De lo que fue hace 80 a?os no quedan vestigios, pero la obra ha vuelto al pasado.
Y la m¨¢quina del tiempo que es el teatro volvi¨® a hacer pasear a unos triunfantes sindicalistas que hac¨ªan frente a la Guardia Civil. Cayeron los dos agentes. Vinieron los refuerzos y la guardia de asalto de la Rep¨²blica. Para entonces ya cund¨ªa el pesimismo de la revuelta campesina. Y empez¨® el horror.
La quema de la choza se ha hecho con im¨¢genes de fuego proyectadas por ordenador. Las llamas quedaban reflejadas en las paredes blancas. La calle Nueva, donde estaba la casa incendiada, y el cementerio, volvieron a revivir el grito de la muerte y los llantos de las p¨¦rdidas. Lo hicieron con l¨¢grimas de los actores participantes, sobre todo mujeres, que representaban a las familias de los fallecidos. Un elenco seleccionado entre vecinos de Benalup, y con el violonchelo y piano de Jes¨²s Vela, que ha compuesto un r¨¦quiem para la ocasi¨®n, y el flamenco de los cantaores Antonio de Antonio y Antonio de Paqui, al comp¨¢s de una ton¨¢ marcada por un yunque.
No hay m¨¢s rastros f¨ªsicos en el pueblo que retrotraigan a aquellos acontecimientos, a pesar de que esos lugares est¨¦n declarados Bien de Inter¨¦s Cultural. As¨ª que la memoria ha de guardarse entre los vecinos. Esos que, por el miedo que impuso la represi¨®n, han permanecido en silencio tanto tiempo y que ahora, gracias al teatro, se reconvierten en sindicalistas, como Crist¨®bal Ma?ez Moya, hijo de un tiroteado. ¡°Es la propia gente de aqu¨ª la que ha permitido hacerlo¡±, explica Manuel Ruiz Mateos. ¡°Es una terapia colectiva para reconstruir la Historia. Y lo hace Casas Viejas desde Casas Viejas¡±. La recreaci¨®n llega tarde para Juan Silva, el hijo de Mar¨ªa Silva, La Libertaria, una de las pocas que pudo salir de aquella choza con vida, aunque fue asesinada despu¨¦s en la Guerra Civil. Juan Silva muri¨® el a?o pasado tras haber sido el pionero en presentar una denuncia ante la Audiencia Nacional para recuperar los restos de su madre. Su misi¨®n est¨¢ inacabada. Quiz¨¢ forme parte de una terapia m¨¢s amplia.
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