Eduardo M¨®ner, el juez que investig¨® los GAL
La instrucci¨®n del caso le report¨® gran notoriedad Recibi¨® cr¨ªticas por su decisi¨®n de no citar a declarar a Felipe Gonz¨¢lez
El magistrado Eduardo M¨®ner Mu?oz, fallecido el 6 de febrero a los 84 a?os de edad, que ejerci¨® su trabajo con gran profesionalidad, conoci¨® en 2010 la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo. La resoluci¨®n del TEDH reconoci¨® el ¡°notable trabajo¡± realizado por este juez en la investigaci¨®n de los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL) en los a?os noventa del pasado siglo.
El TEDH desestim¨® la demanda contra Espa?a de Rafael Vera, secretario de Estado para la Seguridad, condenado en 1998 a 10 a?os de c¨¢rcel por el secuestro de Segundo Marey. La argumentaci¨®n de la sentencia de dicho tribunal europeo se fundament¨® en que el Estado espa?ol no vulner¨® el derecho a un juicio justo y a un tribunal independiente e imparcial gracias a la instrucci¨®n del asunto realizada por M¨®ner en el Tribunal Supremo, al que correspondi¨® finalmente investigar y juzgar este caso de terrorismo de Estado, por la implicaci¨®n en el mismo del entonces ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo.
Entre las cr¨ªticas recibidas en su d¨ªa por M¨®ner, destac¨® su decisi¨®n de no citar a declarar al entonces presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez. Ni M¨®ner ni el ministerio fiscal dieron cr¨¦dito alguno a las declaraciones del exdirector de la Guardia Civil Luis Rold¨¢n, seg¨²n las cuales Barrionuevo hab¨ªa asegurado que Gonz¨¢lez ¡°lo sab¨ªa todo¡± sobre la organizaci¨®n y actividades de los GAL. Para M¨®ner fue esencial que Barrionuevo, cuyo fuero procesal origin¨® que la investigaci¨®n pasara de la Audiencia Nacional al Supremo, nunca le hizo tal declaraci¨®n.
M¨®ner se alegrar¨ªa en 2010 de que el Tribunal de Estrasburgo le reconociera su profesionalidad, aunque no le aportaba ninguna novedad. Es seguro que le producir¨ªa m¨¢s satisfacci¨®n que su actuaci¨®n como juez impidiera la condena de Espa?a. El magistrado era un hombre sencillo, ¡°un juez de provincias¡±, nacido en M¨¢laga y recriado en Valencia, donde ha fallecido.
Cuando a finales de mayo de 1996 fui a su despacho a entrevistarle, se asombr¨® de que me acompa?ara un fot¨®grafo. ¡°Soy un hombre poco interesante¡±, se?al¨® con humildad, todo lo contrario de un juez estrella. Me revel¨® que su afici¨®n principal era el ajedrez, desde sus tiempos de juez de Coria (C¨¢ceres), y, de la mano de su padre, tambi¨¦n juez, los toros, ¡°m¨¢s que el f¨²tbol¡±.
La instrucci¨®n del caso GAL le proporcion¨® una notoriedad no buscada, pero que tampoco le impresionaba. Nunca rectific¨® a quienes mintieron sobre ¨¦l, pero, aplicador razonable de la ley, acostumbrado a ejercer su oficio con rigor, mostraba una perplejidad un tanto ingenua ante el atrevimiento de columnistas o tertulianos, que relataban relaciones suyas que no se hab¨ªan producido, describ¨ªan devociones que no practicaba o sacaban conclusiones extra?as de su vieja amistad con Pascual Sala ¡ªhoy presidente del Tribunal Constitucional, entonces presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)¡ª, a la que no pensaba renunciar.
Los casos judiciales que correspondieron a Eduardo M¨®ner en el Tribunal Supremo fueron efectuados con la misma pulcritud que los solventados cuando ejerc¨ªa como juez desde 1954 en las poblaciones castellonenses de San Mateo y Vinaroz, o alicantinas de Novelda y Elda, o desde que, ascendido a magistrado en 1967, fue destinado a Tarragona y Valencia, en donde, a requerimiento de sus compa?eros, fue juez decano de 1979 a 1987, a?o este en el que el CGPJ le design¨® magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. El caso GAL no fue el primero que le correspondi¨® de enjuiciamiento a pol¨ªticos. Particip¨® en la tramitaci¨®n del caso Filesa, sobre financiaci¨®n irregular del PSOE, y en la investigaci¨®n de la compra de votos en La Carolina (Ja¨¦n) en la que estuvo implicado el senador del PP, Ram¨®n Palacios.
Curiosamente, M¨®ner, un juez-juez, alejado personalmente de la pol¨ªtica, no tuvo dudas de pertenecer durante los ¨²ltimos a?os del franquismo a Justicia Democr¨¢tica, movimiento de juristas en favor de las libertades. Pero establecida la democracia no se enganch¨® ni siquiera en el asociacionismo judicial. Seg¨²n me cont¨® en aquella entrevista de 1996, perteneci¨® a la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura (APM), cuando era la ¨²nica. ¡°Pero lleg¨® el momento en que pens¨¦ que la APM sobrepasaba lo que yo cre¨ªa que deb¨ªa ser una asociaci¨®n de jueces¡±, me confes¨®, ¡°y me retir¨¦ de ella. Despu¨¦s me han tentado desde todas¡±. Seguramente ya no dio tiempo, porque M¨®ner se jubil¨® dos a?os despu¨¦s, a los 70 a?os.
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