¡°Lo que hemos vivido no pasa ni en las pel¨ªculas de Rambo¡±
Las esposas de los dos espa?oles desaparecidos y heridos en M¨¦xico relatan sus temores
Carolina Bustamante Bustamante, de 39 a?os, muestra su tarjeta FM2, el documento de inmigraci¨®n que permite a un extranjero residir en M¨¦xico durante cinco a?os. ¡°Estos papeles no se los dan a cualquiera. Los tengo porque soy una trabajadora y no una delincuente. Se han dicho muchas mentiras¡±, afirma. Desde que su marido y su cu?ado, Jos¨¦ Miguel y Juan Bustamante, desaparecieron en la ciudad mexicana de Morelia y fueron encontrados heridos una semana despu¨¦s, tras recibir una paliza, en el Hospital Civil de Uriangato, en el Estado mexicano de Guanajuato, ella ha le¨ªdo muchas cosas sobre su familia. ¡°Todas puras mentiras, como que mi marido estaba comprando mariguana. ?l vend¨ªa perfumes¡±, asegura.
El desvelo de esta mujer comenz¨® el pasado 7 de enero y sus ojeras demuestran que no le ha dado tregua desde entonces. ¡°Me dijo ¡®ahora vengo, cari?o¡¯, me dej¨® comprando y ya no lo vi. Nos ha dicho que le pusieron una capucha y empezaron a pegarle pu?etazos y que le dec¨ªan ¡®te vas a morir¡±, relata. Al d¨ªa siguiente de que desapareciera su marido, un grupo de hombres con pasamonta?as, metralletas y vestidos de polic¨ªas asaltaron la habitaci¨®n de hotel donde vive con sus hijos. ¡°Lo revolvieron todo, nos hicieron fotograf¨ªas. Pensaba que nos mataban a todos¡±.
La angustia de la desaparici¨®n acab¨® el d¨ªa 12, cuando Jos¨¦ Miguel y Juan fueron encontrados en una carretera fuera de la ciudad ¡°hechos polvo, maltratados, magullados¡±. Ah¨ª empez¨® otra pesadilla de m¨¦dicos que los ha llevado desde el hospital provincial de Uriangato hasta el Hospital Espa?ol ¨Cuno de los m¨¢s prestigiosos de Ciudad de M¨¦xico¨C, donde los dos hermanos fueron trasladados ayer por la tarde. Y las malas noticias siguen. Juan, el hermano peque?o, ha tenido que ser ingresado en la UCI cuando ha llegado al hospital.
Carolina comparte desvelos con su cu?ada y hermana Marisa, esposa de Juan. Ella prefiere no hablar mucho con la prensa ¡°hasta que se arreglen las cosas con el consulado espa?ol¡±. Marisa no quiere hablar por precauci¨®n, pero tambi¨¦n por miedo. El mismo miedo que ha llevado a Carolina a ocultar a sus tres hijos (el mayor tiene 16 a?os) mientras su marido se recupera. ¡°Los he escondido con mi suegra porque nadie sabe si van a venir a por nosotros. Y lo peor es que todav¨ªa no sabemos por qu¨¦¡±, se pregunta.
La primera vez que esta mujer lleg¨® a M¨¦xico ten¨ªa 20 a?os y acababa de casarse. Su marido, Jos¨¦ Miguel, ya hab¨ªa vivido en el pa¨ªs varios a?os, a donde emigr¨® con su madre cuando era un ni?o. Desde 1992 la pareja ha vivido y trabajado por ¨¦pocas entre los dos pa¨ªses y han tenido tres hijos mexicanos. Hace poco m¨¢s de un a?o, despu¨¦s de seis en Espa?a, el matrimonio decidi¨® volver a mudarse. Vend¨ªan "perfumes y chamarras" en puestos callejeros. ¡°Yo estoy aqu¨ª quit¨¢ndome el hambre de mi pa¨ªs porque all¨ª ahora no hay trabajo¡±, dice Carolina. Por eso sus cu?ados Juan y Marisa decidieron seguir sus pasos, por la falta de empleo. Aterrizaron en Navidad, 15 d¨ªas antes de que los dos hombres desaparecieran.
Carolina dice una y otra vez que no sabe por qu¨¦ fueron a por ellos. Nadie reclam¨® ning¨²n rescate y solo se llevaron unos 20.000 pesos (unos 1.200 euros) de la habitaci¨®n. Dice que en todo este tiempo nunca han tenido problemas. Adem¨¢s de las narices rotas y las cicatrices de sus familiares, a Carolina le duelen los comentarios.
¡°Nos hemos quedado en estado de shock, estamos traumatizadas¡±, explica despacio. Est¨¢ muy cansada. Son ya siete noches sin dormir bien, cargando con cuatro bolsones que contienen lo necesario para pasar los d¨ªas y sin saber cu¨¢ndo volver¨¢n ¨Co si volver¨¢n¨C a casa. ¡°Yo solo digo una cosa", tercia Marisa, que no quer¨ªa hablar: "Lo que hemos vivido no pasa ni en las pel¨ªculas de Rambo¡±.
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