1.100 maneras de protestar en Espa?a
La multiplicaci¨®n de asociaciones asamblearias y el ¨¦xito de la PAH pone en evidencia el contrapoder de los sindicatos y las ongs tradicionales
Una parte de Espa?a protesta todos los d¨ªas y el 91% de los espa?oles piensa que hay motivo para ello, seg¨²n las encuestas. Cuando hace un a?o los sindicatos CCOO y UGT trataron de canalizar parte de la indignaci¨®n general y promover una cumbre social, se encontraron con una dificultad extraordinaria: hab¨ªa m¨¢s de 150 organizaciones de las que colgaban un n¨²mero superior a los 950 grupos, asociaciones o plataformas. Unas admit¨ªan jerarqu¨ªas, otras eran asamblearias, pero se comunicaban entre s¨ª, eran transversales, herencia indudable del 15-M ya casi disuelto. Y la cifra ha seguido creciendo.
Los an¨¢lisis de la polic¨ªa concluyen que el riesgo de violencia es bajo a pesar de la participaci¨®n de elementos independentistas en Galicia, de grupos antisistema en Catalu?a y antiguos ¡°comunistas¡± en otras regiones. Si este panorama es el pre¨¢mbulo de un estallido social depender¨¢, a juicio de los expertos, de que la respuesta del Gobierno no provoque m¨¢s decepciones.
Sin embargo, el Gobierno parece decidido a criminalizar a uno de estos grupos, la Plataforma Antideshaucios (PAH), el que m¨¢s notoriedad ha adquirido y el protagonista de la campa?a de escrache que tanto incomoda a una parte de la clase pol¨ªtica y que goza de un 89% de adhesiones, seg¨²n una encuesta de Metroscopia. Para los expertos esta decisi¨®n no es gratuita: la PAH ha conseguido protagonizar la agenda pol¨ªtica gracias a la ILP (Iniciativa Legislativa Popular). Obtener casi mill¨®n y medio de firmas, el triple de lo necesario, ha sido un ¨¦xito y tambi¨¦n una demostraci¨®n de fuerza. ?Es el pre¨¢mbulo de un movimiento social?
¡°La PAH y el movimiento marea blanca son los dos fen¨®menos m¨¢s interesantes de estos ¨²ltimos meses¡±, dice Violeta Assiego, de Metroscopia, que concluye que ¡°asociar la actividad de la PAH con la kale borroka ha sido una respuesta inteligente porque eso est¨¢ en nuestra memoria hist¨®rica y puede producir alg¨²n rechazo, pero la estrategia de la PAH es de libro y son muy constantes¡±.
La PAH y la marea blanca son los dos fen¨®menos m¨¢s interesantes¡±
Precisamente, el ¨¦xito que est¨¢ teniendo la PAH (una organizaci¨®n donde s¨ª hay portavoces y l¨ªderes) invita a pensar a algunos expertos sobre lo que pueda pasar dentro de un tiempo, es decir, si de este conglomerado de plataformas se desprender¨¢ un movimiento social, un movimiento pol¨ªtico o una sorpresa electoral. De momento, interlocutores tradicionales como los sindicatos o las ongs reconocen que han perdido el paso o que interpretan un papel secundario.
La ILP ha sido un ¨¦xito no suficientemente valorado porque ha puesto a su servicio a muchas organizaciones, empezando por las dos grandes centrales sindicales. Y hay quien piensa que los sindicatos estaban presentes para no quedarse fuera, para no perder su papel como interlocutores sociales. Fernando Lezcano (CCOO) y Jos¨¦ Javier Cubillo (UGT) niega que est¨¦n ¡°para vestir santos¡±. ¡°Todo esto se mueve con una rapidez enorme¡±, asegura Cubillo, ¡°nos pertenece a todos y a ninguno¡±. ¡°Pusimos nuestra log¨ªstica al servicio de la ILP¡±, reconoce, ¡°pero dimos un paso atr¨¢s. Aquello vino de Catalu?a. Las decisiones nacen en el territorio, no se toman de forma vertical como las estructuras que conocemos¡±. ¡°Ya no es un conflicto cl¨¢sico capital-trabajo¡±, asegura Lezcano. ¡°El empobrecimiento y la p¨¦rdida de derechos es transversal. Lo que est¨¢ haciendo la PAH es pol¨¦mico pero es una expresi¨®n de la impotencia y la desesperaci¨®n¡±.
De c¨®mo el papel de los sindicatos est¨¢ en entredicho hay un ejemplo reciente: la marea blanca. Este movimiento est¨¢ dividido en tres grupos, uno que aglutina a trabajadores y usuarios (PATU-Salud), un segundo de facultativos y m¨¦dicos (AFEM) y un tercero de enfermeros (AME). Pues bien, los dos segundos grupos se est¨¢n legalizando como sindicatos. ¡°Lo estamos haciendo para tener capacidad de convocar huelgas y para no depender de los sindicatos actuales y de sus maniobras¡±, explica una fuente.
Y al igual que los sindicatos tradicionales, las ongs tambi¨¦n se han visto relegadas a un papel secundario. ¡°Hemos representado el contrapoder durante a?os, pero cuando empieza la crisis nos da un zarpazo y no sabemos ver lo que est¨¢ pasando¡±, sostiene Luciana Rodr¨ªguez, de Interm¨®n. ¡°No tuvimos reflejos. Pecamos de arrogantes: gracias a las redes sociales, unos peque?os grupos tienen m¨¢s fuerza que antes. V de vivienda fue el origen de todo, ?cu¨¢ntos eran? ?veinte j¨®venes? De ah¨ª naci¨® el 15-M y el 15-M fuimos todos. Nuestras campa?as se hab¨ªan quedado viejunas. Y ahora, todas las Ongs nos hemos visto haciendo un ERE¡±.
M¨¢s esc¨¦ptico es Ignasi Carreras director del Instituto de Investigaci¨®n Social del Esade: ¡°Son estructuras poco establecidas, no hay voluntad de permanencia, pasan de causa en causa. El 15M ten¨ªa una amplia cartera de reivindicaciones. Es cuando la protesta se ha canalizado en un asunto cuando ha tenido m¨¢s ¨¦xito. Por eso, la PAH es distinto porque nace con un objetivo concreto¡±.
A la espera del camino que emprende el fen¨®meno (movimiento social, estallido social, revolc¨®n electoral o alguna nueva v¨ªa), los soci¨®logos disfrutan de su momento. Espa?a es un laboratorio: nadie tiene en Europa esa mezcla explosiva de paro e hipotecas.
Riesgo bajo y antiguos comunistas, seg¨²n la polic¨ªa
¡°El riesgo de un brote de violencia es bajo¡±, seg¨²n una fuente de la la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n, algunos de cuyos inspectores vigilan la trayectoria de las plataformas de activistas. ¡°Hay gente muy enfadada¡±, se?alan dichas fuentes. ¡°Puede que algunos est¨¦n dispuestos a dar el paso, pero en general el perfil es muy pac¨ªfico, incluso por razones de edad como es el caso de los afectados por las preferentes¡±.Los analistas policiales concluyen que la PAH es el movimiento m¨¢s importante, pero no ven riesgo de violencia. Distinguen tres bloques de activismo callejero: bancos, preferentes y deshaucios. ¡°Los del 15M se han ido a cualquiera de estos grupos¡±. Y en estos tres grupos han detectado la presencia de ¡°movimientos independentistas que se est¨¢n sumando a la cola de estas causas¡±, sobre todo en Galicia. El an¨¢lisis policial tambi¨¦n observa implicaciones de movimientos antisitema, okupas y anarquistas en organizaciones de Catalu?a, que pueden tener un car¨¢cter m¨¢s violento. Tambi¨¦n se?alan a ¡°antigua gente del partido comunista¡± tomando posiciones en organizaciones.
La conclusi¨®n de que el riesgo de violencia es bajo contrasta con las instrucciones de Interior a la polic¨ªa para que identifiquen o practiquen detenciones entre quienes acosen a pol¨ªticos y familiares, instrucci¨®n que ha sido contestada por los sindicatos policiales.
Sin embargo, hay quienes argumentan que los brotes de violencia est¨¢n pr¨®ximos y ponen como ejemplo un episodio sucedido el pasado lunes cuando, seg¨²n la polic¨ªa, un individuo intent¨® agredir al consejero de Sanidad de Madrid, Javier Fern¨¢ndez-Lasquetty, durante su visita a un hospital privado de M¨®stoles. Este ciudadano fue detenido y puesto en libertad con cargos, dado que uno de los agentes que le atraparon se llev¨®, presuntamente, el golpe destinado al consejero. ¡°Lasquetty no sale de su despacho casi para nada¡±, reconoci¨® una fuente policial, ¡°apenas hace visitas, pero le estaban esperando¡±. El presunto agresor es un hombre de 35 a?os que trabaja en el Ram¨®n y Cajal, que hab¨ªa acudido a protestar durante su llegada. ¡°Sab¨ªamos que iba a visitar este hospital y quer¨ªamos dedicarle algunos c¨¢nticos¡±, dice. El acusado niega haber intentado agresi¨®n alguna (¡°m¨¢s bien fue al rev¨¦s¡±) y su abogado ha pedido las cintas de v¨ªdeo del hospital. ¡°Tiene que haber im¨¢genes que demuestren que ni me acerco a ¨¦l¡±.
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